El primer paso

Louis llegó a La Colina con Sylvie colgando de su brazo. La mujer entraba con una actitud de suficiencia esperando ver la cara de su rival en cuanto la viera llegar. Pero tendría que quedarse con las ganas.

La casa estaba a oscuras y en silencio. Nadie salió a recibirlo y eso puso bastante molesto a Louis que no entendía dónde se había metido esa mujer ahora.

¡Irina!… ¡Irina! comenzó a gritar a viva voz. Pero nadie apareció, nadie llegó para atenderlo.

Subió corriendo las escaleras para buscar a su esposa en las habitaciones, en cualquiera, ella en alguna debía de estar. Pero el panorama que encontró en cada una de ellas era el mismo. Nada, vacío. La habitación principal que era la que ambos ocupaban estaba completamente vacía. Ella se había llevado todas sus cosas, a excepción de las pocas pertenencias que él le hubiera comprado. El anillo de matrimonio yacía sobre la mesa de noche, como la fiel señal de que ese día ellos realmente se habían divorciado.

¿Louis? habló Sylvie con voz suave y calmada ¿Le habrá pasado algo a Irina? preguntó luego.

¡No! fue la respuesta tajante y cortante que recibió parece que Irina ha decidido mudarse de esta casa finalmente

Esas fueron las únicas palabras pronunciadas por el hombre cuyo semblante estaba bastante oscuro.

Ella se había ido, realmente había cumplido y lo había abandonado ¿Por qué le costaba sentirse feliz? Simple, él le había pedido matrimonio a pesar de no amarla. Nadie lo obligó, nadie lo puso entre la espada y la pared, fue su decisión, aunque tomada en el calor de los acontecimientos, él lo había decidido de esa manera y creía que su matrimonio debía ser para toda la vida. Sin amor, pero hasta la muerte. Ignorando a su esposa y tratándola con frialdad, pero igual a su lado. Con todo el desprecio con el que la trataba igual ella tenía que quedarse en su jaula de oro y esperar por él. Para eso se había casado.

Aún recordaba ese día. Sylvie lo había abandonado y se había marchado con su amante. Porque eso era lo que todos pensaban, aún no sabía la verdad. En su dolor y frustración él ideo un plan. Algo que no lo dejara en vergüenza tras ser abandonado unos días antes de la boda y pensó en ella. Esa pequeña mujer que lo miraba embobada de amor por él. Eso era lo que necesitaba para poder levantar su maltrecho ego herido. Una mujer que besara el suelo que él pisara y lo salvara del ridículo. Sabía que ella no tenía nada, y que no se negaría a ser una mujer rica y parte de una de las familias más importantes de la ciudad y del país.

Cuando se lo propuso ella respondió de inmediato que sí. Estaba un poco confundida, pero muy emocionada por el matrimonio. Cualquier mujer en su lugar lo estaría, cualquiera menos ella, su amor, su Sylvie.

Se casaron por civil, en una ceremonia un poco menos ostentosa de la que tenía preparada. Nadie se inmuto por el cambio de novia. Todos los allegados sabían lo que había ocurrido y también sabían que si llegaban a decir algo serían destruidos. Nadie se metía con un Black y salía ileso de esa situación.

Los rumores fueron callados, el matrimonio se realizó aunque con un pequeño cambio: la novia. Y su infeliz vida de casado comenzó. Hasta que ella volvió y supo la triste verdad de su partida. A partir de ese momento se sintió entre la espada y la pared. Tenía un deber moral por la mujer que había amado durante tantos años y también por la que era su esposa.

Se sentía perdido y abatido, ahora ella lo había abandonado. No entendía muy bien qué era lo que había ocurrido. Sabía que las fotos enviadas por Sylvie eran un gran motivo, pero ella debía entender que él solo la cuidaba y protegía porque ella lo necesitaba. Su cabeza era un lío, una madeja de lana sumamente enredada y ahora tenía que desarmarla para poder tomar una decisión de manera lógica.

¿Louis? volvió a decir Sylvie que observaba al hombre en silencio mientras estaba perdido en sus recuerdos _ ¿Qué ocurre?

