CONOCIENDO

Bernard, en ese momento que estaban todos reunidos desayunando, observaba a Emilia, pero ella, no percibía tal cosa,

— Bueno, caballeros, ahora que terminemos de desayunar, conocerán sus habitaciones y también todo el lugar, descansaran el resto de día y mañana empezarán sus labores.

— Teresa será la persona encargada de su alimentación y del cuidado de su ropa.

— Tendrán un día de descanso, su pago será semanal, si completan el año con nosotras tendrán derecho a un mes de vacaciones pagas, se les dará la mitad de su sueldo, tendrán una liquidación, al terminar cada año de trabajo, sus familias tendrán derecho a médico y medicinas, al igual ustedes, si tienen niños pequeños se hará una fiesta cada 6 meses para celebrar los cumpleaños de ese semestre. Tendrán que hacer un ahorro para asegurar un techo, si ya lo tienen entonces para la educación de sus hijos.

— Que bien todos esos beneficios que nos va a brindar, responde el duque.

Él quedó sorprendido, porque en el ducado existía un sueldo justo, pero no tenían tantos beneficios.

La mañana paso en el recorrido del lugar, las explicaciones de los trabajos a seguir, los planes a largo y corto plazo en cuanto a las labores de labranza, la cría de los animales que llegarían en los próximos días.

— Emilia les dice: han estado callados, díganme, si es justo lo que les ofrezco por las labores que ustedes van a realizar. Los aposentos sí están cómodos. Quiero escucharlos a cada uno, por favor me pueden dar sus opiniones de todo.

El duque, que había estado analizando todo, muy atento al sitio, ya tenía ideas, para el proyecto normandy.

— Señor Bernardo, que opina usted, señor Javier, señor Felipe. Por favor coméntenme.

— Buena señora Emilia, todos sus planes son buenos, pero¿ya usted calculó los espacios para los establos de todos los animales que van a llegar? Quien los va a hacer, necesita alguien experto en el tema de la construcción y eso debe ser primero antes de que los animales lleguen. ¿Cómo va a hacer, para escoger las semillas de mejor calidad, para sus siembras?. Y el cuidado de sus otros animales que tiene en esa arboleda, ellos necesitan ser revisados por algún veterinario, algunos, se ven enfermos. Tienen un ave sin plumas.

— oohhh señor Bernardo, me sorprende que usted sea tan analítico y en ta corto tiempo. Se ve que usted es un hombre con estudio.

— Señora Emilia son los años de experiencia trabajando para el duque y algunos marqueses, es eso.

— Pero es fenomenal, que nos puedas colaborar con tales cosas.

— Y usted, señor Javier, que ha analizado, que nos pueda servir.

— Buenas señoras, mis analices es que necesitan un lugar para recoger las cosechas a futuro.

— Sí, tienes razón.

— Y usted, señor Felipe, que otra opinión nos puede dar,

— bueno los cultivos que se van a llevar a cabo, necesitan, un sistema de riego.

— Señora Teresa, espectacular estos caballeros. Me gustaría, conocer un poco de cada uno de ustedes, así que después de almorzar y descansar un rato charlaré con cada uno.

— Bueno, caballeros, a descansar, deben estar cansados. Aprovechen

Los tres se miraron, ahora que dirían, que haremos se preguntaban con las miradas. Ellos se retiraron para poder hablar.

— Señor, ¿qué haremos?, pregunto Javier y Felipe

— Mis estimados, lo que haremos es llevarnos a Emilia a la ciudad.

— ¿Señor, como haremos o hará tal cosa? Ella ni lo ha mirado.

— Escasamente, se dirige a usted, para los temas de trabajo, ella está, motivada con su emprendimiento.

— Entiendo, lo que me dices Javier. Ella me ha ignorado, en todo momento. Pero ese es mi reto. Conquistar su corazón.

— Señor entiendo, pero eso no puede ser lento, debe hacerlo rápido, ya quedan menos días.

Bernard pensaba, cómo haría para poder enamorarla antes que ella se enterara, que no era un sirviente y eso no le agradaría. Se decía, será que estoy muy viejo y feo que esta mujer, me mira como a cualquier otro hombre o más bien, no me mira o será que por ser un sirviente.

La tarde transcurrió con un paseo por las arboledas, admirando cada una de las aves, conociendo de su procedencia, todos estaban encantados.

Bernard trataba de llamar la atención de Emilia, pero ella era indiferente. A Bernardo cada vez le gustaba ese sitio, así como Emilia, ambos lo cautivaban que ya él se imaginaba una vida en ese lugar.

