Reencarne Como Una Villana Con Intentos Infinitos.
Casi un millar de personas se encontraban reunidas en la plaza de una enorme ciudad de estilo victoriano. La gente, vitoreaba al hombre que se encontraba encima del cadalso, y abuchean a la mujer de rodillas maniatada.
Las demandas y los reclamos del pueblo, eran casi inentendibles por la cacofonía voces de casi un millar de almas. En ese momento, para calmar a la multitud, el hombre hizo un gesto con la mano, y demostrando un respeto absoluto, toda la plaza hizo silencio.
Con ese único gesto la multitud entera se quedó callada, después de todo, el hombre en cuestión era un príncipe. Un príncipe que debido a las circunstancias, se había convertido en rey.
Con pose firme, y gesto altivo, el hombre chasqueo los dedos pulgar y meñique, y una pequeña luz azulada empezó a brillar en su garganta, y apenas hablar, su voz quedó magníficada por la magia que acaba de realizar.
— ¡¡Leonora Monique Paulette Rousseau Claude Croiss!! —. Gritó el hombre, haciendo involuntariamente que la multitud vuelva a abuchear — Por los crímenes cometidos hacia la corona, y hacia el pueblo del reino de Karris, un consejo de nobles ha deliberado y se le ha encontrado culpable, por lo que se le ha sentenciado a morir…
Una sonora tos falsa, interrumpió al hombre, que apenas pudo contener una mueca de fastidio. Sacudiendo la cabeza, el hombre estuvo por seguir hablando, pero con una intensidad mayor, una sonora y muy forzada tos volvió a interrumpir.
— ¿Maxell podrías resumir tu discurso?
Preguntó la mujer a qué se encontraba en el piso. Sin embargo, dónde cualquiera en su posición estaría llena de arrepentimiento y odió, en el rostro de la mujer solo había... aburrimiento.
— Creo que ya todos sabemos porqué estamos aqui, además, es un día laborable, ¿De verdad me estás diciendo que has hecho un feriado solo por esto?
Con una expresión de estar conteniendo su odio, el principe Maxell, hizo la cabeza hacia abajo, y después de chasquear los dedos para anular su magia, habló.
— Incluso frente a la muerte, veo que no piensas arrepentirte. Eres una mujer lamentable Leonora.
Con un largo suspiro, moví la cabeza y quise estirar los brazos. La soga me estaba provocando una terrible comezón en las muñecas, y por el tiempo que llevaba arrodillada, mis rodillas estaban llenas de raspones y cortaduras. Si hubiera alguien escuchando mis pensamientos, cosa que lo dudo porque sería una grave violación a mi privacidad. Para este punto ya habrá deducido que la mujer que está apunto de ser ejecutada soy yo, por lo que deseando que esto terminará lo más rápido que sea posible, me atreví a preguntar.
— Hmmm, la verdad me arrepienta o no, no cambia mucho lo que hice. Es por eso que si no es mucha molestia, ¿Te importaría apurarte? Me estoy aburriendo. Sin embargo... Si tienes ganas de hablar, ¿Te importaría explicarme cómo fue que me descubrieron? Creí haber borrado mis huellas bastante bien.
Apretando su puño, Maxwell estuvo apunto de gritar, pero negando con la cabeza, se limitó a soltar un largo suspiro.
— No tengo por que seguir hablando contigo —.Exclamó, para acto seguido darme la espalda, volver dirigirse a la multitud, y comenzar un largo discurso donde se ponía a enumerar uno a uno mis crímenes.
Yo, por mi parte, maldije en silencio, y cambiando un poco de mi posición para dejar descansar un momento mis rodillas susurré para mí.
— Esto les va a llevar tiempo...
Durante algo asi como media hora, Maxell estuvo narrando uno a uno mis crímenes, y he decirlo, no pude evitar sorprenderme por eficientes que habían sido. Habían descubierto la inmensa mayoría, lo cual me dificulta saber dónde había cometido el error que me llevó a que me descubrieran.
Tras soltar otro suspiro aburrido, mire a Maxwell, y sacudí la cabeza. Me parecía lamentable, pero de verdad hubiera deseado que Johan o Hanzel hubieran estado a cargo de mi ejecución, ellos, si bien son más habladores, también son más considerados, y me hubieran dicho donde falló mi plan.
Como mi aburrimiento e incomodidad habían alcanzado niveles ya poco soportables, volví a soltar una sonora tos que al principio fue ignorada, pero tras mucho insistir, y de ser más molesta, finalmente conseguí que el principe vuelva a mirarme.
— Oye Maxwell, ¿me podrías ejecutar y luego seguir con tu discurso? Apenas vas poco más de la mitad...
He de decir, aunque en su mirada esperaba un muy justificable odio, cuando el me miró, solo había resignación y un poco de lastima.
— No deja de sorprenderme tu total falta de miedo a la muerte.
— Hay cosas mucho peores a lo que tenerle miedo... — Dije sin muchas ganas. — ¿Pero de verdad vamos a ponernos a discutir de filosofía en este momento? Hazlo de una vez.
Con una mirada de desdén, Maxell hizo señas para que el verdugo, me ayudara a levantar.
