Mirella, se fue.

Aníbal---: Preciosa ví salir a tu mamá y tus hermanos.

Girella---: Ellos se fueron apreciar el juramento de bandera Felipe es el abanderado, mientras que yo estoy aquí cuidando a esa mocosa, me gustaría irme y desaparecer de esta casa para siempre.

Anibal---: ¿Te gustaría, ir conmigo?

Mirella---: ¡Contigo!

Anibal---: Si como mi mujer.

Mirella---: De verdad, sería genial, pero tengo que cuidar a esa mocosa.

Aníbal---: Está dormida verdad, pues déjala atada en la cama así ella estará a salvo mientras tú y yo somos felices.

Mirella---: Está bien, ya tengo 15 años, y estoy grande puedo tener marido, voy por mis cosas... ayúdame atar a esa mocosa.

Aníbal---: Si mi amor (sonríe)

Mirella estaba feliz, se irá a vivir con su novio, tomo sus cosas y no miro atrás, tampoco le importó la desesperación que podía tener su hermanita al despertar y encontrarse amarrada, lo único que quería era ser libre sin imaginarse que la vida con un hombre muchas veces era más que ser sentenciada a una cadena perpetua, Aníbal era un hombre adulto de 25 años el ya sabía cómo era la vida mientras que Mirella recién iba a experimentar vivir lejos de su familia.

Después de dos horas, la pequeña María despertó quiso moverse y no pudo ya que Aníbal había atado sus manos también, ella se asustó y empezó a llorar, pero nadie la escucho, tenía miedo que lo único que hizo fue llamar a su mamá desesperadamente para que la salve lloro por horas hasta que se canso de llorar y volvió a quedarse dormida, sus ojos estaban hinchado y sus mejillas y su nariz estaban rojas.

Cuando Fidelina regreso a las tres de la tarde a casa no escucho ruido, su casa estaba en silencio le pareció extraño, ya que Mirella siempre está regañando a María, pero hoy todo estaba tranquilo.

Felipe---: ¿Qué pasa madre?

Fidelina---: No escucho a tus hermanas.

Yanet---: Ya tengo hambre, subamos rápido.

Yanet se adelantó abrió la puerta, fue directo a la cocina, tomo agua, pero no encontró alimento preparado, salió informo a su madre que Mirella no había cocinado.

Yanet---: Mami Mirella no cocino.

Felipe---: Me saco el uniforme y ayudo a cocinar.

Fidelina llamo a su hija pero no estuvo respuestas, mientras que Felipe al pasar la habitación de su madre se percata que su la pequeña María estaba amarrada en la cama, corrió hacía ella y llamo a su madre había pensado lo peor.

Felipe---: María, despierta (despertado) mamá, mamá...

Fidelina---: ¿Qué ocurre? Dios hija que le hicieron, no puede ser.

María despertó y empezó a llorar desconsoladamente en los brazos de su madre, donde la desesperación la invadió al imaginarse a Mirella en peligro, pero Yanet que había salido a comprar golosinas, le informaron que Mirella se había ido a las nueve de la mañana con Aníbal, ella regresó a la casa e informo a su madre tranquilizándola un poco, pero también se molestó en la manera que su hija pequeña fue abandonada por su hermana mayor.

Felipe---: Se fue con marido que tonta.

Fidelina---: A dónde se la habrá llevado, mi hija es una niña y ese tipo es adulto, desde cuándo son novios.

Yanet---: Desde hace tres meses, perdón madre por no decírtelo.

Fidelina---: Ya no importa, me duele que mi hija tome esa decisión pero no puedo hacer nada ojalá ese tipo me la trate bien.

La pequeña María se tranquilizó al estar junto a su madre, los días pasaban muy rápido y Fidelina trataba de sembrar buenas costumbres en sus hijos que le quedaban bajo sus alas, El sol salía por el este y se ocultaba por el oeste, la aurora aparece dando la bienvenida al majestuoso sol, así como el crepúsculo lo despide al anochecer, también significaba que los días se convertían en meses así mimo los meses se transformaban en años, la pequeña María crecía en el campo iba a la escuela por las mañana y en tardes trataba de ayudar a su madre en lo que más podía porque aquella mujer ya daba signos de cansancio.

Maria a sus 8 años y en sus momentos libres los dedicaba a divertirse, ella era la única niña en a los alrededores de la finca, porque todos sus amigos de esa edad eran varones, donde le tocó actuar como ellos para no ser marginada ni aislada por sus amigos, sus deportes que más practicaba era el indor y su lugar favorito era él arco, ella era la arquera de su grupo y gol no era fácil hacerle, también le gustaba jugar mucho a las canicas y el trompo lo hacía bailar mejor que sus amigos, era un chico más porque si era de darse golpe con ellos, no temía en hacerlo y defender su derecho, no le importaba si era una mujer solo peleaba su puesto en el grupo.

A pesar de todo las dificultades ella era feliz, así como era buena en los deportes, era excelente como estudiante, ella lloraba si se sacan promedio bajo de 15 a ella le gustaba mucho el número 20, por lo tanto, trataba de sacar ese número en sus exámenes y en lecciones. Un día su hermano mayor calentaba su cuerpo para realizar su baño, ya que el era deportista y entrenaba algunos deportes como boxeo y Judo, María al ver aquellos movimientos se sorprendió, a ella le gustaba mucho ver aquellas personas que practican está clases de deportes.

María---: ¡Guauuu! Ñaño como hiciste eso, enséñame por favor quiero aprender.

Felipe---: (ríe) si yo te enseño esto, eres capas de golpear a todos esos niños cuando no te dejen ganar o jugar.

María---: Prometo no hacerlo.

Felipe---: No confío, mira ya mi mami se ha metido muchas veces en problemas, golpeaste al hijo de la familia Pincay.

María---: Yo no lo quería golpear pero él no me quería dejar jugar y soy muy buena jugando indor, además es un cobarde porque él es más grande que yo.

Felipe sonrió, su hermana tenía una escusa para cada cosa, el no podía negarse, también le pareció bien que su hermana menor no se deje de nadie, eso lo hacía sentir orgulloso, en aquel día María Mera conoció uno de los deportes que sería emblemático para su familia sin imaginar que de ella saldrían grandes campeones que dejarían en alto el nombre de su país.

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