— Señor Bernardo, puede venir, conmigo, necesito hablar con usted, vamos a la biblioteca, allí estaremos, más cómodos.

— Sí, señora Emilia, con gusto.

— Señor Bernardo, cuente de su vida.

— Señora, ¿dígame que desea saber?

— Sus años, ¿casado?, ¿tiene hijos?, ¿sus padres aún viven?, ¿cuántos hermanos son?, ¿dónde nació? ¿Años de experiencia trabajando? Y bueno lo que me desee contar.

— Claro, señora Emilia, me perdonará, pero nuestras cartas de presentación se nos echaron a perder con la lluvia.

— No hay problema, el señor Ramón me dio las mejores referencias de ustedes.

— Bueno, soy nacido en la ciudad, de Charente, mis padres murieron cuando yo era muy joven, nunca me he casado, tampoco tengo hijos, mis hermanos son tres, tengo sobrinos, y mis años de experiencia son 20 años.

— Siempre ha sido mayordomo.

— Pues, no esa función es hace algunos años.

— Que bien Bernardo, si no es mucho incomodar, le puedo preguntar algo.

— Sí, claro

— ¿Bernardo porque aún no se ha casado?

— No lo he hecho por estar trabajando y aún no he encontrado una mujer adecuada.

— Bernardo, usted es un hombre que aun está joven y guapo, más de una dama estaría dichosa de ser su esposa.

— Señora, usted lo ve de tal manera.

— Si yo lo veo así.

Emilia era una mujer extremadamente discreta, ella había observado a Bernardo desde que llego, pero no podía demostrar su atención. Eso era lo que hacía creer. Para ella era uno de los hombres más atractivo que había visto en su vida, aparte de su guapo y hermoso Benjamín. Y además ella no podía ser coqueta con uno de sus empleados y tampoco era de esa clase de mujeres.

— Me perdonará el ser atrevida, no debía decirle tales cosas, no es correcto de una dama.

— Señora tranquila, es satisfactorio escuchar eso de una bella dama como usted.

Emilia sintió un rojo en su cara y una incomodidad, por tocar tales temas.

— Señora, algo más que desee saber de mí.

— Sí, Bernardo, ¿usted ha estudiado?

— Sí, señora, mi familia me envió a las mejores universidades, solo que las cosas cambiaron un poco.

— Entiendo o sea la situación económica cambio o ¿algo así?,

— No, solo es que decidí, cambiar mi rumbo.

— Le entiendo, me imagino, pues que este trabajo no es lo que usted esperaba

— Señora, estoy encantado con este lugar, es maravilloso, no sabía que en este ducado existiría lugares así.

— Sí, le entiendo, pocos le conocen, pero así, mi esposo y yo lo pensamos que pocos supieran de él, solo los que en verdad necesiten de lo que hacemos acá.

— ¿Es usted casada?

— Estuve casada.

— ¿Está separada hoy en día?

— No, soy viuda.

— Qué pena lo lamento. Debe ser doloroso para usted esa perdida, yo perdí a mis padres y fue duro para mí, por eso la entiendo.

— Sí, han sido unas épocas difíciles, mi esposo enfermo y yo no pude hacer nada, viajamos a España para que fuera tratado y para que él estuviera con su familia, la enfermedad empeoro y llego el tráfico final. Lo vi padecer por meses, a veces estaba bien, a veces mal. Él quería regresar a normandy era su mayor anhelo, este lugar era de las cosas que él más amaba, y el mío también, por eso deseo que normandy sea próspero, es la manera de honrar su memoria.

Y bueno, este sitio es mejor que se conserve así, escondido para el mundo.

Los gobiernos no ayudan de a mucho, con lugares así, en el tiempo que mi esposo vivió, nadie del ducado vino por estos lugares, me imagino que al igual que usted, no saben de este lugar. Así como no saben de muchos otros lugares y necesidades de sus habitantes

— Veo, que no tiene empatía, por el señor duque.

— Bueno, la verdad, no sé quién es, voy muy poco a la ciudad, mi esposo era el que iba. Y bueno, yo apenas regrese hace unos cuantos días. Y bueno su excelencia, como todo noble debe ser, arrogante, déspota, mandón, amargado, de etiqueta y glamour, fiestas, reuniones con la alta sociedad, además ese señor debe tener mucho que hacer, el ducado ya parece imperio, tiene ciudad, comarcas.

Él debería pedir, la independencia, luchar por ella, y ser un rey, bueno, creo que eso se puede hacer.

