Capitulo 3. Sam.

San Rocker Morris, estaba absorto en sus pensamientos esa mañana. Había salido de la fiesta con una hermosa mujer, que ya había olvidado como se llamaba. Su cuerpo le pedía sexo cuando salió del evento con ella.

 Y tuvo sexo furioso cuando ella le pedía en su fabuloso apartamento.

 Pero Mientras la poseía su mente estaba en Valery, en esa niña estúpida y mojigata. Y en el beso. Ese extraño beso que le unió por unos instantes con ella.

Había salido ya casi al amanecer del apartamento de su amante. Le había hecho acabar como una condenada con gritos y gemidos cuatro veces, pero él solo había culminado una vez.

 La dejó desnuda sobre la cama y ella le había dejado un fajo de dólares y un hermoso reloj sobre la mesita.

Sí. Las mujeres solían dejarle dinero. Sam no pedía pero lo tomaba. En realidad eso era. Un Gigoló que está con una mujer por una paga. Un pedido. Un encargo.

Sus padres tenían dinero. Sí. Lo tenían. Él trabajaba. Sí. Una vez por mes iba a Manaos, a la organización humanitaria de su padre y pasaba tres putos días vigilando que todo siga marchando bien.

Tenía una cuenta bancaria. Sí. La tenía. Allí regularmente estaba el dinero que le permitía su vida lujosa. Sus fiestas caras. Sus amigos de plata.

¿Podía trabajar en otra cosa? Sí. Podía. Recibía cada tanto ofertas para publicidad y novelas. Además, Concurría a diario a la facultad. Estudiaba organización y Gestión de empresas no gubernamentales. Una carrera que le permitiría manejar con solvencia la ONG lirio de su padre.

No le importaba un pepino acumular riquezas. Le importaba follar. Y eso hacía gracias a Dios todos los putos días de su vida.

Había follado a esa mujer. ¿Cómo mierdas se llamaba? Bien. ¿Para qué diablos quería saber su nombre? Ya está. Ya fue. Ya se terminó.

Sam sabía que había algo que no estaba bien en su vida.

Una época que casi ningún niño recuerda, la de sus primeros años donde tubo a su madre y sus abuelos solo para él.

Y luego llegó a su vida su padre biológico y su hermanita. Eso, lo obligó a compartir.

Todos le decían que el era un niño llorón. Esa era la forma que de niño lidiaba para compartir a su madre con su padre.

Estaba feliz de tener un padre maravilloso como su papá. Desde que su padre entró en su vida fue un padre excelente y trajo consigo a su hermanita Ceci. Y el amaba a Cecilia con todo el corazón.

La vida fue pasando, el dejó de llorar y aprendió a compartir. Solo que a medida que crecía noto que su virilidad le exigía mirar más a las mujeres adultas que a las chicas de su edad del colegio.

Y siempre se dio eso así.

Era apuesto y bien dotado y las mujeres grandes lo buscaban. Y el disfrutaba haciéndolas feliz sin atarse a ninguna.

Siempre había un marido esperándolas o una familia. No era necesario cargar con el compromiso de tener una novia porque ninguna de esas mujeres sería su novia.

Las Chicas le parecían tontas. Recordó que su madre con el tema de Xiomara lo llevó en esa época a un terapeuta. El terapeuta le hizo preguntas sobre si aceptaba o no su sexualidad, su masculinidad. Sam tuvo que reírse.

Cuando su madre le preguntó cómo le había ido explotó de la risa.

_ Creo que cree que soy Gay.- le contestó.

Nada más lejano a la verdad. Sam amaba a las mujeres. Deseaba sus cuerpos y le encantaba ser hombre y poder satisfacerlas.

Solo que les molestaba que chicas de su edad hicieran un culto a la virginidad y tuvieran un duelo infernal cuando la perdían sintiéndose culpables. ¡Culpables de que, por Dios! ¿Acaso el cuerpo no era suyo? ¿Acaso no eran dueñas de su organismo?.

Y finalmente estaba el tema de Valery.

Ese sentimiento no lo vio venir. La trasformación de oruga en mariposa de Val le descolocó.

Quería besarla y tocarla y lo hizo , pero cuando Val le golpeó, sintió otra vez, la pérdida. Sintió enojo. Sintió rebeldía. Sintió que debía mostrarse indiferente frente a ella.

Y de inmediato fue a buscar a la mujer que le miraba, y le ofreció su sonrisa y salió con ella rumbo a su departamento.

No sabía por qué actuaba de manera infantil frente a Vale Sforza. Pero le demostraría en la facultad que ella se equivocaba.

Que podía tener novia. Que podía ingresar con éxito al mundo de las niñas ricas y bobas. Esperaba no encontrarse con ninguna virgen. Porque no toleraría lloriqueos ni culpas.

Quería ver su cara cuando ella lo vea de novio con una joven de la facultad. Veremos si seguía indiferente a él, veremos qué haría la amiguita de Cecilia.

_ Estúpida ! - repitió en voz alta en la soledad de su departamento. Después tomo sus libros y se puso a estudiar.

*Agradezco a Franshesco Ferrer utilizar su foto para ilustrar a Sam Rocker Morris.

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