Capitulo 13

Fin de semana

Pasaron un par de días, llegando el fin de semana, Andrómeda y Roberta decidieron hacer una pequeña piscinada para despedir a Matilda y Frederick, ya que no sabían cuando podrían regresar, aunque Matteo, estaba muy ocupado, así que Frederick, junto a Arturo, se quedaron con él, quien ya estaba Molesto por no cumplir con la cita de Robe y ese beso no lo olvidaba.

No podía quedar atrás todo el papeleo de los niños, que para Arturo fue la mejor noticia que sería el padrino de ese par de niños encantadores.

_Ni me lo nombre, que no me ha cumplido con una cita._

Respondió Roberta a las chicas, ya que me habían preguntado por él.

_No es su culpa nena, mi hermano es un hombre muy ocupado con tantos negocios, que le quita el tiempo a él también._

_No te preocupes nena, sigue aguantando que llegará el momento._

Andrómeda reía junto a Matilda, ellas reían y echaban cuentos, mientras que los niños tomaban el teléfono de su madre para llamar a Matt.

📲_ Santos._

Respondió Matteo viendo su computador.

📲_ Matt soy Emma, te estamos esperando, no puedo hablar mucho, mi mami me regaña por tomar su teléfono sin permiso._

Matteo dejo a un lado su computador y sintió por esa voz tan linda.

📲_ Mi niña, estoy..._

_Emma viene mi mami._

Hablo Manuel y la niña tranco la llamada, dejo el teléfono y corrió junto a su hermano, dejando a Matteo con el corazón arrugado, ambos niños hicieron de las suyas para salir y parecer como si no hicieron nada, aunque Manuel no paraba de regañar a su hermana.

_Cancela todo para mañana, vamos a casa de la señorita del Río._

Arturo buscó esa agenda lo más rápido que pudo, sentía que su amigo se podía arrepentir y resolvió todo, era su oportunidad de su cita con Roberta, Frederick reía de él, pero más estaba sorprendido de lo mucho que lograban cambiar a su cuñado, esos niños.

Andrómeda tomó su teléfono y le mostraba fotos de sus niños pequeños a Matilda, quien sentía que se parecían mucho a ellos cuando estaban pequeños, pero todo era una coincidencia, no podía ser posible eso, su vida entera, la paso en su país y a Matteo nunca lo había visto, era las palabras que salían de ella.

_¿Dónde están los niños?_

_¿Aquí están, que tan bueno hay en esos teléfonos que descuidan a los niños.?_

Hablo Matteo muy serio, Matilda se levantó y abrazo a su novio, siendo cubierta por él con su saco, demasiado sexual para que la vieran, Aunque Arturo dijera que era como si hermana.

_No sabía que venían..._

Hablo Andrómeda sonriendo.

_No podía dejar de ver a mis tesoros._

Hablo Matteo dejando a Andrómeda en silencio, pero celosa de escuchar eso, Roberta busco unos tragos y jugos para los niños, Andrómeda les mostró las fotos de los niños y lo mismo opino Matteo, Arturo no dejaba de ver a Roberta, imaginaba tantas cosas con ella, que le tocó dejar de verla o tendría serios problemas abajo.

La tarde fue llena de alegría, Matteo no fue dejado tranquilo por Emma, la niña le pedía tantas cosas, pero que no le dijera a su mamá o se molestaba, Manuel la regañaba y eso le traía recuerdos a Matteo de su niñez, de cuando solía discutir con Matilda por no obedecer, o por inventar tantas cosas que la ponía en peligro y el siempre estaba para ella.

_Ya está por oscurecer niños, vamos para que tomen un baño._

La nana se los llevo, dejando a Matteo solo con Andrómeda, ya los demás se habían retirado, Arturo y Roberta se irían a su cita, la que tanto deseaba Arturo y el trabajo no lo dejaba cumplir, después de quedar solos, las palabras no salían, solo sus miradas Hablaban.

_Estás hermosa..._

Matteo acarició su mejilla y luego la beso.

_Creo que eres guapo cuando sonríes..._

Matteo puso sus dedos en los labios.

_Es mejor que me marche, antes que digas algo y me olvidé de mi caballerosidad._

Se acercó y beso sus labios para luego irse, dejando a Andrómeda con ganas de seguir besándolo, viendo su ancha espalda, mordiéndose el labio inferior, no le quedó de otra que ir a dormir, pero pasando primero a ver a sus tesoros, lo más importante que tenía en el mundo, su razón de vivir y trabajar siempre.

_Me gustas mucho Roberta..._

_Tú me encantas..._

Ambos disfrutaban de una cena en un restaurante reservado para ellos, disfrutaban decirse cosas y verse a los ojos, Arturo se acercó para besar sus labios, un beso llevó a las ganas de irse a una habitación de hotel, las ganas de saber lo que podían sentir con sus besos y caricias.

Los besos no paraban ni en el ascensor, solo bastó llegar a la habitación y cerrar la puerta para que las prendas fueran cayendo al piso y sus cuerpos pudieran sentir su desnudes, sus bocas probarán sus partes más íntimas, hasta estar unidos en uno, escuchando de sus bocas los sonidos que demostraban que disfrutaban del acto.

_Me tienes loco Robe..._

Una sonrisa salió de ella, para luego quedar encima de él y cabalgarlo, sintiendo como el tocaba sus senos y gruñía de placer, no fue hasta muy tarde que dejaron de que sus cuerpos descansarán.

Matilda sentía mucha tristeza tener que irse y dejar a sus niños, sentía tanta conexión con ellos, con las chicas, pero también tenía una vida con su abuela y quería una más con Frederick, seguir descubriendo la felicidad.

_No te sientas mal mi vida, vendremos cuando podamos, o Matteo los llevará, ya verás._

Fred besaba su frente mientras la tenía abrazada, imaginaba una vida entera con ella, muchos hijos.

Matteo llegó a la mansión y busco la foto de Matilda y él, de pequeños, no sabía por qué se parecían tanto, pero las expresiones que tenían de Andrómeda, le hacían pensar que solo eran niños y todo niños tienen algo en común, decidió ir a descansar, el día siguiente sería muy duro y ocupado, donde no tendría tiempo para nada.

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