— Sabes Maxwel... — Solté, mientras miraba el armatoste bastante anticuado dónde iba a ser colgada.— Nunca entenderé tu total falta de creatividad, y tu fetiche por las horcas. Si Johan o Hanzel estuvieran al frente de mi ejecución, estoy segura que serían más creativos.
Ante mi comentario que solo buscaba hacerlo enojar, el me miró, entonces tanto su gesto, y su tono se suavizaron.
— Leo... nos conocemos desde niños, y jamás fui capaz de entenderte, pero confiaba en ti, y creía que eras una buena persona. En esa época estaba convencido de que la marca de la bruja no era más que un cuento de viejas. — Exclamó con nostalgia, mientras me miraba a la cara, y la marca que tenía debajo de mi ojo derecho. Sin embargo, haciendo una mueca cómo si hubiera mordido algo amargo, apretó los puños y volvió a mirarme con odio. — No pude haber estado más equivocado, que los dioses se apiaden de tu alma.
Una vez más, el me dió la espalda, dando lugar para que el verdugo pueda hacer su trabajo. Y en menos de un minuto, un hombre bastante pequeño con la cara completamente cubierta se acercó.
— Dime, ¿aceitaste los engranajes de la trampilla? De no ser así, esta puede no abrirse y dejaría al príncipe en ridículo.
Pregunté con total normalidad, haciendo que verdugo ladeara la cabeza, y asistiera levemente. Aun bajo la máscara pude notar que era bastante joven, por lo que asumí que debía ser inexperto.
Bueno, hace más de una década que no se ejecuta alguien en público, el verdugo real ya debe haberse jubilado.
— Por cierto, te recomiendo que jales la palanca de un solo movimiento rápido. Este cacharro es bastante viejo, y es probable que se trabe si no lo usas bien.
Aunque el verdugo permaneció en silencio mientras me terminaba de colocar la soga, mientras se dirigía a la palanca, ví como practicaba a tirar de ella con el aire.
Al verlo, sonreí ligeramente porque mi consejo fue escuchado, y me dispuse a mirar a la gente reunida.
De un lado vi varios viejos conocidos que no se perderían mi ejecución por nada en el mundo, y por el otro vi a los demás objetivos de captura, aunque me sorprendió no ver a la protagonista, creí que debería odiarme más a este punto, pero ella suele ser bastante impredecible.
Después de varios vistazos suspire. Aunque no lo parezca, estoy bastante molesta, estaba segura que este plan funcionaría. Me tomó mucho tiempo de planeación y también fue difícil llevarlo acabo, y ahora no solo ha fracasado, sino que ni siquiera se donde fallo.
Cuando el verdugo finalmente se puso frente a la palanca, Maxwell volvió al frente, haciendo que la multitud volviera quedarse en completo silencio.
Lentamente, levantó una de sus manos, y estaba por dar la señal. Es por eso, que al casi quedarme sin tiempo, justo en el momento en que el daba la señal con sus dedos, yo alcance a gritar.
— ¡¡ESCONDÍ MI TESORO EN!!!
En ese momento el suelo bajo mis pies desapareció. Mi sincronización fue perfecta, por lo que parecería que no fui capaz de terminar de hablar. Y si en ese momento alguien me estuviera prestando atención, hubiera notado que estaba sonriendo. Claramente no había ningún tesoro, pero la idea de que gente pase toda su vida buscando un tesoro que no existe me hizo reír, ¿y no dicen que quien ríe al último ríe mejor?
Finalmente sentí el tirón de la soga, y un dolor agudo proveniente de mi cuello al romperse me devolvió a la realidad. Sólo fueron unos instantes de dolor hasta perder la conciencia, y así mi vida terminó.
...****************...
Me encontraba desnuda, y cubierta de una sustancia viscosa en un lugar extraño que sólo estaba levemente iluminado por unas pocas velas.
Al ver a mi alrededor, vi que me encontraba rodeada por un grupo de gigantescas sombras que me miraban, y reían por lo bajo. La que parecía ser la mayor de ellas, me tomó por una pierna y me dejó colgando.
Sentía que mi cuerpo no me respondía, y también era incapaz de articular palabras, por lo que era incapaz de resistirme, entonces, la sombra que me sujetaba me propinó una fuerte nalgada.
Yo, incapaz de defenderme, completamente humillada, y superada, solo pude llorar, y mientras mis llantos hacían eco en la habitación, las sombras solo se limitaron a reír.
— Es una niña duquesa Croiss. Está sana y tiene buenos pulmones.
Dijo la sombra mayor, mientras me envolvió en una sábana, y me puso en brazos de una mujer que estaba postrada en una cama.
— ¿Ha pensado en su nombre?
— Su nombre será Leonora —. Declaró la mujer en la cama. — Monique de mi parte, Paulette de su abuela paterna, Rousseau de su abuela materna y Claude en su honor de la deidad protectora de la familia. En agradecimiento por un parto sin complicaciones.
Vuelta a ser convertida en una recién nacida, me queje en silencio de la absurda tradición noble, y así nuevamente... Mi vida comenzó.
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Comments
Brocoly 1 nena
de aquí a volver a llegar al donde quedamos en la app de la "W" estamos largo
pero es un sacrificio qué estoy dispuesto a realizar
2024-02-28
1
Diana Michel Garcia Medrano
Muchas gracias...
2023-11-10
1
Jose alejandro Jimenez perez
Roger D dorado
2023-10-21
1