capitulo 20: “de regreso"

— Lourdes... Yo... Quisiera seguir contigo. No sabes lo diferente que me haces sentir cuando estoy a tu lado. Quiero proponerte que seas mi novia...

Lourdes con las mejillas ruborizada, veía asombrada a Sebastián.

— ¿O prefieres ser mi esposa?

— ¡¿Eh?!

El albino se ríe débilmente.

— no te asustes... Quiero que seas mi novia para que me conozcas y así, si me quieres como tal... Podríamos ir al siguiente nivel. Esa es mi propuesta... No me molestare si me dices que no.

— Sebastián...— tomándole el rostro, Lourdes le continúa—... Me gustaría seguir conociendo, eres único... Aunque todos digan que eres un hombre cruel y despiadado, para mí seguirás siendo mi conejito.

— Lourdes.

De inmediato, el albino abrazo con fuerza aquella doncella que era sincera de palabras.

— no te arrepentirás...

— sebas-...

Sin avisó alguno, Sebastián le roba un beso más profundo que el primero, donde hubo un roce de lenguas que dejó un cosquilleo en el pecho a Lourdes. Al separarse, la doncella se toma los labios con sus dedos.

— cielos... Eso fue... Increíble.

Con una sonrisa, éste expone.

— moría por hacerlo desde anoche... Supongo que quieres irte a la mansión Evegreen.

— La verdad, me quiero quedar contigo, pero mi señora me espera...

— lo entiendo... prepararé un carruaje para tí... Iré más tarde a verte

Lourdes asiente, sería algo conmovedor contarle a su señora todo lo que había pasado durante este corto pero emociónate tiempo al lado de Sebastián.

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...Mansión Evegreen...

En la habitación del duque, en la cama dormía él y su esposa cómodamente abrazados el uno con el otro. Maya era la primera en abrir los ojos y encontrarse a Félix, que al dormir se veía un hermoso hombre puro.

Ella se levanta y estira sus brazos. Anoche no hicieron nada, pero duraron toda la noche viendo el libro que el oráculo le dio. Por eso se está levantando tan tarde. Aprendieron mucho juntos, nuevas cosas que desconocía ella y hasta él. Pero, Maya se detiene y mira al piso al pensar en una cosa.

“no lo sé... Tengo el presentimiento de que esa santa vendrá pronto. Aunque él oráculo me confirmó que estaba por buen camino curando a Félix, la llegada de esa santa podría..."

— Maya...— susurró Félix a su lado, que se levantaba poco a poco.

“cada vez que veía a Félix, su rostro inocente, su voz, su forma de ser y hasta su cuerpo, me hace estremecer como nadie... No hay duda de que... Cada vez lo amo más.."

— Félix... Vamos a hacerlo.

— ¿Eh?...— Maya empuja al duque a la cama y le comienza a quitar la camisa— espera... Aún estoy despertándome.

(no está llorando, pero me gustó la imagen para demostrar la escena)

La dama besa los labios de él para callarlo, dejándolo ya sumiso del acto. Félix poco a poco le quitaba la bata a su esposa y acariciaba su espalda y más abajo de ahí.

— está bien... Soy todo tuyo, Maya...— Félix saca un leve gemido al sentir placer en esa parte, pues la mano de su esposa lo estaba acariciando.

Ambos continuaron dándose gusto mutuamente. Los dos prácticamente se amaban, de este amor que nació por un compromiso esta apenas comenzado su hermoso futuro.

Luego de un par de horas, tanto él como ella se daba un baño juntos dentro de la bañera, Félix lavaba el cabello rojizo de Maya con delicadeza, sin embargo, comenta algo sobre lo de hace rato.

— si seguimos así, los té anticonceptivo no funcionarán... No importa si es el más fuerte.

— lo sé, pero... Te sanaré antes de quedar embarazada, y podremos ser felices con un bebé. Por eso, quiero salir al jardín a practicar lo que leímos en la noche.

— bien... Ya creo que será el mediodía, así que comeremos algo y nos iremos a la práctica...— Maya asintió, volteando su rostro para solo darle un beso.

Por otro lado, Lourdes se despedía de Sebastián a la afuera de la mansión.

— te enviare la ropa contra el invierno que necesitas a la mansión Evegreen, se cuál es tu talla ahora.

— ahora me diste un nuevo vestido, está bien, puedo ir al pueblo y comprarla.

— déjame darte regalos, es lo menos que puedo hacer por darme tu presencia aunque sea por un instante...

El albino ayuda a subir a la doncella al carruaje, en la ventana, éste le toma la mejilla. Lourdes toma la mano y le da un leve beso que deja un poco nervioso a Sebastián.

— nos veremos pronto...

— te esperaré entonces.

El albino se encaminó hasta el cochero y le dio una pequeña explicación.

— que llegue sana y salva, o te mato sin piedad.

— s-si, joven.

Y así, el carruaje comienza a andar, Lourdes se despide con la mano y una sonrisa en gesto, Sebastián hace lo mismo.

— ahora... Ingrid me comentó que las sirvientas no querían ver más a Lourdes...— saca una sonrisa—... Habrá una reducción de empleados. Mi futura esposa no merece algún depreció en su propia casa...

Ya Sebastián estaba planeado hasta su boda en un futuro posible, estaba tan ilusionado con Lourdes que se le olvida un gran detalle de su vida.

En el camino, los pinos con nieve eran derretidos por el tenue sol que aún se ocultaba por las nubes. El carruaje de Lourdes pasa por ese camino. La doncella cierra los ojos por un breve momento pensando en ese nuevo cambio que dio su vida al conocer al albino, en ese instante, una persona con una maleta de cada lado veía como aquel coche pasaba, ella pensaba en pedir un aventó pero se traga su grito al ver quién era la doncella que llevaban. Apretado la mandíbula, esa mujer murmura con total odio.

— maldita intrusa... Te haré pagar lo que me has hecho.

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