CAP 18

El intercomunicador del despacho sonó y Edwin pulsó el botón que permitía escuchar

- ¿Si señora Fede? - preguntó a su secretaria

- Su esposa lo busca, ¿Le hago pasar?

-¡Claro!

Y sin más apretó nuevamente el botón del intercomunicador para la operación inversa a la anterior.

- Puede pasar señora del Monte

<> aquellas palabras le sacaron una sonrisa mientras entraba en el despacho de su supuesto esposo.

- Hola, ¿Qué te trae aquí?

-¿Puedo sentarme?

- Sí, claro que puedes - señaló uno de los sillones delante de su mesa de trabajo - Ponte cómoda por favor

Dejó sobre el otro sillón su chaqueta y su bolsa y se sentó en el sillón señalado después de haber acomodado la saya de su vestido.

Miraba sus manos sudorosas, entrelazó los dedos y los dejó sobre su regazo... mientras ella se ponía "cómoda" Edwin no dejaba de mirarla.

- Tienes una hija encantadora Edwin, con la que deberías pasar más tiempo, tiempo de verdad, de calidad - le dijo al fin mirando a sus ojos - No necesitas de terceros en tu vida para arreglar la distancia que hay entre ustedes, aún hay tiempo para ello. Por favor, no dejes que pasen cosas malas, lo lamentaras después.

- ¿Viniste a hablarme de Michelle? - le resultó un poco extraño

- No, no solo de Michelle, también de nosotros. - hizo silencio unos segundos que parecía eterno - Quiero el divorcio

Edwin no esperaba eso así que al escucharlo se puso de pie como un resorte.

- ¿De qué hablas? - apretó los puños al lateral de su cuerpo - ¿Cómo puedes dejar todo así? ¿Es por un hombre?

Adele le miró fijamente y algo desconcertada por su reacción

- No...no hay nadie más... solo...

-¡No mientas! - le gritó - Te vi hace una semana con un hombre en tu floristería, ¡te besabas con él!

Adele abrió asombrada los ojos y también la boca... No sabía qué responder...

- Fui a buscarte, quería decirte... - se tragó las palabras - solo quería hablar contigo, y allí estabas, besándolo

- ¡No es lo que crees! - se defendió

- ¿Ah no? - soltó una risita de burla - ¿Ahora también, además de cornudo, ciego?

- En serio, no es lo que crees - se puso de pie y se acercó al buró

- ¿Sabes qué? - le interrumpió - No me importa, de todos modos tú no eres más que una mujer ambiciosa, quien está a mi lado y lidia con mi hija por una propiedad... Te daré el divorcio ahora mismo¿Dónde firmo?

Aquellas palabras lastimaron mucho a Adele. ¿Cómo él podía juzgarla sin siquiera escucharla? ¡Ella no quería una propiedad! ¡Lo quería a él!

Se dejó caer en el sillón que estaba antes, tenía un gran nudo en su garganta y él, él estaba enojado, pero ¿Porqué?

Ella sacó de su bolso los documentos del divorcio y se los dio

- No te pido nada, ni siquiera la propiedad

Edwin río irónico y sin siquiera leer el documento, lo firmó

- Corre a los brazos de tu amado Adele, ya eres una mujer libre. - ella quiso decir algo, pero una vez más él la cortó - Tengo mucho trabajo, por favor, déjame solo.

Entonces Adele salió del despacho con unas ganas de llorar horribles y un gran dolor de corazón.

Las palabras... las palabras son espadas de doble filo que salen de las bocas para matar cuando la decimos con ira, con rabia, bajo enojo.... mejor tomar un tiempo para meditar las y que en vez de espada sean flores que embellezcan...

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- Toma, aquí está el cheque - le extendió una tira de papel

Fernando no dudó en cogerlo y la miró sonriente.

- ¿Sabes que tienes unos ojos hermosos Michelle?

Esta pregunta en forma de piropo hizo que Michelle se sonrojara y llevara un fleco de su cabello por detrás de su oreja.

- Tú y tus bromas

- Estás creciendo, y te estás convirtiendo en una joven muy linda...

- ¡Ya Fer…! Me haces enloquecer...no me gustan esas bromas - golpeó su pecho masculino con su mano delicada. - Ya me voy, sabes cómo localizarme

- ¡Espera! - le detuvo por una mano cuando ella se fue a dar la vuelta - Déjame saber a qué saben tus labios... hace mucho los deseo

Y ante el asombro de Michelle y sin dar tiempo a su reacción la besó despacio

- ¡Vaya! Son todo lo que imaginé! - sonrió - Ahora si puedes irte, pero créeme que estaré pensando en ti el resto de mi vida.

Y aunque en ese momento, solo era un juego para él, lamentaría en el futuro sus propias palabras.

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