Disculpe. No me he presentado. Me llamo Martina Ponce. Todos me dicen Tina. Soy la locutora estrella en radio Explosión, je, bueno eso digo yo para darme caché y sentirme importante. Heredé, hace quince años, el programa "Cuéntame tu vida", un espacio radial que va a medianoche, todos los días, de lunes a viernes, hasta las 2 de la madrugada y donde los oyentes cuentan sus historias, sus experiencias, anécdotas, vivencias, de sus vidas amorosas. Todo vale, siempre y cuando no sean palabras ofensivas ni lisuras. Su anterior locutora se cansó del horario, de esos cuentos inventados y las mentiras evidentes de quienes se tomaban la molestia de llamar al whatsapp de la emisora. Yo era nueva en la radio, leía las noticias de la mañana, cuando el gerente me llamó a su oficina.
-Renunció Vilma-, me anunció meciéndose en su silla giratoria. Puse mis cabellos detrás de la oreja y estiré una bella sonrisa.
-Vilma dirige "Cuéntame tu vida"-, le dije para que sepa que estaba al tanto de todo.
-Así es, es el segmento de mayor audiencia que tenemos. He estado escuchando tus intervenciones en el noticiero y me gusta tu voz, es dulce, romántica, sensual, me encanta-, me dijo convencido.
-Gracias-, atiné a decir, cruzando las piernas.
-Dirigirás ahora el programa-, me anunció, entonces, de buenas a primeras.
Obviamente lo sabía después de su preámbulo, pero el horario me incomodaba. -La madrugada es peligrosa-, le dije pasando la lengua por mi boca.
-Por supuesto, aceptó el gerente, por eso te traerá y te llevará la unidad móvil de la radio. Y el chofer no se irá hasta que subas a tu apartamento-
Me mostré insegura, dubitativa. Eso lo vio el jefe.
-Ya, también te aumentaremos el sueldo-, echó a reír.
Eso fue hace quince años, más o menos. Recuerdo que empecé nerviosa, sin saber qué decir y un oyente me dio la clave para vencer mis temores y miedos. Fue en una de las primeras llamadas.
-Escuchando su bella voz, me la imagino a usted muy sensual, sexy y arrebatadoramente hermosa-, me dijo.
Entonces adopté esa figura, de sensualidad a raudales. Para mí no era difícil, tampoco, je, porque yo me siento muy sensual, me gusta ser así, en mi forma de ser. Y soy coqueta además, je.
Así se me hizo fácil, después, atender a los oyentes.
-La amo, Tina-, me dijo una noche un hombre gangoso, quizás de edad.
-Usted no me conoce, puedo ser fea como un ogro-, le sugerí divertida, con mi vocecita sexy, mordiendo mis labios.
-No. La he seguido a la radio, la he visto. Tiene caderas grandes. Me encanta sus caderas-, dijo. Yo desorbité mis ojos y sentí descolgar mis mejillas. Miré al programador que reía de oreja a oreja.
-Ay, usted es un insolente-, protesté.
-Y tú tienes unas piernotas que hacen juego con mis hombros-, agregó malcriado. Lo colgué.
He llorado muchas veces en la radio, además. Una señora me dijo que sufría un mal terminal y que estaba muy enamorada de un hombre que no sabía de sus dolencias.
-Tina, me dijo lagrimeando a través de la línea, estoy muriéndome y recién descubro el amor con Claudio, me siento enamorada, feliz de la vida, disfrutando del amor en toda su dimensión. Tanto tiempo sin conocer el amor y ahora, justo que lo tengo a él en mis brazos, amándome, tratándome como a una reina, me muero. Dígame si no es injusta la vida-
No supe qué decir. Sentí mi corazón rebotando en las paredes de mi pecho como un potro desbocado y no pude contener las lágrimas. Chorrearon de repente de mis ojos como un caño abierto.
-Hoy la ciencia hace cosas imposibles, intenté darle ánimo, con mi voz trastabillando con el llanto, haré una campaña por la radio convocando a médicos-
-No te preocupes, Tina. Estoy resignada a mi suerte-, me dijo. Dos meses después, recibí una esquelita en mi móvil que decía "doña Lucía, fiel seguidora de su programa, falleció hoy en brazos de amado Claudio, por favor leer en su radio". Me derrumbé sobre la mesa y me puse a llorar a gritos, como una criatura. César debió poner música al aire, de inmediato.
Me han amenazado, también, al aire. Fue cuando recibí la llamada de un tal Eusebio. -¿Eres Martina?-, me preguntó. Yo pensé que era un oyente más.
-En qué puedo ayudarte-, dije con mi voz pícara y traviesa.
-Soy Eusebio. Pronto vas a morir-, subrayó y colgó.
