Ya con ese acuerdo en mente, Henry comenzó a prepararse seriamente para lograr convertirse en caballero y así hacer el juramento.
Era su manera de lograr obtener la confianza de los Florián y así, si llegaba a ganar una batalla, tendría la oportunidad de obtener un título y hasta incluso un nuevo apellido, por lo que lograría desligarse completamente de su linaje y comenzar una nueva vida.
Así fue como pasó tres años, Henry en ese trayecto se hizo más alto que Judith y su cuerpo más fuerte.
Judith por su parte, seguía siendo la misma de cuando tenía ocho años, no cambió en absoluto, más que su altura.
Ambos se hicieron muy cercanos. Antes y después del entrenamiento, Henry iba a verla y cuando no podía ir por su extenso entrenamiento, Judith lo iba a apoyar.
Su amistad se hizo muy fuerte, se contaban todo y cuidaban uno del otro.
Un día, llegó a la mansión una carta de la familia imperial, era una invitación. En la misma decía que invitaban a los miembros de la familia del Duque, también a Judith, quien todavía no hacía su debut ante la sociedad.
—¿No estás feliz?, por fin conocerás al gran príncipe heredero.
Dijo Henry mientras practicaba con la espada en el campo de entrenamiento.
—No lo sé, muchos esperan que me case con él. Pero, ¿y si me rechaza?
Judith se encontraba sentada en un banco de la tribuna, cerca de Henry.
—No te preocupes por eso, según lo que logré escuchar; El emperador y el Duque están planeando un acuerdo matrimonial entre ambas familias.
—¿Acuerdo matrimonial?
Su rostro se puso roja de los nervios.
—Parece qué estás emocionada, serás la futura emperatriz.
—No estoy emocionada en lo absoluto, si llegó a comprometerme con el príncipe heredero, eso significa que también tendré mucho trabajo y ya no podré verte tan seguido.
—Eso es verdad, pero así es como debe de ser.
—¡No quiero eso!
—Judith, ya tienes once años. Si el compromiso llega a salir bien, tienes que ir preparándote desde ya para ocupar el lugar de la emperatriz.
—... Y ¿tú qué harás?
—No entiendo por qué lo preguntas.
—Con respecto a ser un caballero. Te falta un año para convertirte en uno... Pero ¿no planeas hacer algo después de conseguirlo?
—No tengo nada en mente por ahora, ya se me ocurrirá algo cuando llegue el momento.
—Entiendo...
— ¿Y tú?, me imagino que debes de tener algo en mente antes de casarte.
—Me gustaría viajar.
—¿Viajar?
—Si, me haría muy feliz conocer los lugares que están mucho más alejados del reino de las Rosas.
—Con que viajar... De acuerdo. Te prometo que en cuanto cumplas la mayoría de edad, seré tu compañero de aventuras.
—¿De verdad?, No se te vaya a olvidar esta promesa.
—Te lo prometo, de verdad jamás lo olvidaré.
—De acuerdo. Ya espero que llegue ese momento, ¡Estoy tan feliz!
Henry la veía sonreír y sentía un calor abrazador que cubría su corazón.
—(Es tan linda cuando sonríe de esa manera).—Pensó.
Al terminar de entrenar, ambos se fueron a la colina que disfrutaban visitar de pequeños.
—¿Ya tienes preparado tu vestido para el baile?
—Si, las mucamas se emocionaron al saber de la noticia, que llamaron a un sastre al día siguiente.
—¿Le pediste a Richard que sea tu pareja?
—Richard será mi.... ¡¿"PAREJA"?!
—¿No lo sabías?, cada persona que asistirá al baile debe de llevar una pareja.
—No lo sabía, nadie me dijo nada.
—Quizás no aplica esa regla en ti, por ser una niña...
—¡Ya mismo iré a averiguarlo!
—Espera, Judith...
Simplemente, vio su silueta desaparecer en dirección a la mansión.
—Sí que es rápida.
Ella al entrar a la mansión caminó rápido hasta la oficina del Duque.
—¡Padre, necesito hablar contigo!
Abrió la puerta sin previo aviso. El Duque por su parte no se molestó, ya eran años de costumbre que ya no tenía sentido molestarse por algo como eso. Él simplemente al verla, continuo bebiendo su té.
—¿Qué sucede, Judith?
—¿Es verdad que tengo que llevar a un compañero para el baile?
—Oh, sí. Me había olvidado de ese detalle.
—¿Cómo que te olvidaste?, faltan cinco días para el baile y aún no tengo compañero.
—No tienes que preocuparte, eres mi hija. ¿Quién se animaría a reprocharte por eso?
—No es así como funciona, soy tu hija y con más razón debo de cumplir las reglas y obligaciones ante los demás aristócratas.
—¿Y ya hablaste con Henry?
—¿Henry?
—Él es tu amigo, ¿no?. No veo nada de malo en que le pidas que sea tu pareja para el baile.
—No había pensado en él...
—Pobrecito. Habla con él y si acepta, comunícamelo. Yo mismo haré los preparativos para su ropa.
—¿Por qué harías algo así por él?
—Siempre tuve la idea de ayudar a mi hijo con la ropa para un baile. Pero, como ya lo sabes Richard no aceptaría mi ayuda en lo absoluto, está pasando por la pubertad. Lo más parecido a un hijo es Henry, así que daré lo mejor para que vaya bien apuesto.
—¿Y yo que soy tu hija...?
—No entiendo nada de la moda de las mujeres, para eso tienes a las criadas y tutoras.
—...
Al terminar de hablar con el Duque, salió de la oficina y se dirigió a su habitación.
—Por fin volviste, ¿Qué te tomó tanto tiempo?
Henry se encontraba acostado sobre el sillón, con las piernas arriba.
— ¿Qué haces aquí en mi habitación?
—Quise venir, no veo nada de malo.
—¿Quién te dejo entrar?
—...
—Ya veo, entraste a escondidas.
Fue caminando hacia el sillón que se encontraba delante de Henry y se sentó.
—¿Estás bien?, ¿Qué fue lo que te dijo el Duque?
—Me dijo que tengo que llevar a un compañero, se olvidó de avisarme al respecto.
—¿Y qué harás?
—¿Te gustaría ir conmigo?
—¿Qué?.—Se sentó rápido.
—Te estoy preguntando si quieres ser mi compañero.
—P-Pero... Eso es algo que debe hacer un noble.
—Tú eres hijo de un marqués, ¿Acaso lo olvidaste?
—... Tengo que admitir que después de tanto tiempo presentándome como "aprendiz de caballero", me olvidé de eso.
—Entonces, ¿Qué dices?
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