¿Aceptarías mi invitación?.

Las semanas han pasado tan rápido que al día de hoy ya llevo dos meses viviendo junto a Jonathan y Carol, la primera semana fue un completo desastre cada noche llamaba a la señora Cecil para que me ayudara a calmarme y conciliar el sueño.

Hasta que logre superar esa etapa y ahora estoy viviendo más tranquila que al principio, Nieve también a podido a adaptarse con más facilidad, pero aún la llevo conmigo cada día al trabajo.

Ya que Jonathan y Carol también trabajan y si la dejo sola en el departamento, para cuando regresaremos estaría echo un desastre el departamento y por su nerviosismo podría lastimarse y eso no lo permitiría.

Los fines de semana siempre voy de visita a la casa de Cecil y César, siempre me quedo todo el día y por petición de ella me e quedado por la noche, ella siempre dice que no a sido fácil asimilar que soy más independiente, pero aún así está orgullosa de mí y mis grandes avances y logros.

Sobre Emilio, sigue siendo tan detallista y muy romántico, no a dejado de mandarme sus aromáticos ramos, sus deliciosos almuerzos en la oficina y los juguetes para Nieve, me derrite que sea hasta con ella muy atento.

Y cada día que paso con él, mis días se hacen más ligeros…

Estaba por terminar cuando la puerta se escuchó y era él, esa fragancia era inconfundible aparte que amaba que hiciera cosquilleo en mi nariz.

— hola preciosa, ¿ya terminaste?— asentí comenzando a guardar mis cosas.

— si, ¿por qué?, Emilio— lo escuché suspirar hasta que sentí un beso en mi mejilla y a su tacto me hizo ruborizarme.

— quería invitarte a cenar, pero si no tienes tiempo, entenderé— reí tocando por inercia mi cabello.

— Emilio, porque respondes por mí, porque no me invitas formalmente— lo escuché reír hasta aclarar su garganta.

— cierto, Lilith te invito a cenar, ¿aceptarías mi invitación?— extendí mi mano y de inmediato sentí la suya, me levanté hasta abrazarlo.

— claro que me gustaría ir a cenar contigo— lo escuché carraspear separándonos.

— ¿qué te parece, si llevamos a Nieve con la señora Ceci? — asentí entrelazando mi brazo al suyo.

Chasquee mis dedos y de inmediato sentí su pelaje junto a mí y caminamos hasta salir de la oficina al llegar al ascensor la voz del señor César me hizo prestarle mi atención.

— hija, ¿a dónde irán?— iba a contestar cuando escuche la voz de Emilio contestando por mí.

— hola señor César, vine a invitar a Lilith a cenar e iremos al restaurante Renuar.

— recuerdas lo que hablamos verdad Emilio, Lilith, hija yo puedo llevarme a Nieve— asentí me puse en cuclillas para despedirme de ella.

— pórtate bien bebe, te amo— la escuché ladrar, la abracé y la escuché caminar.— gracias papá.

— sentí sus cálidos brazos levantarme hasta abrazarme— te amo hija, cuídate y cualquier cosa sabes de tu localizador— asentí separándome de él— cuídala Emilio.

— no se preocupe señor, tengo muy presente su plática y jamás la olvidaré— tomo mi mano entrelazándola en su brazo— nos vamos.

Asentí abordando el ascensor y solo fueron minutos hasta que subimos a su auto y mientras íbamos en camino no pude resistir la intriga sobre la plática que menciono César.

— Emilio— hizo un sonido con sus labios indicándome que estaba escuchándome— ¿a que plática se refería Cesar?.

— solo fue una plática casual sobre cuidar a su joya— asentí más que confundida por su respuesta— no te preocupes no es nada malo.

— está bien, ¿aún falta por llegar?— tomó mi mano dejando un beso en mis nudillos.

— ya estamos por llegar, preciosa— asentí, recostando mi cabeza en el descanso del asiento.

Después de minutos sentí detenerse el auto, lo escuché bajar hasta que abrió mi puerta y me ayudo a bajar entrelazo mi mano a la suya y comenzamos a caminar.

Entramos y una mesera nos llevó a la mesa reservada, nos sentamos y Emilio puso en mis manos el menú, abrí los ojos porque no sé que pretendía con eso.

— escoge el platillo que más te guste— fruncí mi ceño por sus palabras tan ilógicas – tranquila.

