Día #1.

LILITH.

Después de escuchar ese discurso tan motivador, nos estuvimos un tiempo más hasta que nos fuimos, dejando de paso a Carol, al llegar a casa me despedí de Jonathan, pero antes de poder bajar de su coche me tomó de la mano.

— Li, si te dijera que te mudaras conmigo, ¿lo harías?— me tomó por sorpresa su pregunta.

— Pero, acabamos de graduarnos Jonathan y aún no sé si conseguiré trabajo rápido— él solo me abrazo y lo escuché suspirar.

— lo sé Lilith, pero mi padre me regalo un departamento y la verdad no quiero vivir solo— asentí tomando sus manos.

— Jonathan y a Carol, ¿ya le dijiste?.

— si, ya le dije y solo se mudara conmigo, si tú lo haces— asentí soltando sus manos.

— claro que me gustaría mudarme contigo, pero cuando lo haga quiero tener un trabajo; porque no me gustaría depender de ti o de Carol— él solo respondió aceptando mi petición.

— entonces en dos meses nos mudamos a nuestra nuevo departamento — sonreí y solo sentí sus labios húmedos en mi mejilla— descansa Li.

—cuídate Jonathan y tú también descansa.

Baje de su coche saque mi bastón y camine hasta la puerta donde ya el señor César me espera y lo reconocía solo con el aroma de su loción.

Me abrazo y entramos a la casa, camine hasta las escaleras para subir e ir a mi habitación, pero al subir unos cuantos escalones la voz del señor César me hizo detenerme.

— Lilith, ¿necesito hablar contigo?— solo asentí y su mano tomó la mía, guiándome hasta su despacho.

Al entrar me senté en el sofá, se escuchó la puerta cerrarse acompañado del sonido de sus zapatos al caminar, hasta que lo sentí al lado mío.

— Lilith, lo que quiero preguntarte es ¿que has pensado sobre el trabajo?— asentí.

— desde hace semanas he estado pensando lo mismo señor Cesar— lo escuché reírse y sé que está negando porque él desde hace tiempo me pidió que solo lo llamara Cesar— en estos días buscaré trabajo.

— sabes que no es necesario y tampoco hay prisa, aquí no te hace falta nada, pero te conozco mejor de lo que crees y por eso te quiero pedir que trabajes para mí— me sorprendí por su pedido— tómalo como una experiencia y esto te servirá a futuro.

— y, ¿que haría con usted?.

— serías mi asistente, estarías en la misma oficina que yo— suspiré de nervios, sabía que esto sería un reto más para mí.— pero no tienes que preocuparte sabes que todo lo que toquen tus manos estará echo especialmente para ti.

— sonreí hasta asentir— acepto ser su asistente y, ¿cuándo empezaría?.

— mañana, pero si no te sientes preparada puedes empezar el martes— asentí levantándome.

— mañana está bien, César— me abrazo hasta besar mi mejilla— ¿que hora es mi entrada?.

— a la hora que yo me vaya, por cierto Cecil te levantara— asentí despidiéndome de él.

Salí del despacho subiendo uno a uno los escalones hasta llegar a mi habitación, apenas abrí y escuche el cascabel de Nieve, sentí su lengua lamer mi mano, me puse en cuclillas para hacerle cariños.

—hola hermosa, ¿me extrañaste?— ladraba y me lamía el rostro- tranquila Nieve, vamos a dormir.

Me levanté chasque mis dedos y de inmediato se puso al lado mío, camine al baño, agarre del mueble el cepillo para su pelaje y la comencé a peinar en total silencio.

Pero en ese silencio mi mente pensaba a mil, reapareciendo la duda y la pregunta tan frecuente que mi mente me hacía desde hace tiempo, ¿que me sucedió hace años?.

Termine de peinarla y le di la orden que me esperara en la cama, me deshice el peinado; me cambie el vestido por una pijama, al estar frente al lava manos sabía que frente a mí había un espejo en donde se podía ver mi reflejo y solo me invadió la nostalgia, por todo, por no saber como son los señores Monroe, mis amigos y no poder conocer mi apariencia a años de la última vez que vi la luz de la luna.

Me senté en el inodoro, mis sollozos invadían cada rincón del baño y de mi habitación, mis lágrimas bajaban con fuerza de mis mejillas, aún me dolía y esa herida seguía tan abierta que no sé cuándo pueda cerrar para dejar todo atrás y continuar con mi vida.

