Excitante Juego.

Perturbada y con el rostro a punto explotar, ruego llegar rápido al auto, siento que mi dignidad se está quedando en el camino, nunca espere que hiciera algo de esta manera. creí que era más prudente.

Al sentir como mi cuerpo toca el asiento del auto, respiro y le agradezco a Dios, pensé que esta tortura no iba acaba nunca.

- ¿Qué te ocurre?.- le reclamo de inmediato. No obstante, su contundente respuesta lo cambia todo, por lo visto no anda con rodeos.

- Te lo dije, que te voy a demostrar con hechos lo que siento, te raptaré desde hoy hasta el domingo, solo tú y yo, vas a ver que no miento.- dice antes de encender el auto.

Perpleja trato de persuadirlo, pero todo es imposible. Ningún excusas le saca esa demente idea de su cabeza, creo que estos tres días solos va a ser una locura, solo aspiro que no llegue hacer un desastre.

Cansada cierro los ojos, es inevitable hacerlo cambiar de parecer, como dice mi amiga, lo que tiene que ser, será. Esta vez no lucharé contra la marea, porque no creo que Julián me cause daño, confío plenamente en el.

Absorta en mis pensamientos, me entrego a los brazos de morfeo, acunada en su dulce voz. Sólo soy capaz de despertar, cuando sus traviesos labios juegan con mi mejilla.

- Hola, ¿tuviste dulces sueños?.- me pregunta, sabiendo la respuesta.

- Hola. - lo miro fijamente, percatándome que estoy en una cama y lugar desconocido.

Aunque tenga muchas preguntas acerca donde estamos, creo que las resolvere a su tiempo.

- ¿No me preguntarás donde estamos?.- dice, leyendo mi mente.

Molesta hago un puchero, no entiendo porque siempre me quita las palabras de la boca.

- Ja, ja, ja, te traje para una de mis propiedades cerca del mar, solo estamos nosotros, así que si quieres te puedes quedar acostada o salir a explorar, ¿tú decide?.- habla, mientras se levanta y sale de la habitación.

Curiosa lo sigo, son las pocas veces que he estado en la playa, así que me muero por comprobar si es cierto. Anonadada contemplo la maravillosa vista, es como si fuera un sueño, jamás pensé que podría existir tal lugar.

- Hermosa no?.- sé me acerca.- Pero no tanto como tu.

Nerviosa y un tanto sonrojada bajo la cabeza, no tengo la fuerza para mirarlo.

- Ja, ja, ja. ¿Vas a quedarte aquí o vas a jugar?.- dice como su sexi sonrisa.

Molesta y queriendo molestarlo, ideó un plan. Voy a hacer que se trague sus palabras. Así que Rápidamente y si previo aviso tomo su mano y lo empiezo a arrastrar hasta el mar, acción que provoca que se moje su vestimenta y no tenga de otra que seguirme el juego.

Luego de estar todo mojados y sin aliento, nos miramos fijamente. Observar como sus prendas se le pegan a su trabajado cuerpo, realmente es un espectáculo.

- Pervertida.- dice con tono burlón al percatarse de mis intenciones.

Muy avergonzada, trato de sumergirme, pero sus fuertes brazos son más rápido y me detiene.

- Si deseas escapar, que sea un lugar donde te pueda atrapar. - Sentencia, antes de colocarme en su cintura, quedando horcadas sobre el.- Así.

Embelesada en sus gestos y palabras, comienzo acariciar su rostro, es realmente imposible poder resistirse, tiene un encanto natural que volvería loca a cualquiera, supongo que es su atracción. Hipnotizada y con la mente nublada me muerdo los labios, siento que algo me falta, pero no sé que es.

- Me gustaría que mordieras mis labios en lugar de los tuyos.- me susurra, provocando que mi poca autodeterminación se apague.

Enloquecida, hago lo que pide. Con ganas de conocer el infierno lo beso, quiero perderme en su dulce fragancia y caer en el abismo del placer. Como si mi pensamiento fuera compartido, este desliza su lengua en mi boca, profundizando el beso. Exhausta, pero queriendo más, comienzo a morder y chupar sus labios. Ahora entiendo, la frase que dice: boquita que tanto hablo, boquita que peco.

- Sabes que acabas de firmar tu sentencia, si antes me costaba dejarte ir, ahora es imposible. Aurora.- Murmura antes de volver atrapar mi boca en la suya.

Como una verdadera culpable acepto su sentencia y permito que se apodere de mi, dejando claro que estoy puesta a la ley y para cualquier castigo que quieran imponerme.

......................

Un poco resfriada, me adentro en sus cálidos en brazos, su calor y olor alivia mis males.

- Mejor?.- pregunta, mientras me envuelve con las sábanas y se pega a mi, permitiendo que su piel roce la mía.

- Sí, siento que mejoro. No sabía que la playa ea tan fría de noche.- digo con una sonrisa en la boca, al recordar como salimos de ella.

- Yo no lo sentí así, sentí que estaba en el cielo y con un hermoso ángel.. Pero en estos momentos considero que me encuentro en los 4 reinos celestiales, te queda muy hermosa mi camisa.- dice con picardía.

Timida me escondo en las sábanas. Él es el culpable que me encuentre así, por su rapidez no fui capaz de traer otras ropas diferentes a la que la puesta, prácticamente estoy a su merced.

- Ja, ja, ja, no tienes por qué apenarte, ten la certeza que mis ropas te quedan mejor que a mí, pero si te molesta, podría ordenar que te traigan algo. No obstante, a futuro sería un fastidio, porque sería más trabajo para mi quitártela, ¿no crees?.- dice con malicia, mientras me hace compañía debajo de las sábanas.

Sonrojadas y un poco emocionada por su palabras, le sigo el juego, deseando quemarme.

- Es cierto, pero es injusto a la vez. Tú en segundos te podrías deshacer de ella, pero yo no, tú prácticamente estás vestido, eres un tramposo.- hablo devolviendo su malicia.

Satisfecho por mi respuesta arroja la sabana lejos de nostros y se sube encima de mi, donde no pierde el tiempo y empieza acariciar mi rostro.

- Pero eso podemos solucionarlo, con una palabra tuya podemos cambiar los roles, yo podría ser el más desnudo.- afirma, antes de besarme.- ¿Te escucho?.

Nerviosa lo pienso un instante, un sí podría terminar en una candente noche, lo cual no me incomoda, creo que sería una recompensa, pero...

- Aún no es el momento, esperaré a que estés lista, yo tengo todo el tiempo del mundo para ti, tú eres mi paciencia Aurora.- señala, besando sutilmente mis labios y abrazándome, dejando claro que no tiene intensiones de obligarme.

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