Dónde pasaste la noche

Les juro que yo no era de impactarme con nada ni nadie.

Y ella ya me había atrapado con su belleza, y ahora lo había echo con ese primer beso, yo no pensaba aprovecharme de ella y tampoco quería obligarla a hacer nada que ella no quisiera, no soy un tipo que usa alas chicas, siempre soy claro con ellas y les planteó como son las cosas conmigo.

Parar ese beso me costaría muchísimo y más cuando ella lo había continuado. Ella me había dado luz verde para avanzar pero mi estúpido yo jamás pensó que esto podría pasar y nisiquiera tenía un preservativo. En ese momento maldije haber dejado de llevar preservativos a todas partes, pero hacia meses que no estaba íntimamente con una mujer, esa era la mejor excusa en ese momento.

Sabía que las mujeres eran impredecibles y que como Laura me acababa de dar luz verde ahora también después me podría poner un alto, así que le volví a preguntar si estaba segura de querer hacerlo y me fui a buscar los preservativos. Me sentí ridículo preguntando a cualquiera adentro del bar si tenía alguno, asta que encontré a un tipo y para convencerlo de que me los diera le tuve que dar todo el dinero que había en mi billetera además de mi reloj.

Seguro eso valió la pena por qué Laura terminó entregándose a mí. Sus gemidos cada movimiento, estaba experimentando uno de los más jodidos placeres de la vida, lamentaba que hubiera tenido que ser dentro del auto pero me había quedado sin efectivo para el hotel y las tarjetas se habían quedado en la otra billetera.

Después de repetir varías veces el sexo la lleve a su departamento, apenas bajamos del auto continúe besándola, me dejó acompañarla asta su puerta y aproveché que está me dejó besarla de nuevo para sacar el teléfono de su bolsa, tenía que tener un prestexto para regresar después.

Nisiquiera alcance a llegar al auto cuando mis instintivas ganas de volver con ella aparecieron. Toque su puerta y use mi pretexto, su teléfono se había quedado en mi auto.

Lo iba tomar pero aproveché para besarla nuevamente.

**Blair**

Me tiré sobre la cama aún con la sensación de haber estado con Darío, el me había subido al cielo desde el primer beso, tenía esa necesidad de entregarme a el fue entonces que el timbre de la entrada sonó, pensé que tal vez era Emma que había olvidado las llaves pero cuando abrí me encontré con Darío y mi teléfono.

– Se te quedó en el auto. – dijo serio.

– Gracias por traerlo. – Extendi mi mano para tomarlo pero Darío fue más rápido y lo guardo para atraparme otra vez y besarme.

Emma no estaba así que no dude en jalar dentro del departamento a Darío. Volvió a meter sus manos por debajo de mi falda y retiro mi blusa con delicadeza, sus manos sujetaron con fuerza mi trasero y con más ansias que la primera vez deboro cada parte de mí, está vez ambos quitamos por completo nuestra ropa y usamos el último preservativo.

Cuando terminamos lo lleve a mi habitación y nos acomodamos sobre la cama. A mitad de la madrugada me desperté y empecé a besar a Darío.

– No tengo más preservativos.– dijo medio dormido.

– Está bien. – me di por vencida y me acomode para dormir otra vez.

– Pero hay otras formas de hacerlo. Dijo besándome.

Empezó a bajar entre las cobijas y en suave moviendo me hizo abrir las piernas y se acomodo entre ellas. Era la primera vez que tenía sexo por más de cuatro veces seguidas en una sola noche, tambien fue la primera vez que me hacían terner un or***mo tras otro.

Darío

Está sin duda había sido la primera vez que hacia el amór con alguien. La primera vez que tenía sexo con una chica y seguía deseandola como al principio.

Laura era la primera chica con la que realmente sentía que había tenido más que sexo y la única con la que había pasado una noche entera, con la que dormí abrazado y no me había arrepentido.

Me desperte un poco después de las 6 de la mañana, tome todas mis cosas para irme, está fue la única vez que de verdad quería quedarme en la cama asta tarde. Tenía una reunión alas 7:30 apenas llegué a casa aventé las llaves sobre la mesilla de la sala y antes de subir las escaleras hablaron detrás de mi saliendo de un rincón.

– Por fin llegaste.Estaba muy preocupada por ti, pensé que te había pasado algo.

– Me vigilas, como sabes que no dormí aquí.

– Anoche te vi salir en un auto, estuve al pendiente de tu regreso, fui a tu habitación y vi todo revuelto pensé que...

La interrumpí. –¿ Que? que mis crisis habían regresado, que había echo una locura.

– No fue lo que iba a decir.

– Pero lo pensaste.

– No es verdad. Solo me preocupe por qué nunca habías faltado a dormir a tu casa.

– Siempre hay una primera vez.

– ¿Me vas a decir dónde estuviste?

– ¿Desde cuándo el jefe le da explicaciones a los empleados?– dije en un tono molesto y continúe subiendo las escaleras.

– Llame a Augus por si sabía algo de ti. Y me informo que llega la próxima semana. – Me detuve un momento a escuchar y luego continúe. Cuando llegue al segundo piso me detuve y me acerque al barandal para mirar a mi nana.

– Me quedé con una chica. – Le dije y continúe caminó asta mi habitación.

Poco después baje duchado y enfundado en un traje negro, Lola ya me esperaba en la cocina con una taza de café sin azúcar y con fruta picada.

–¿ Está chica tiene algo especial? – cuestionó, y por una extraña razón me sentí feliz de que lo preguntará, a pesar de que odio a me cuestionen mi vida personal.

– Es hermosa y tiene algo de inocencia. – fue lo único que respondí.

– Las que parecen ser inocentes son las peores, y lo deberías de saber mejor que nadie.

– Igual no pretendo tener una relación con ella.

– ¿ Por qué?

– Sabes que no me gusta que me interrogues, y ya lo estás haciendo. – Di un último trago al café y empecé a salir de la cocina.

– Ella no sabe de tus cricis y de tu problema cierto. – me pare en seco y luego continue.

– No es asunto tuyo.

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