Por qué aunque cada día me levantara con ánimos, positivismo y gritara a los cuatro vientos que todo estaba bien, tarde o temprano toda esa carga me volvía a aplastar.

Me limpié las lágrimas, levantándome del inodoro, parándome exactamente donde estaba minutos atrás, llevé mis manos a mi rostro tocando con delicadeza recorriendo cada milímetro de mi rostro tratando de reconocerme.

Por breves segundos mi mente voló a aquella imagen que mis dedos recorrían y dibujaban, pose mi mano en el espejo acariciándole hasta que solo con fuerza estrelle mi mano en el espejo gritando con frustración.

Sentí un dolor agudo en mi mano y el ruido de los vidrios caer al piso; Nieve comenzó a ladrar y solo escuche un grito y por la voz sabia que era la señora Cecil.

— ¡por Dios!, hija mía, calma, todo estará bien— tomó mi mano sacándome del baño, me sentó en la cama y me hizo curación en mi mano, estaba tan apenada por la estupidez que acababa de hacer que no encontraba las palabras adecuadas para pedir perdón.

— lo siento, de verdad, yo, yo, no sé que me paso— toco mi mejilla limpiando las escasas lágrimas.

— tranquila, no te estoy pidiendo alguna explicación hija, sé que pronto dejaras todo atrás— asentí, pero en realidad eso era lo que venía buscando hace tiempo y aún no lograba encontrarlo.

Me ayudo a acostarme, mientras ella me acariciaba el cabello escuché su dulce voz contándome una hermosa canción que extrañamente me hacía sentirme tranquila y llena de paz, en mis pies sentía el cuerpo de Nieve y no sé, en que momento paso, pero me quedé dormida.

— hasta que una voz me hablaba al oído— hola mi niña, buenos días, es hora de despertar— sonreí, toque su rostro donde sentía sus comisuras curvadas y sabía que estaba sonriendo.

Me levanté directa al baño y mientras me duchaba recordaba lo que hice ayer, negué por mi gran inmadurez y me hice una promesa de no volver a repetir lo de anoche.

Salí del baño y la señora Cecil, me había dejado la ropa que me pondría, me cambié alistándome, me puse perfume; chasque los dedos y camino a la par de Nieve.

Bajamos las escaleras y un aroma a café inundaba la estancia, entre a la cocina y mientras esperaba el desayuno le serví su comida a mi fiel compañera.

Desayune junto a los señores Monroe, quienes me daban ánimos por el primer día que iría a trabajar a la empresa del señor César.

Terminamos, me despedí de la señora Cecil, me puse de cuclillas para despedirme de Nieve, tome mi bastón y salí tomada del brazo del señor Cesar, el camino fue tranquilo y muy rápido, al bajar se escuchaba el gran tráfico, caminamos y el bullicio de la gente era notoria.

Se escuchó el pequeño sonido que anunciaba que el ascensor había abierto, abordamos y sentí el movimiento, tenía nervios, porque quizás conocería nueva gente en este ambiente que era estresante, por salir un poco de lo cotidiano no está nada mal.

El ascensor abrió sus puertas y caminamos escuchándose el eco de nuestros pasos, abrió la puerta y me guio hasta el interior, me sentó en una silla, al tocar, frente a mí estaba un escritorio.

Tomó mis manos llevándolas a cada cosa que estaba sobre el escritorio, había libretas, plumas, lápices, una tablet y un traductor para saber que dice cada documento que pasen por mis manos.

Todo estaba adecuado para mí, me facilitaría mucho más las cosas, aunque aún me sienta abrumada por este nuevo paso que estoy dando, pero siempre es de la mano de los señores Monroe, que ellos a pesar de los años que han pasado no me sueltan y eso se los agradeceré eternamente.

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Comments

Carolina Anaya

Carolina Anaya

me gustaría que ella recupere la vista sería bueno para ella y conozca a sus protectores sería muy bonito para ella

2024-05-02

2

Beatriz Martinez

Beatriz Martinez

questions bueno que la ayudan

2024-04-24

4

Lorena Angulo

Lorena Angulo

y que pasó con el hermano 🤷🏾‍♀️

2024-03-13

3

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