Creo que debes descansar. Te muestro tu habitación. Ya mañana contrato personal para que te atiendan el aire se había vuelto denso y un escalofrío recorrió a la mujer que comenzó a temblar sin saber por qué. Algo se estaba gestando en el interior del hombre.

¿Estás bien? Su dulce voz lo alertó nuevamente.

Claro, no hay razón para no estarlo. Vamos dijo para luego salir de la habitación y guiar a la mujer a la puerta siguiente _ dormirás aquí.

Está bien ¡Gracias Louis! dijo antes de dar un beso suave en su mejilla, en el nacimiento de sus carnosos labios.

Ella ingresó a la habitación feliz y satisfecha. Parecía ser que al fin estaba logrando sus objetivos. Con esa mujer fuera de juego ella lograría todo lo que quiere y más. Sólo debía ser paciente. Quizá mañana se dijo para luego quitarse la ropa y meterse en la cama a dormir. Si Louis entraba la vería así, tan sensual como siempre. Sabía que pronto las barreras de ese hombre caerían y ella podría meterse en su cama y disfrutar de ese maravilloso cuerpo. Sería genial embarazarse pronto para poder atarlo finalmente a ella.

Louis, entre tanto, entraba al lugar que en pocas ocasiones había compartido con su esposa, pero que siempre había sido tan satisfactorios para él. La química que había entre ellos era increíble y extrañaba poder entrar en su hermoso y apetecible cuerpo. Se sentía bastante molesto aunque no sabía bien por qué.

La noche fue muy larga para el hombre que no lograba comprender cabalmente qué es lo que estaba pasando.

“_”

Por otro lado Irina se despertaba feliz. Su noche había sido maravillosa. Había dormido magníficamente, como hacía mucho tiempo no lo hacía, exactamente desde que se casó.

Luego de su merecido desayuno se comunicó con la inmobiliaria, debía solucionar su problema de vivienda lo antes posible. Tras una pequeña conversación se encaminó al lugar, le mostrarían la casa que había visto. Natacha vivía en un lujoso departamento, pero a ella le gustaba más los ambientes abiertos, el aire libre, los amplios jardines y la piscina. Todas comodidades que en un departamento no tendría.

Bienvenida Señora Ivanova, permítame que le presente la propiedad dijo la vendedora feliz.

Recorrieron todos los rincones de la gran Villa, y era justamente lo que ella estaba buscando. Sería su lugar, su hogar. “Fénix”, ese sería el nombre de su hogar. Como el ave mitológica que renace de sus propias cenizas, ya que eso era ella. Había pasado por el fuego para resurgir como una nueva mujer empoderada y victoriosa. Ya nada ni nadie podría meterse con ella, nunca más permitiría que intentaran trapear el piso con ella.

Una vez terminada la compra se dispuso a contratar a un decorador. Todo tenía que ser perfecto, tal y como ella lo anhelaba. Había dejado que otros se encargaran en el pasado y vivido en una casa que no la representaba en lo absoluto. Esta tenía que ser un fiel reflejo de ella, de su esencia y de su personalidad.

Este era el primer paso para convertirse en la mujer que siempre quiso ser. Aquella que sus padres criaron en realidad, fuerte y decidida, no una mujer sumisa que solo obedece las órdenes de su marido y hace su voluntad.

Con una felicidad indescriptible comenzó el camino hacia su empresa. Debía ir a ocupar formalmente su lugar como CEO y dueña junto con Natacha, su mejor amiga, casi hermana. Ahora todos sabrían el verdadero valor de Irina Ivanova.

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Comments

Nana Fernandez

Nana Fernandez

Este ahora sí que ba a saber lo que es estar solo aunk estés acompañado
...no sabe uno lo k tienes asta que lo pierde mejor dicho nunca pensaste perderlo pero nada es para siempre....

2024-04-17

14

Blanca Montero Angulo

Blanca Montero Angulo

bien dicho Nana Fernández. 😘😘👏👏👏

2024-05-04

0

katius

katius

el cerebro no le da para más

2024-05-01

0

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