Capitulo 4. Cecilia.

Cecilia terminó de vestirse frente al espejo de su habitación en departamento que con ayuda de su padre había comprado.

Miró críticamente su figura.

Era una morena preciosa.

Había sacado el color de piel de su padre Santi y sus ojos marrones inmensos era la genética que le había aportado una madre que no conoció más que por fotos.

Su madre Cecilia había sido una mujer delgada y muy blanca, de pelo lacio castaño y los mismos ojos marrones que ella.

Los cabellos enmarañados de Ceci sin dudas eran debido a la genética de su padre. Sus rasgos caucásicos, iguales a los de su padre y su madre daban idea del mestizaje de su raza.

Recordó lo enojada que estaba cuando niña por su cabello y como su madre Alba la consolaba repitiendo que era preciosa. Cecy ya había terminado la facultad. Su carrera de fotógrafa profesional había concluido. Solo le faltaba terminar unos recuadros de sus fotos elegidas para la muestra que se haría en una exclusiva galería de la ciudad.

Pero aún debía ir a trabajar. Había entrado a trabajar como fotógrafa en un estudio cinematográfico unos años atrás mientras estudiaba a fin de practicar y pulir sus cualidades. Terminó modelando también y ganando unos buenos pesos.

Pero allí, en ese estudio, estaba su actual pesadilla. Martin era el director ejecutivo y sabía que no le dejaría en paz.

Tenía miles de mensajes de el en el celular después de la fiesta. Esos mensajes llegaron mientras ella estaba con Máximo Luciani y había apagado su teléfono.

Esa maldita revolcada cambio muchas cosas en su vida. Solo lo asimiló cuando lloraba en su departamento y su mamá le llamó. Seguro le había visto salir de la fiesta y estaba preocupada.

Había contestado brevemente a Martín diciéndole que no la moleste más. Que todo había terminado. Pero conociendo a su jefe sabía que eso no sería tan fácil.

Pasó buena parte de esa fatídica noche recordando a Máximo y lo que le hizo sentir. Recordaba su olor, el sabor de su boca y la respuesta de su cuerpo al mejor sexo que había tenido en su vida.

¡Con el hijo de un mafioso! Una lágrima resbaló por su mejilla.

Se la secó molesta y se retocó el poco maquillaje que se había puesto. Estaba segura de que Máximo no la buscaría.

Tenía novia y para el solo había sido una mujer con la que pasar un rato, un capricho de niño rico. Quizás quería saber cómo era acostarse con una mujer de color.

Únicamente eso. Tendría que contarle lo de Martín a su madre.

Era la única en todo el mundo que podría entender la mierda en la que estaba metida.

Su cabeza era un caos cuando salió de su departamento rumbo al trabajo.

Pero Cecilia se equivocaba bastante con ambos.

Martin Después de la desesperación que le produjo la salida de su amante, sola, de la fiesta, después de los múltiples mensajes sin respuesta, después del breve mensaje con que Cecilia terminó su relación con el, se decidió por fin.

Despertó a su mujer ya dormida en la cama y le pidió el divorcio.

El desastre que se armó en su casa después de eso fue un verdadero caos. Terminó por encerrarse en una habitación con llave mientras ella lloraba y pateaba la puerta.

Por otro lado, Máximo Luciani quedó un rato sentado en su cama tratando de asimilar lo que había vivido. Solo recordar a Cecilia gimiendo bajo sus brazos volvía a excitarlo.

Tuvo que bañarse dos veces en una ducha helada para calmarse.

Luego llamó a Linares, su secretario personal, que dormía ya en el departamento, junto al de su jefe. Este no se extrañó. Eran gajes del oficio. Fue en pijamas por el pasillo y golpeó la puerta suavemente.

_ Que necesita señor - le dijo.

_ Quiero que sigas a una mujer. Cuida de que no te vea. Busca las filmaciones de la empresa cinematográfica dónde trabaja como fotógrafa. Su escritorio, el ascensor, el parking del edificio y su departamento debe ser controlado. Te daré las direcciones.

_ Está bien. - dijo- cuando empiezo y quién es ella. -

_ Hoy. Le dijo pasándole la foto de una morena y las direcciones.

Linares pensó para sus adentros:

_ Una mujer de color? Dios. Que haría el viejo Luciani cuando se entere. El mafioso que odiaba a los negros y estaba orgulloso de su origen ario y sus genes de raza superior.

_ Mí padre no debe enterarse por nada del mundo- dijo Máximo. Y menos Albino. Nadie , entiendes?-

_ Claro señor - dijo. Se fue a su recámara y llamo a gente confiable. Mando los datos. Expresó categóricamente que Albino, el sabueso del viejo, no debía verlos bajo ninguna circunstancia.

Estaba seguro de que si el viejo se enteraba del interés de su hijo por una morena , aunque fuera la más hermosa mujer del mundo, las horas de esa chica estarían contadas.

Luego se vistió y desayunó. Pensó en Máximo. Pobre tipo , su vida estaba controlada al dedillo por el maníaco de su padre.

Dentro de unos pocos meses se casaría con una modelo muy bella , hija de otro mafioso amigo del viejo Luciani.

Quien sería esta chica morena - pensó.

Luego abrió su computadora y vió la historia de Cecilia y de su familia. Esa chica no era cualquiera. Era una niña de la alta sociedad. Padres ricos y famosos.

_ Dios.Esto se va a armar - pensó.

En la habitación de Alba y Santi , ambos dormían abrazados. Era el primer sueño después del sexo ardiente y magnífico de los dos. Debían ser las cuatro de la mañana cuando en sueños volvió a ver a Num. Y la niña estaba cubierta de sangre junto a la laguna azul del sueño de alba.

_ Pequeña - dijo Alba mirándola asustada- Que has hecho. Los vidrios del lago te cortaron ! -

_ El perro lobo lamía los pies de la niña blanca. Y aullaba lastimero.

_ Entonces la niña miró fijamente a Alba. Y le habló. Pero está vez , Alba le entendió muy bien.

_ Cuida a Cecilia - le dijo con voz clara y fuerte.

Y Alba despertó.

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