**Blair Spencer**
Por la mañana, me levanté muy tarde, no había logrado conciliar el sueño luego del alboroto que se escuchaba en la madrugada.
No se que rayos haya pasado, pero afuera de mi habitación se escuchaban personas caminar de un lado a otro mientras susurraban muy bajo como evitando que sus palabras se escucharán hasta mi habitación. Cuando salí a ver qué ocurría Lola me regresó a mi habitación y con su habitual mal humor me dijo que no tenía nada que hacer afuera y que no me importaba lo que estaba ocurriendo.
Un rato se quedó todo en silencio, luego unos minutos después un auto llegó y desde mi ventana observé a un hombre con un abrigo largo y un maletín en sus manos que ingresó dentro la casa siguiendo a Augus.
– ¿Ese es un doctor? – Me cuestioné mientras me acercaba a la puerta para poder escuchar algo, pero no logré escuchar nada, ni siquiera que el hombre hubiera subido a la planta alta.
Luego de ver eso, todo fue completo silencio hasta que unas dos horas después siendo casi las 4 de la mañana escuché el auto de aquel hombre salir de la casa.
Logré quedarme dormida después de las cinco, y cuando desperté pegue un salto de la cama cuando vi que pasaba de las 10, tome la ducha más corta de mi vida y baje a la cocina, pero di media vuelta rápido cuando vi a Darío sentado frente a la barra tomando su café.
– ¿Estás intentando huir de mí? – Que logrará verme me tomó por sorpresa, me había atrapado y lo único que podía sentir en ese momento era una gran vergüenza y no por estar huyendo si no por qué me había descubierto.
– ¡No huía! Olvidé cerrar la llave de la regadera. – fue lo único que se me ocurrió y él asintió como si de verdad me hubiera creído, fingí correr apurada y después baje nuevamente esperanzada de que se hubiera ido, para mí mala suerte él seguía ahí sin terminar su café.
– ¡Que no vuelva a suceder! – dijo con voz grave y yo cuestione a qué se refería, pensé que tal vez a la forma en que intente escapar y que él había descubierto.
– Lo de la regadera. En esta casa se cuida y se hace lo posible por ahorrar agua, el planeta no está en su mejor momento y el más mínimo cuidado en sus elementos es de mucha ayuda.
Me quedé boquiabierta con lo que acababa de decir, en mi jodida cabeza hubiera pasado qué Darío pensará de esa manera, el que era millonario que lo tenía todo y que parecía nunca haberle faltado nada.
– Lo siento, es la primera vez que me pasa no logré descansar y eso me tiene algo distraída.
Lo vi fruncir el ceño y me miró con esa mirada penetrante que me ponía los pelos de punta, esa mirada yo no podía con ella y desvié mi vista hasta cualquier cosa.
– Creí que tenías un sueño profundo, que ni una tercera guerra mundial te molestaría. – Bromeo un poco pero apenas y formó una media sonrisa.
– Suelo dormir sin dificultad, pero todo esto me tiene… – Hice una pausa buscando una palabra exacta, pero lo único que dije fue ansiosa.
Respondió diciendo que se imaginaba lo que estaba sintiendo y luego todo fue silencio hasta que termine mi desayuno, tengo que decir que desayunar mientras el no me quitaba la vista de encima, fue incomodísimo, masticar y tragar mientras imaginaba que él escuchaba hasta el más mínimo sonido.
– ¿Estás enfermo? – Lo vi tensarse cuando mi pregunta lo tomó por sorpresa.
– No. ¿Por qué alguien te dijo algo? – Respondió muy seguro y yo me sentí estúpida, por qué él se veía tan bien, sano, fuerte y lleno de vida su semblante era perfecto y sus movimientos precisos.
– No, de hecho nadie me había hablado de ti y no creo que lo empiecen a hacer ahora.
– Entonces ¿Por qué crees que estoy enfermo?
– No lo creo, de hecho no sé por qué lo pregunté. Pero anoche mientras todos estaban despiertos me pareció ver llegar a un hombre, me parecía un doctor.
– Ha sido por eso. No era yo el enfermo, una de las empleadas tenía fiebre.
Nos despedimos cuando él se fue a trabajar, sonreí tontamente cuando recordé lo que prácticamente había sido nuestro primer momento como esposos. El día anterior no había contado para nada, todo había sido una sorpresa y luego una discusión con muy poco sentido.
Salí con Augus a ver a Emma, cuando le conté todo puso una cara que me imaginaba era la misma que puse yo cuando vi quien era mi esposo. Bromeó con mil tonterías que tenían que ver con Darío, Augus estuvo ahí en todo momento y no pude evitar ponerme roja y nerviosa con el hecho de que le contaría todo a Darío.
Darío ya había llegado a casa su auto estaba ahí, apenas puse un pie dentro escuché los gritos de Darío, bueno no eran gritos pero estaba molesto y le hablaba con enojó a alguien, solo escuché que le decía que tenía que tener más cuidado y ser discreta en cuanto a su problema, iba a escuchar más pero Augus llegó y me pidió que fuera a mi habitación o el señor se pondría furioso si se daba cuenta de que estaba escuchando conversaciones ajenas. Reí irónicamente y dije que, qué más enojado se podía estar.
– Usted no lo quiere ver y mucho menos conocer realmente enojado, señora.– Se alejó de mí y caminó en dirección al salón donde estaba Darío lo vi tocar la puerta y antes de que entrara subí las escaleras.
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Comments
Marshaan Sanchez
hay lola no somos y ya queremos 😔 ubícate ya te tengo una fobias lola
2024-06-02
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Carolina Acosta
un jefe muy preocupado por sus empleados, que bien te felicito 🙃
2023-12-03
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Carolina Acosta
es sólo cuestión de consiencia 😊😎
2023-12-03
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