¿Quién era ese Eusebio? Un falsificador de discos, que copiaba CD del internet y había montado un negocio que le daba pingües ganancias a costillas de disqueras, autores e intérpretes. Una noche, una hora antes del programa "Cuéntame tu vida", el dueño de la radio me pidió cubrir informaciones sobre una incautación de discos piratas en un mercado cercano. -Es primicia, Tina, nadie sabe, solo nosotros-, me anunció desde su casa.
Yo estaba con la movilidad a mi disposición y era la única periodista en la radio. Estaba coordinando los temas musicales para mi espacio cuando recibí su llamada. No me hice problemas, tampoco. -Regreso exactita a las doce-, le anuncié a César, juntando mi hombro con mi mejilla, riéndome, poniéndome mi casaca porque hacía frío y levantando mi pie derecho, toda sexy.
Salí al aire confirmando que ese tal Eusebio era el dueño de ese negocio ilegal y que le habían decomisado toneladas de discos y USB. Nadie más dio la noticia. Solo nosotros. Y Eusebio pensó que yo había urdido todo.
-Al tal Eusebio que me llamó, dije entonces, esta vez seria, sin ganas de dármela de sexy, le digo que no le tengo miedo-, y saqué la lengua. Debió sonar fuerte en la radio porque el programador se sonrió y las llamadas de los oyentes eran para apoyarme.
-Está bien, Tina, sácale la lengua a ese miserable, cobarde que se mete con mujeres-, me decían. Yo me reía festiva y contenta.
*****
-¿Qué tanto puede influir en la vida de las personas un contrato de matrimonio? ¿Por qué existe, cuándo se inventó, cuál es su finalidad? Siempre he pensado que un contrato de matrimonio es entre dos personas que no se quieren de verdad, que dudan de ellos mismos y que al final, es una relación solo de conveniencia y no de convivencia-, fue lo que dije, esa noche en la radio, iniciando mi programa "Cuéntame tu vida".
A mí no me han ofrecido, jamás, un contrato de matrimonio. He tenido hasta siete novios desde la universidad. Todos ellos, en su oportunidad, me pidieron casarnos y siempre fueron relaciones sinceras, valederas, de corazón a corazón, sin que medien desconfianzas o hablemos de un contrato de matrimonio o cosas por el estilo.
-¿Qué es? Es un papel firmado que asegura que la pareja no se hace merecedora de los bienes del otro u la otra. No sé desde cuándo se estila pero en este siglo XXI está bastante de moda y lo veo como un virus que está matando el romance-, comenté con resolución.
Esa noche me llamó una mujer muy alterada.
-Tina, mi novio quiere que firme un contrato de matrimonio para casarnos-, me dijo entre furiosa y llorando, dolida en su orgullo y su alma por lo que consideraba una traición. Yo también lo sentía así.
-Ese hombre no te quiere, le dije seria, no te conviene, déjalo-
-Pero yo lo amo mucho, es bueno, cariñoso, romántico, me adora y hemos construido castillos en el aire, muchos sueños que no quiero que se derrumben ni se hagan polvo-, respondió llorando, trastabillando con su inmenso pesar.
-Si él te quisiera, le dije, subrayando mis palabras, no te haría firmar ningún documento-
-No solo es el documento o si lo amo, me detalló entonces sin contener las lágrimas, es que tenemos un hijo-
Siempre he pensado que el amor no se mide o se cristaliza en la cama. Creo que nace y se hace en el corazón, anida en el pecho y crece de acuerdo a la relación, al vínculo y al cariño entre dos personas. Sin embargo, muchas parejas confunden eso y piensan que tener relaciones es tener amor. Esa mujer ahora pagaba esas consecuencias y estaba, indudablemente, entre la espada y la pared.
-Peor aún, dije, él no puede exigirte contratos cuando tiene como responsabilidad un hijo-
-El no va a desconocer la paternidad pero se aprovecha de eso para que firme ese contrato. Me dice que sin casarnos, yo deberé ser padre y madre para nuestro hijo, que él solo va a dar el dinero necesario, solo eso. Así me amenaza-, continuó llorando al aire. Miré a César. Se alzó de hombros.
-Todo eso te demuestra que él no te quiere, que abusa de ti. No es el fin del mundo si lo dejas, creo, incluso, que es mejor. Olvídalo-, le pedí.
La mujer colgó, dejándome, literalmente, con la palabra en la boca. Agaché la cabeza, suspiré tratando de relajarme.
-Un contrato de matrimonio, dije al aire, es solo la rúbrica de la desconfianza, es una firma aceptando nuestras dudas. Es un papel que solo demuestra que no hay amor entre dos personas-
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Comments
✨✨Esmeralda Guzman✨✨
no,si hay amor lo q no hay es confianza 😤😤😤
2023-09-16
2
✨✨Esmeralda Guzman✨✨
🤔🤔🤔🤔🤔🤔
2023-09-16
0
✨✨Esmeralda Guzman✨✨
jajajaja 😤😤😤😤
2023-09-16
0