Retiro el menú de mis manos y las suyas tomaron las mías para solo mostrarme del porqué me decía eso, el menú estaba escrito para gente especial como yo.

Sentí un grueso nudo hacerse en mi garganta por lo que mis dedos palpaban, ya que lamentablemente en esta sociedad aún no nos quieren incluir, suspire hasta que unas lágrimas salieron de mis ojos.

— discúlpame, no fue mi intención hacerte sentir mal por mis palabras — negué hasta que sentí sus dedos limpiar mis lágrimas.

— no tienes que disculparte, solo que es la primera vez que visito un restaurante y tenga este tipo de menús y solo, solo fue nostalgia— lo escuché suspirar hasta que sentí sus labios en mi mejilla.

— tranquila, no sé, pero no me gusta verte llorar, tus hermosos ojos son opacados por tus lágrimas— sonreí por las palabras tan bonitas— me gustas más así, tan sonriente como cuando nos conocimos.

Asentí, la mesera levantó nuestro pedido y mientras llegaba nuestra comida Emilio me platico su vida, la dura etapa que pasó por el fallecimiento de su padre y sus adicciones en aquel entonces y que por su abuelo pudo ser un hombre nuevo, con sueños y metas.

Cuando termino de contarme todo lo que vivió nos quedamos en silencio, lo escuchaba hacer unos ruidos y sabía que quería preguntarme algo, estire mis manos sobre la mesa hasta que él posó las suyas sobre las mías.

— Emílio, pregúntame, ¿que quieres saber?— suspiro hasta apretarme suavemente mis manos.

— Li, ¿tu ceguera es de nacimiento?— negué soltando un suspiro muy profundo y aun doloroso.

— no, la vista la perdí cuando tenía como quince o dieciséis años, por un accidente bueno eso creo, porque la verdad ese episodio sigue tan perdido que hasta el día de hoy no recuerdo nada— suspiro de nuevo y apretó más mis manos.

— perdóname por haber sido tan imprudente por preguntarte — negué sonriendo.

— no, no, esto es parte de mi proceso de aceptar para sanar, sabes gracias a los señores Monroe soy una mujer fuerte e independiente, bueno eso también está en proceso— me reí por lo que dije escuchándolo también a él reírse.

— sabes, eso me gusta que tomas el lado bueno a todo lo que has pasado— asentí ladeando mis labios.

Nos trajeron la comida y en total silencio comenzamos a comer entre comentarios casuales y roses de nuestros pies, al terminar Emilio pidió la cuenta y salimos del lugar, pero antes de irnos al auto me llevo a caminar.

Entre más avanzábamos él me describía todo lo que sus ojos veían y en verdad era hermoso, hasta que nos detuvimos el tomo mis manos apretándolas con delicadeza.

— esta noche a sido maravillosa, Li— asentí acercándome un poco a él hasta recostar mi cabeza en su pecho.

— gracias, no sabes cuanto daría por poderte ver— el suspiro tomándome de los hombros para alejarme.

Tomo mis manos llevándolas hasta su rostro donde sentí sus mejillas un poco húmedas y aunque me dijera otra cosa sabia que eran lágrimas, recorrí cada milímetro de su rostro mientras mi mente se hacía una imagen a semejanza de mi tacto.

Y en verdad era muy guapo, sentí sus labios curvarse hasta que volvió a tomar mis manos y las puso sobre su pecho.

— ahora ya me conoces; Li, ¿sientes mi corazón?— asentí un poco sonrojada— créeme cada latido es más fuerte gracias a ti— tomó mis manos besándolas hasta sentir sus brazos rodearme dejando un beso en mi frente— gracias por estar en mi vida.

Y solo al decir eso sentí mi corazón latir mucho más rápido de lo normal, el cosquilleo en mi panza se hacía más intenso, aspire su fragancia tan varonil que sin dudar embriagaba cada poro de mi piel.

— Emilio, gracias por llegar a mi vida y aun sin saber te necesitaba— beso de nuevo mi frente y sintiendo más calidez sus brazos donde sin duda duraría horas en ellos, porque él me hacía sentirme segura.

Suspiramos al mismo tiempo al separarnos él tomó mi mano, caminamos hasta llegar al auto, subimos y al ponerlo en marcha él en ningún momento me soltó la mano y esa simple acción provocaba una gran revolución en mi interior.

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