— Buena señora Emilia, no pensé que tuviera ese concepto del duque, he trabajado con él, y trata bien a todos por igualdad. No es así, tan ogro.

— Bueno, yo lo veo así, tendría que conocerlo para ver si cambio de opinión. Pero por ahora es importante conocerlos a ustedes poco a poco y ustedes a nosotras.

— Señora Emilia, le puedo, preguntar algunas cosas.

— Claro señor Bernardo, pregunte usted.

— Bueno, preguntaré, ¿cuánto estuvo casada? ¿De dónde es usted? ¿Su esposo murió hace cuanto? ¿Tiene hijos, hermanos, sus padres? ¿Ha estudiado?

— Estuve casada por 15 maravillosos años, con mi amado benjamín, sabe lo extraño tanto, a veces siento que no soy capaz sin él. Debo ser fuerte por sostenernos unidos a través de normandy, no tuvimos hijos, pero si muchos animales, una en especial, pero se nos ha perdido, creo que ella salió a buscarnos, ya he dado aviso algunos conocidos, para sí saben de ella, me hagan saber. Soy nacida en Zaragoza, España, mi familia se fue a vivir a Canadá. Y él murió hace 6 meses. Y si he estudiado, soy médico con algunas especialidades y algunos otros cursillos. Señor Bernardo, ¿está dispuesto ayudarme a sacar este proyecto, adelante?

— Sí, señora, con el mayor de los gustos.

— Bueno mañana, nos reuniremos a primera hora, para darle a conocer cada plan, todos los deberes y demás cosas de este, lugar. Usted será como el amo o señor, será mi apoyo, su experiencia es muy importante para mí.

Bernard, al escuchar, decir que sería como el amo de ese sitio, eso le sobresaltaba el corazón. Debía conquistarla rápidamente, su tiempo era muy corto, pero había varios obstáculos. Era que ella acaba de enviudar, será muy pronto para ella volverse a casar.

Definitivamente, un amor en el tiempo que no era!!!

— Javier puedes venir, urgente, ven acá Javier, ¿donde estás?.

— Señor, estoy acá, ¿qué ha pasado?

— Javier, no debemos permitir que los empleados que están próximos a llegar nos delaten,

— Señor, estaremos atentos, calmado. Ya hoy no llegaron mañana temprano mandaré felipe para que esté atento, diremos que usted lo envió a inspeccionar la arboleda, para empezar hacer mantenimiento, y los jóvenes que lleguen diremos, que vienen buscando trabajo, que son conocidos de Felipe, que son buenos y tienen sus cartas de presentación del duque, debemos hacer las cartas y tenerlas listas para agregar los nombres y colocar el sello del ducado. Se dirá que los vamos a necesitar, para construir los establos y toda la locación para los animales de granja que llegan. Le parece excelencia

— Excelente idea.

— Javier, viajarás a la ciudad, mañana en la tarde, vas a hacer compras, para todas las construcciones que se van a hacer. Y llevarás una carta al consejero mayor, él tiene la autoridad, cuando no este de ahora en adelante, el rey me dio esa potestad de poder escoger, en mi ausencia quien gobernara, le llevaras todo lo que debe llevar a cabo en este tiempo que este fuera del ducado. En cada descanso viajarás y estarás atento a todas mis instrucciones, el ducado se gobernará mejor que nunca.

— Señor, está optimista,

— claro encontré la dueña del papagayo, debes traerlo devuelta, vas a decir que estando de visita en la ciudad, estuviste averiguando y te dieron información de donde estaba y lo rescataste, que las personas que la tenían eran buenas y te lo devolvieron sin pedir nada a cambio.

— Así se hará excelencia.

— Javier evita decirme excelencia, lo mismo Felipe, solo deben decirme, señor.

Ya eran casi las 4 de la tarde y Emilia tenía el hábito de ir a caminar  hasta llegar a un riachuelo que colindaba, con una serranía y los valles de normandy. Bernard la vio ir sola.

— Señora Emilia, ¿puedo acompañarla?

— Si claro, Bernardo sería un gusto, que me acompañaras, así conocerás un poco más del sitio

Ellos empezaron, su caminata y su charla por el momento era trivial y a medida que tocaban temas, la charla, cada vez era más interesante,

— Señor Bernardo, quiere acompañarme a colocar los pies en el agua un poco.

— Sí, señora, qué delicia sentir un agua tan pura como está tocando los pies, dígame, le gusta hacer esto seguido, venir hasta este lugar y refrescar sus pies.

