Llámalo, por favor

Otra semana laboral había terminado para Roxanne, más cansada que nunca se encontraba ahora mismo desde que firmó el contrato con Francisco ha tenido que trabajar el doble y estar lejos de sus hijos por más tiempo. Esta semana tuvieron diferentes citas falsas, una velada romántica en un restaurante lujoso, visitas a eventos culturales y hasta fueron a una vinoteca de lujo y probaron algunos vinos, estos lugares fueron una completa puesta en escena con la intención de ser fotografiados por los paparazzis, juntos realizaban un actuación de pareja enamorada en su etapa de luna de miel, hasta fingían besarse para las cámaras con la intención de tener exclusivas al día siguiente.

Aunque las noticias estaban enfocadas en Roxanne como protagonista, la duda sobre la sexualidad de Francisco seguía siendo muy fuerte, era nombrado en cada ocasión y debatida por cada medio de comunicación. Roxanne sabía que le quedaba un largo camino para recorrer y mucho por aguantar, ya se encontraba exhausta a solo una semana de inicio del contrato pero sabía que este sacrificio valdría la pena al final porque su bienestar estaba garantizado a largo plazo.  

El respaldo económico que recibe gracias a su nuevo papel mas el de su trabajo, le permitió financiar por sí misma la educación de Felicia, por fin su hija había sido transferida a otra escuela privada, una con la calidad educativa del instituto superior Grimor y con un  buen sistema para tratar el bullying, todo lo que Roxanne quería. El papeleo había finalizado y listo por lo que, Felicia, podría comenzar la siguiente semana, solo le quedaba una cosa por hacer a Roxanne, decírselo a Valentino. Muy temprano el sábado tomó su celular y redactó un correo muy extenso sobre la transferencia de Felicia a la nueva escuela Santa Olga para niñas, los motivos y como la situación no llegó a una solución, también le informo que ella misma pagaría la colegiatura ante su negativa y se lo envió. Sin más que hacer disfruto su fin de semana libre con sus hijos, quienes  extraño toda la semana, su segundo trabajo la dejaba fuera de casa muchas horas y volvía muy tarde a casa, cuando ellos se encontraban dormidos, apenas se veían a la mañana antes de la escuela, necesitaba pasar tiempo con ellos. 

Felicia estaba muy feliz por comenzar a ir a una nueva escuela, hacer nuevos amigos y no ser molestada otra vez, volvio a sonreir con mucha intensidad desde que su mamá le contó que ya no volvería a su vieja escuela, se sentía feliz después de mucho tiempo, era tanta la emoción  que queria contarselo a su papá, a quien no veía hace mucho tiempo, se puso triste al recordarlo, lo extrañaba mucho, no podía entender porque no venía a verla o porque su mamá no la dejaba llamarlo. A raíz de esto, en ella se genero un deseo tan grande que lo tenía hasta en sus sueños, lo quería más que nada en este momento era que su papá viniera a su cumpleaños que sería en una semana, iba a cumplir ocho años y quería celebrarlo junto a él, en su imaginación, cómo la de cualquier niña, podía verse feliz con su papá, su mamá y su hermano soplando la vela de cumpleaños número ocho, ese era el regalo que más quería ese día. Felicia no entendía los problema de los adultos, solo quería un día feliz con su papá y tenerlo un día entero con ella, alegre fue con su mamá con una gran petición, Roxanne estaba tranquilamente sentada en la sala con León en los brazos, la niña se acercó entre salto y salto y le dijo emocionada.

– ¡Mamá quiero que papá venga a mí cumpleaños¡ ¡Llámalo y dile que lo invito yo! – dijo con una sonrisa. 

Por su parte Roxanne se sobresaltó al escuchar tal petición, sus ojos se abrieron de par en par y se puso pálida. La idea le parecía de terror, pero al ver la ilusión de Felicia le hacía doler el corazón, con un tono suave y preocupado le habló.

– Hija él es un hombre ocupado… – al ver la sonrisa de Felicia, el labio le temblaba  no quería hacerla llorar por lo que se interrumpió para mentir un poco – pero le enviaré un mensaje después. 

– ¡Si! Avísame que te dice – dijo emocionada – dile que vamos a comer pastel y que me traiga un gran regalo – dijo mientras estiraba los brazos sobre su cabeza y con una sonrisa. – y que vamos a jugar, que vamos a poner música y que vamos a comer mucho. 

Roxanne escuchaba a Felicia con una sonrisa falsa, ocultando su tristeza al verla tan emocionada por ver a Valentino, otra vez la culpa invadió su corazón, esa culpa que a veces no la deja dormir pensando en el futuro de sus hijos, que le hace recordar cómo escogió a un hombre egoísta como padre de sus hijos, se culpaba por sus malas decisiones en el amor, porque ahora sus hijos tendrían que cargar con su rechazo y abandono por el resto de su vida. Roxanne se mordió la lengua de rabia al recordar todo lo que sufrió hace tres años por el hombre que tanto amo, le daba vergüenza pensar en lo tonta que fue al dejar pasar tantas cosas negativas por alto, dejándose cegar por el amor que le sentía y no darse cuenta de lo que hacía a sus espaldas. Ahora tendría que cargar con las lágrimas de su hija cuando le diga que su padre no vendrá porque no quiere hacerlo. 

Roxanne llamó a Felicia a su cuarto cuando llegó el atardecer, la sentó y con mucha calma le explicó que su padre no podía venir a su cumpleaños por qué tendría un viaje de negocios esta semana, Felicia no sé lo tomó nada bien lloro a mares, rogó y suplicó para que la dejarán hablar con su padre y al final termino muy enojada con su mamá por todo esto, se fue a su cuarto llorando, no quiso cenar ni dejó que su mamá entrara a su cuarto, Felicia no salió hasta la mañana siguiente con los ojos hinchados y rojos se fue a la escuela, sin haberle dirigido la palabra a su mamá. 

Felicia se negaba aceptar esa negativa de su madre, ella hablaría con su papá aunque su mamá no quisiera, decidió que ella misma invitaría a su padre a su cumpleaños. 

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