—Está bien, iré... Pero, tengo un problema.
—¿Qué sucede?
—No sé bailar, me temo que podría hacerte ver en ridículo.
—Puedo enseñarte.
—¿Puedo llegar a aprender antes de la fiesta?
—Daré lo mejor de mi para poder ayudarte.
—Está bien...
—Mi padre se ocupará de lo que llevarás puesto ese día.
—¿El Duque?, ¿Por qué haría algo como eso?
—No te preocupes, él estará encantado de ayudarte. Simplemente, tenemos que ocuparnos de enseñarte a bailar.
—De acuerdo, también daré lo mejor de mí para aprender.
—Está bien, gracias... Ahora mismo me gustaría descansar un poco.
—¡Oh, si!. Ya mismo me iré.
Se levantó y comenzó a caminar en dirección a la ventana.
—¿Por qué caminas hacia la ventana?
—Entré a escondidas, sería extraño que saliera por la puerta, cuando nadie me vio entrar anteriormente.
—Eres un tonto.—Largó una pequeña carcajada.
Él al verla simplemente sonrió, pero ella no se percató de eso.
Llegó la hora de la noche, Judith se despertó de su pequeño descanso y salió de su habitación, caminó hasta llegar a la puerta de la habitación de Henry y tocó.
Pasó unos cuantos segundos, hasta que se escucharon pasos acercándose y abrió la puerta.
—¿Judith?.¿Qué estás haciendo aquí a estas horas?
Él vestía con su ropa de dormir, cubriéndose con una bata.
—Lamento molestarte tan tarde, pero quería llevarte al salón. Aprovechando que no hay nadie ahora, para que comencemos la lección.
—Ah, de acuerdo. De todas formas no estaba durmiendo aún... Pasa, me cambiaré la ropa e iremos al salón.
—Permiso.
Ella entró a la habitación de Henry y se sentó sobre el sillón, esperando a que él se termine de cambiar la ropa.
La habitación era igual a la de ella, ya que el Duque le dio uno de los que estaba en el mismo pasillo y no uno en los que se hospedan los caballeros, por ser hijo de un marqués.
La luna alumbraba intensamente, lo que hacía iluminar la habitación con la luz que entraba a través de la ventana.
—Ya estoy listo, Judith.
Estaba vistiendo una camisa blanca tradicional, con un pantalón oscuro, largo.
Ella, por su parte. Tenía un vestido sencillo de color blanco y su cabello estaba suelto. Lo qué parecía que hilos dorados caían sobre sus hombros.
—Te ves bien... Ahora iremos al salón antes que se haga más tarde.
Dijo Judith con un tono confuso, como si no supiera qué decir con la presencia de Henry ante ella. Él simplemente la siguió.
Al llegar al salón, ambos se pusieron en el medio de la pista. La luna hizo nuevamente su presencia al iluminar el lugar con la luz que entraban por las grandes ventana que estaban ahí, lo que hacía todo tenga un tenue color azul.
Henry colocó su mano en la cintura de Judith y entrelazaron sus manos.
—Sigue mis pasos.
Dijo Judith con la mirada hacia abajo, para mirar los pies de Henry y así poder corregirlo.
Ambos comenzaron a bailar, con una música imaginaria. Poco a poco, se iban dejando llevar y aceleraron los pasos, era como si Henry supiera bailar desde el principio y todo fuera mentira.
—Levanta la cabeza.
Dijo Henry, mientras apoyaba su mano sobre la barbilla de Judith para levantar su mirada hacia él, esos ojos verdes brillantes, hacia que Henry se perdiera en ellos.
Ambos se quedaron mirando a los ojos por un rato largo, se profundizó un sentimiento extraño en ese momento. Podían escuchar el latido de sus propios corazones como si fuera un tambor interno y una fuerza invisible hizo que se acercarán aún más.
Desviaron la mirada al mismo tiempo y siguieron bailando, pero acompañado de un sentimiento incómodo para ambos, un sentimiento que los hacía poner nerviosos pero no querían soltarse.
—...
—S-Supongo que ya sabías bailar... —Dijo Judith aún sin dirigirle la mirada.
—... No, no sabía... Creo que es porque bailo contigo que puedo dejarme llevar.
—... Me alegro de saber que te sientes cómodo conmigo.
—...
Él volvió su mirada a ella y se sentía confundido. Pero no dijo nada, simplemente la veía y su corazón retumbaba en su interior, unos nervios inexplicables hacían que el ambiente se sintiera pesado y su cuerpo se puso rígido, lo que provocó que se quedará quieto de golpe.
—¿Henry?
Ella sintió que algo no estaba bien y lo miró preocupada.
—¿Estás bien?. ¿Por qué te detuviste de golpe?
—...Y-Yo... No sé que me está pasando...
—¿A qué te refieres?. Parece que necesitas un poco de aire.
Tomó la mano de Henry y lo llevó rápidamente afuera.
—Respira profundo, parece que te pusiste nervioso.
—...
—No pienses en nada por el momento, intenta relajarte. Hay un banco por ahí, siéntate.
Lo guío hasta el banco e hizo que se sentara.
—... Gracias, Judith... —Su rostro estaba totalmente roja.
—Lo siento, creo que te presioné demasiado. De golpe te pedí que seas mi compañero y te fui a buscar para que bailaramos en medio de la noche. Debes de estar cansado, tuviste un día muy agotador debido a tu entrenamiento.
—No te preocupes por eso, yo mismo fui el que aceptó ser tu compañero. Es más, estoy feliz de poder acompañarte al baile...
—¿De verdad?
—Sí... Es un honor. Mañana ya estaré mejor, así que volvamos a practicar.
—¿Estás seguro?
—Sí. Estoy seguro.
—Pero... ¿Qué fue lo que te sucedió ahora?
Él quedó en silencio por un momento, no sabía qué decir. Esto era algo nuevo así que no sabía cómo reaccionar.
Pero sabía que algo era seguro, hace bastante tiempo que ya no veía a Judith solo como una amiga, pero tampoco puede hacer nada para que su relación cambie. Aún siguen siendo niños, posiblemente sea un sentimiento pasajero que se irá a medida sigan creciendo. Naturalmente, ambos se irán alejando y tendrán sus vidas por separado.
—Creo que me puse nervioso, no quería fallar y pisarte los pies...
Sonrió falsamente y bajó la mirada.
—No tienes por qué preocuparte por eso, hay que fallar para aprender. Y estaré a tu lado durante la velada, no te dejaré solo ni un momento así que hagamos el ridículo juntos.
—¿Qué? Jajaja
La noche de luna, pasó y con ello dio la bienvenida al día siguiente.
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