— La verdad si, benjamín y yo, veníamos todos los días, a la misma hora, para nosotros era gratificante, después de una larga jornada de trabajo

— ¿Lo extraña, demasiado?, ¿ha pensado que podría enamorarse nuevamente?

— Señor Bernardo, sí que lo extraño y enamorar hasta ahora no lo creo hacer, está muy reciente la muerte de él. Si nuevamente me vuelvo a casar, lo reflexionaré unas diez mil veces y cuando haya pensado esas diez mil veces, volveré a pensar otro tanto.

— ¿Le tiene tanto miedo volverse a casar?

— Le tengo miedo volver a perder a un ser amado.

— Pero el amor volverá llegar a su puerta.

— Sí, pero tiene que llegar a normandy, porque de acá no salgo, ja, ja, ja

— Ja ajajá, tiene razón.

— Y usted Bernardo, no se quiere casar, aun esta joven.

— Yo si me quiero casar, claro, lo que pasa es que la mujer que la vida me dio aún no sabe que se robó mi corazón, antes de conocerla. Ella aún no sabe de mi existencia, pero yo sí sé la dé ella.

— interesante historia de amor, como de novela.

— No lo había reflexionado, pero sí. Señora debemos irnos ya el sol se está ocultando

— Claro, vamos, lindo el atardecer, me encantan esos verdes valles, iluminados por la claridad y la oscuridad. Te voy a decir algo, me encanta la luna llena, me gustaba acampar bajo la luna llena, pero a benjamín no le gustaba. Tengo ya algunos años, no lo hago, debería hacerlo.

— Sí, me permite le acompañaré para cuidar de usted

— Bernardo, si sería bueno que me acompañaras. Te diré para que día será y el sitio a donde vamos a ir.

El corazón de Bernardo, no cabía de la dicha, ella había aceptado la compañía de él, para ir a acampar.

Llegaron a casa y la cena ya estaba lista y los esperaban a la mesa. Fue una cena plácida y deliciosa. Charlaron un poco más, todos se estaban conociendo, y era agradable para Teresa, sentir viva la casa después de tantos meses de soledad.

— Tere, dime, ¿qué tal nuestros huéspedes?

— Mi niña, el señor Javier es un amor y el joven Felipe un encanto. Hacía falta esto en este lugar.

— Así es mi Tere, pero estamos para cambios positivos y espero que todos seamos un equipo y más que un equipo, una familia, unida trabajando por este bello paraje.

— Hagamos un brindis, por este momento, propone Bernardo.

— Bueno, hora de descansar, mañana empieza una nueva etapa en normandy.

Esa noche, todos estaban cansados, pero Bernard no podía descansar, debía hacer la carta dando instrucciones para el consejero, todo debía marchar a cabalidad en su ausencia más las cartas de los mozos que estaban prestos a llegar. Además, estaba tan emocionado. Que no le importaba dormir.

— señor, ¿puedo pasar?

— Claro, Javier, entra, cuéntame que te trae por mis aposentos, ja, ja, ja

— Su excelencia está muy jovial esta noche.

— Algo

— Pero dime, ¿hablo con la señora Teresa?

— Sí, bella dama, me puso al tanto de varias cosas, los planes que la señora trazo para cosechas, animales, ella se parece algo a usted, todo lo tiene planificado. Debemos ayudarles, con obreros, para la construcción, con semillas, animales y otras cosas más.

— Así, será, por eso harás todas las diligencias que puedas, si debes traer más obreros los que se necesiten de una vez y las cosas que se necesiten, ella va a preguntar que como traes todo eso si ella no te dio tanto dinero, pero le dirás que te conocen tanto que usted habló por ella y te los dejaron con la condición que cuando volvieras llevarás el resto de dinero. — Que descanse su excelencia, gracias

La noche transcurrió en calma. Teresa a tempranas horas de la mañana ya tenía listo, un café, algo típico en horas de la mañana en América latina.

Emilia fue la siguiente en salir de su alcoba, tomo su café con algo de canela y vainilla y se dispuso para ir a su laboratorio, no sin antes ayudar a teresa con la preparación del desayuno.

— Tere, espero llegue pronto su ayuda, esto necesitaremos más personal del pensado.

— Bueno, yo voy a estar en mi laboratorio y más tarde estaría reunida con el señor Bernardo, tenemos bastante por planear, debemos sacar presupuestos, bueno tantas cosas

— Mi niña, ¿Don Javier y Felipe?.

  —  Por ahora que te ayuden con la alimentación de los animales de la arboleda.

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