Por Favor Regresa
Una nueva noche había llegado. Un día más había concluido. Sentada en un mullido sofá Irina miraba por la ventana de la hermosa mansión en la que vivía desde hace dos años.
En este día, dos años antes su sueño se había hecho realidad. Ella se había casado con el hombre al que había amado en secreto desde que tiene memoria. Pero ahora se sentía tan sola y abandonada.
Su mirada que había permanecido perdida en la ventana mirando la entrada de la villa se desvió hacia la mesa que estaba hermosamente adornada. Había preparado todo como a él le gustaba, su comida preferida estaba allí servida, ya fría por el tiempo que llevaba en ese lugar. Era evidente que, una vez más, él le había fallado. Cuando le mandó un mensaje a su asistente para preguntar si su marido venía este le dijo que "el señor informaba que estaría allí", pero nunca llegó.
Una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla. Ya no sabía cuántas había derramado desde que se casaron. Lo que para ella era un cuento de hadas terminó siendo una pesadilla.
Ya no tenía caso seguir esperando, él no iba a llegar. Cuando se estaba levantando su teléfono empezó a timbrar, lo tomó apresurada pensando que era él pero en cambio recibió un mensaje que la dejó aún más sumida en la desesperación.
"Hoy cenamos en nuestro lugar preferido, luego hicimos el amor y ahora está dormido en mi cama. Gracias por ser tan considerada".
Seguido de este mensaje había una foto de su marido durmiendo en una cama que ya había visto en otras fotos con contenido similar.
Ese era el departamento de Sylvie, la única mujer a la que su marido había amado en su vida. La que lo abandonó para cumplir sus sueños y que luego volvió cuando ya estaban casados a meterse de manera descarada entre los dos.
Todo lo que ella siempre había anhelado de él lo recibía Sylvie, ella solo tenía migajas ocasionales de sexo sin amor. Cuando él volvía a casa lo hacía para meterse en su cama, entre sus piernas y retozar de manera lujuriosa y descarada. Luego estaba días sin aparecer nuevamente. Siempre era el mismo patrón y ella ya estaba francamente cansada.
Las humillaciones constantes de esa mujer, la indiferencia y frialdad del hombre al que amaba, el abandono en el que vivía habían calado hondo en su corazón que ya no podía soportar una desilusión más. Mejor era dormir, ya era tarde, demasiado tarde para demasiadas cosas.
Sin más, a pesar del dolor. Se durmió profundamente.
Un nuevo día había comenzado, era muy temprano, los primeros rayos de luz entraban por la ventana del comedor de la lujosa mansión. Por la puerta principal un hombre alto, de pelo negro con ojos grises, entraba con un semblante serio y frio. Observó todo a su alrededor y frunció el ceño al ver la mesa que aún continuaba como la noche anterior, con la comida sobre ella.
Se acercó temeroso y comprobó que ni un solo bocado había sido tocado. Los platos estaban en su lugar, incluso las velas parecían haberse consumido. Miró cada detalle, sintió una leve molestia en el pecho que no pudo descifrar, y siguió su camino hacia su habitación.
Debía bañarse y cambiarse de manera apresurada ya que ese día tenía una importante junta de negocios.
Se sentía irritado con lo que había encontrado al entrar, ahora tendría seguramente una discusión con su esposa por no haber asistido a la ridícula cena que ella había preparado. Parecía no entender que él no podía estar a su servicio y haciendo lo que ella quería.
Entro a la habitación con su aura amenazante y fría de costumbre, no iba a permitir ningún tipo de reclamo, ya estaba cansado de la actitud de su esposa. Tenía mil y una ideas en la cabeza, pero, sin embargo, se encontró a la joven durmiendo tranquila. Estaba con un hermoso pijama rosado que dejaba sus hermosas piernas al descubierto. La detalló en profundidad, era realmente una mujer hermosa, incomparable. Tenía muchas ganas de despertarla y meterse entre sus piernas como lo hacía cada vez que iba, era algo inevitable para él ya que su belleza y sensualidad lo llamaban. Sacudió esos pensamientos y se dispuso a cambiase para irse a su oficina, la junta era demasiado importante no podía retrasarse y luego debía llevar a Sylvie a almorzar, ya que, si no lo hacía ella no comía nada. Era importante cuidarla ya que su salud era muy frágil.
Ingresó a su vestidor y eligió el traje apropiado a la ocasión. Entro a la ducha, se bañó y al salir notó que Irina ya había despertado. Ella solo lo miró.
