Inocencia.

Como lo pactado es cumplido, paso alrededor de las 10 de la noche al restaurante por ella. Lugar donde me espera con su enorme abrigo y con una nerviosa sonrisa. Encantado me bajo y le abro la puerta como el caballero que soy, no si antes hacerle un cumplido por su singular peinado, por lo visto el viento y su cabello no se llevan muy bien. Solo para recibir una mirada de desaprobación, lo que me hace reír.

- Te ves bien, te lo juro.- digo tratando de calmarla, ella es como un volcán dormido, pero que despertará en cualquier momento.

- Lo tomaré como si fuera verdad.- deja en duda mis palabras.

Sin poder dejar esto así, la acompaño dentro del auto y cuando esta por ponerse el cinturón de seguridad se lo arrebato.

- Es la verdad, te ves bien como sea.- digo mientras se lo abrocho, para después acomodar un mechón de su cabello detrás de su oreja y posteriormente retomar mi postura.

Curioso por su silencio, la volteo a ver, solo para observarla sonrojada. Alegre por su reacción me muerdo los labios, creo que le estoy empezando agradar. Una vez estando fuera de su casa, el cual es un edificio sencillo, pero un poco descuidado la miro fijamente. No quiero despedirme tan sencillamente de ella.

- Bueno, hemos llegado.- otra vez diciendo lo obvio.

- Sí.- dice con cierto sentimiento en sus palabras.

Incómodos y sin saber que más hacer, intento sacar a relucir su deuda.

- ¿Qué vas a hacer mañana?.- le pregunto, dejándola impactada.

- Eh, estudiar y luego trabajar.- me comunica.

- ¿Estudias?.- digo conmocionado, según la última información que tenía, es que esta solo había terminado su formación hasta el colegio esta nueva noticia me deja sorprendido.

- Sí, quise retomarlos, puede parecer muy inmaduro, pero quiero avanzar.- afirma un tanto apenada.

Orgulloso por su decisión, la felicito. Es cierto que nunca es tarde para superarse. Aunque yo siempre tuve todo el apoyo de mi familia, tener las cosas por tu propia mano es algo gratificante y único.

- Me entusiasma por ti, ¿Y que estudias?.- pregunto absorto en la conversación.

- Finanzas, es que algún día me gustaría poner mi propio restaurante.- dice con cierta ilusión en sus ojos.

- Bonito objetivo, en cualquiera cosa que tengas duda, puedes acudir a mi, que con gusto te ayudaré.- digo, adentrándome en esos hermosos ojos que tiene.

- Bueno.- afirma mientras baja su rostro.

Inconscientemente, tomo su barbilla y la vuelvo alzar, no quiero que me prive de esta maravillosa vista.

- No bajes tu cabeza nunca, eres alguien que se debe apreciar.- digo con toda la sinceridad que abarca mi corazón.

- Gracias.- me dice todo tímida.

Emocionado por esta nueva Aurora sonrió, ya tengo la enojada, amargada, molesta, luchadora, risueña, directa y timida, cada vez me faltan menos. Como me muero por conocerla todas.

Con un armonioso y relajante ambiente, suelto mí atrevida petición.

- ¿A qué hora sales de la universidad?, quiero llevarte a un lugar, pero que te quede claro que esta no entra en tu deuda, es un regalo que quiero hacerte en tu experiencia laboral.- le advierto, lo último que quiero son confusiones. Porque el domingo nadie me quitara la satisfacción de estar con ella todo el día.

- Mmm, a las 12. Pero a donde me llevaras, me intriga tu propuesta.- me da a conocer su inquietud.

Conmovido por su palabra, me acerco a ella y desabrocho su cinturón, acercando mi rostro al suyo, provocando que se tense.

- Es una sorpresa, no te haré nada, tenlo por seguro.- afirmo antes de apartarme.

Dicho esto la veo escabullirse de mi. Su simple actuar me parece fascinante, es como su fuera un conejito asustadizo y atrevido, es linda.

...****************...

A la mañana siguiente muy temprano, le doy indicaciones específicas a mi gente. No quiero que digan nada fuera de lo común y que eso exponga mi identidad. Como tal Aurora sabe que soy Julián Santos, pero desconoce de mi poder e influencia en Valencia, porque siempre me esta protegiendo contra Sebastián, recalcando una y otra vez lo peligroso que puede ser, cosa que me parece tierno de su parte, no le importa quedar en el ojo del huracán para salvarme.

Nervioso estacionó frente a su universidad, con ganas de verla. Pase toda la noche preparando este encuentro. Cuando me dispongo a salir del auto para recibirla, esta me hace señas de negación con sus manos, mientras se despide de sus compañeros.

Aturdido espero que entre al automóvil, solo para mirarla, no sé si seré muy paranoico, pero siento que me han acabado de negar, lo cual es irónico y ridículo.

- Hola.- me saluda de lo más tranquila, mientras toma lugar en el puesto del copiloto.

Un tanto molesto le respondo secamente, no sé por qué me fastidio lo de hace un momento.

- ¿Estás molesto?.- dice muy inocentemente.

Recriminando mi actitud de hace unos momentos, niego con la cabeza, no sé por qué me estoy comportando así.

- Lo estás, no me digas que.- parece que le cae el veinte, es muy inteligente.- Un segundo, solo no permití que salieras porque no quería me asesinaran, donde mis compañeras te logren ver sería el motivo de envidia. Además, de que comenzarían a crear teorías locas. Lo último que quiero, es que pierda una oportunidad amorosa por mi culpa.- se explica rápidamente.

No sé cuál fue lo que más me molesto, que no me dejara salir del auto o se expresará de esta manera, siento que no me cataloga algo más que su salvador, cosa que no me gusta.

- ¿Qué pasa si yo quiero que lo malinterpreten?.- digo con severidad. No sé si se hace la boba, pero hace rato yo dejé de visualizarla como alguien más.

- No entiendo por qué lo querías.- insiste en que no entiende.

Sin querer forzar nada, pero que también se percate de los que digo, besos su mejilla. Dejando entre ver que esa amistad que propuse no es más que fachada. Hace tiempo mi objetivo cambió, ahora una mera amistad no me basta. Si buscan un culpable es ella, fue mala idea colarse en mis pensamientos, sueños y vida, sólita se metió en la boca del lobo.

- Sabes a lo que me refiero y si no quieres darte cuenta te lo mostraré, Aurora.- Sentencio, muy cerca de su oído.

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