Hermanos.

**** Aurora ****

Me encuentro aturdida, están pasando muchas cosas extrañas a mi alrededor, pero lo que más me recrimino es mi actuar, ¿por qué debí besarle?. Estoy cometiendo error tras error, lo último que quiero es verme envuelta en más problemas y más si son de índole amoroso. En este momento solo quiero centrarme en mí y en nadie más.

Decaída me dirijo a mi casa, buscando asimilar todo lo ocurrido, aún me resuenan las fuertes palabras de Víctor, no sé que lo detuvo de botarme, yo ya estaba resignada, mi actuar no daba para menos. Sin embargo, no todo fue tan malo en este día, aún me aborda un gran sentimiento de satisfacción, verlos incómodos fue lo mejor del mundo, todos esos humos se le apagaron en un instante. No sé quién sea Julián pero me agrado ver como los suprimió, aunque yo tampoco me iba a dejar, les iba a hacer frente, porque su infidelidad me demostró que yo también valgo y que soy tremenda mujer, que no se merece a un idiota como él a su lado.

Tratando de calmar el torbellino de pensamientos que inundan mi cabeza, contemplo el techo de mi cuarto. Ahora que lo recuerdo me comprometí a comer con él, pero no creo que esté en condiciones para hacerlo. No creo tener el valor para verle la cara, de tan solo recordar mi imprudencia mi cabeza da vueltas, pero mi consciencia dice que es lo mínimo que puedo hacer para compensarlo, solo le he traído problema tras problema, de alguna manera debo excusarme y demostrar que no soy tan conflictiva como aparento e inexplicablemente todo se moldea, al recibir un mensaje de confirmación, con la información necesaria para el encuentro, el cual me ayuda a salir de mi dilema moral y tomar la decisión. Supongo que ya no tengo de otra que asistir.

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Con la respiración agitada voy contando los pasos, aún no asimiló que este hombre me haya citado en una cafetería, esperaba todos los sitios menos este, me confunde su accionar.

Nerviosa miro mi atuendo, no sé si fue la mejor idea traer este pantalón blanco con este suéter color palo. Vengo lo más informal posible, donde tenga un traje me moriré de la vergüenza, como quiero que se abra un agujero en el suelo y me trague, esto me pasa por metida.

Exhalando profundamente, tomo la manija de la puerta y entro al local, atrayendo la mirada de todos y en especial de él, el cual tiene un toque singular con esa camiseta azul corta y ese pantalón liso de color negro, haciendome dudar de su identidad, pero todo se descontrola al visualizar una segunda presencia.

Inquieta me acerco a ellos, rogándole a Dios no tener más sorpresa, ya mi vida ha cambiado lo suficiente para llevarme otra, eso sería la gota que derrame el vaso.

- Hola.- digo aparentando calma, mientras doy gritos internos de auxilio.

- Hola, mucho gusto de verte.- me responden casi al unísono, devorándome con esa mirada penetrante.

Agobiada trato de tomar asiento, pero antes que lo pueda hacer, Julián me extiende la silla y me ayuda. Incómoda le dirijo una falsa sonrisa, para después posar mis ojos en ella, la cual es perfectamente hermosa, aunque no es rubia natural, el color le combina con esos ojos almendrados, al igual que esa peculiar y linda sonrisa, realmente está mujer tiene todo que envidiarle.

Tratando que no se haya notado mi estado de asombro, me obligó a sonreír, lo último que quiero es que lea todo lo que están pasando por mi mente.

- Estás tensa, no tienes por qué estarlo, no te comere, Aurora. Mucho gusto Maria.- me empieza hablar de repente.

Absorta en sus finas, pero inteligentes palabras. Le dirijo una mirada de desconfianza, hay algo en ella que no me termina de cuadrar.

- No lo estoy, solo que me sorprende su presencia.- contraatacó, primero muerta que dejarme intimidar.

- Fuerte, me gusta. Como te dije no tienes que alarmarte, solo tenía curiosidad de ver a la mujer que esta atormentando y metiendo en problemas a mi hermano.- afirma con cierta perspicacia.

- ¿Hermano?.- digo tratando de entender lo que dice. Supuse que tenía alguna relación, pero nunca imagine que se tratara de esta.

- Sorprendente no?. Sé que soy más guapa que mi hermano, pero ni modo, la vida es injusta para otros, y muy buenas con algunos..- habla divertidamente.

Estupefacta, parpadeo varias veces. En este momento tengo millones de preguntas, pero decirlas todo al azar, solo puede complicaria las cosas. Lo más importante es averiguar porque quería verme.

- Un poco.- digo con cautela.- No sabía que el señor Santos tenía hermanos, aunque pensándolo bien, no tenemos esa cercanía para saberlo.- rápidamente corrijo mi error.

- ¿Señor Santos?, ¿relación?.- empieza a murmurar más para ella que para nosotros.

Es como si estuviera maquinando algo en su cabeza en este momento, cosa que no me agrada. Desconcertada la miro fijamente, no entiendo nada de lo que esta ocurriendo. Como si fuera muy evidente lo que quiero decir, la interrumpe.

- No le prestes atención, le falta una tuerca, esta loca y respondiendo a tu pregunta anterior, únicamente tengo a esta boba como hermana, tu discúlpala. Solo le gusta fastidiar.- intentar disculparse.

Frustrada por todo, ruedo los ojos. Siento que detrás de esta visita hay un trasfondo y que me incumbe. Luego de responder sus preguntas y verla marchar relajo mi cuerpo, pero instantáneamente me obligó a retomar mi estado de alerta, aunque ya se haya ido una, me queda el peor de todo, no sé cuál será su siguiente jugada.

- ¿Señor Santos?, Pensaba que ya éramos más que desconocidos.- dice como si estuviera herido.

Consternada, respondo.

- Creí que era la mejor forma para tratarlo, no quería terminarle de desagradar a su hermana.- Sentenció, mientras centro mi vista en el delicioso postre que esta en mis manos.

- Ya le caíste bien, te lo puedo asegurar y no creo que sea la forma. Que no se te olvide que los desconocidos no se besan.- afirma con una traviesa sonrisa en los labios.

Impresionada, trato de refutar, pero solo consigo ahogarme con el trozo de pastel que estaba en mi boca. Sé perfectamente mi pecado, ¿por qué sacarlo a relucir?.

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