Buenos días Louis fueron las únicas palabras que la mujer le dijo. Eso lo desconcertó, ¿será un truco nuevo para llamar mi atención? Pensó.
Buenos días se limitó a decir para comenzar a vestirse.
Irina se levantó y entró al vestidor a cambiarse, no tenía ganas de quitarse la ropa delante de él. Se puso un lindo vestido celeste, que no era entallado sino todo lo contrario pero que le quedaba hermoso y dejaba ver su linda figura.
Él seguía en el lugar, estaba desconcertado y perdido. Ella siempre era amable, lo ayudaba a vestirse, le preparaba la ropa, luego le hacía el desayuno, todo con la intención de que él volviera cada noche a casa, pero ese día nada de eso pasó. Ella bajó casi sin mirarlo.
_ ¡Irina! _llamó.
¿Qué necesitas? preguntó ella que había vuelto sobre sus pasos.
_ No me esperes más a cenar, no lo necesito, yo como fuera. No vuelvas a mandar mensajes a Bernard, no molestes con tus estupideces. Cuando quiera volver a casa lo hago, eso no te incumbe.
Las palabras de Louis habían terminado de romper el corazón de la mujer de una manera inimaginable. Pero ella solo lo miró y dio un asentimiento de cabeza para luego decir.
Está bien, no vuelve a pasar no te preocupes luego de estas palabras dio la vuelta para salir de ese lugar como un rayo, no podía permitirse llorar delante de él. Después de todo, sus lágrimas nunca lo conmovieron, no había necesidad de humillarse más aún.
Él se quedó parado en el mismo lugar con un sabor amargo en la boca. Había dicho cosas que no quería o si quería pero esa no era la manera. Sabía que la había lastimado de una forma cruel, bajó apresurado para intentar decir algo que fuera un poco amable, pero ya no había nadie en el lugar. Todo estaba en silencio.
Ella había subido al taxi que pidió desde el vestidor y se había marchado. Tenía varias cosas que hacer. La primera consistía en ir a la casa que le había quedado de sus padres, lo único que le dejaron antes de morir. Debía limpiarla, arreglarla para poder ocuparla a la brevedad. Lo segundo era visitar a su abogado, debía comenzar cuanto antes los trámites de divorcio.
La noche anterior había tenido una epifanía mientras dormía. Su vida debía cambiar, ella debía amarse a sí misma antes de pedir el amor de alguien más. Ahora comprendía que cuando ella recuperase su amor propio podría sentir el amor de otras personas. Necesitaba sanar, amarse y recuperar su dignidad.
Louis seguía desconcertado, había algo en ella que era distinto. Su mirada, su actitud, no parecía ella misma. Llegó a la empresa justo para su junta de negocios, la que fue sumamente exitosa. Luego debía ir por Sylvie, llevarla a comer era una rutina autoimpuesta luego de su descompensación por no alimentarse como correspondía. Su salud era muy frágil, principalmente desde que sus padres habían muerto de manera tan horrible.
¡Louis, por fin llegas! dijo Sylvie con una radiante sonrisa en los labios.
Sí, te dije que vendría todos los días contestó de manera firme pero amable el hombre.
Lo sé, pero creo que te estoy perjudicando, tu esposa debe de estar molesta porque no fuiste a cenar con ella anoche, perdón, es que me sentía tan sola y las pesadillas espantosas me atormentan a diario dijo la mujer con mirada dulce y afligida a la vez que su labio temblaba, se veía realmente lamentable.
Tranquila, no pasa nada, ella debe entender, si no lo hace es su problema le dijo mientras la abrazaba dulcemente. La mujer refugiada en sus brazos tenía una sonrisa satisfecha. Pronto iba a conseguir aquello que tanto había buscado y que casi se le escapa por tonta.
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Comments
Nelly Seila Gonzalez
Siempre las zorra se hacen las deviles para atraer al hombre que quiéren conquistar y siempre dicen " no quiero molestar a tu esposa " jajajajaja si el supiera que la provoca mandandole mensajes y fotos zorra maldita no te quedarás con el
2024-12-01
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Hiradia Cohen
Siempre hay una Arpizorra y un estúpido poco hombre que lo manipulan como le da la gana y el cae recóndito ante la zorra humillando y velando a su esposa ojalá esta se valore y lo mande a volar
2024-12-02
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Nelly Seila Gonzalez
A un hombre soberbio no hay que rogarle nada sólo déjalo ser el mismo y vete darle el divorcio y listo siempre abra alguien mejor la vida no se acaba por alguien que nunca te quiso
2024-12-01
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