Bella, elegante y sofisticada

Isabella Belmonte

Los días fueron pasando y así nuestro duelo se fue superando día tras día.

Mis hermanos estaban estudiando bastante, pero Bastian y mi primo Paolo empezaron a ir a la empresa de cuero para hacerse cargo de ella, ya que los tíos seguían en Canadá y papá no estaba de humor. Obviamente, era a quien más le costaba.

Yo le pedí hacerme cargo del Restaurante así como habíamos hablado algunos años atrás por teléfono, cuando estaba en África. Por supuesto, él aceptó sin pensarlo y acá estoy, poniendo todo de mí para mejorar este lugar, actualizar la vajilla, renovar la decoración y agregar nuevos sabores a los platos. Cada destino me dieron un nuevo conocimiento por lo cual voy a implementarlos en este bello restaurante de cinco estrellas.

Seguiré siendo crítica gastronómica, pero también me ocuparé de este sitio, ya que no puedo ir opinando por la vida sin demostrar como se hacen correctamente las cosas.

...

Hoy me toca visitar PCARM, un restaurante lujoso y de exquisita gourmet según me dijeron, pero eso lo tomaré en cuenta yo misma, porque es la primera vez que iré.

Al lujo lo que se merece ¿No? Lo que significa que me vestiré según su altura.

En Google he buscado imágenes y me he encontrado con lo mejor que he visto en mucho tiempo.

El mejor color es el blanco y pues... ¿Quién soy yo para ir de otro? Le daré al dueño lo que pide.

Elegante y sofisticada, mejor no me he vestido nunca para ir a criticar, y tampoco sé por qué hoy lo siento diferente.

—Hija, que linda estás — Exclama mi madre entrando a la habitación.

— Gracias, má, debo ir a trabajar. — Expliqué

— Mmmm —Me miró incrédula— Sospecho que vendrás casada.

—¿Quieres que a papi le dé un infarto? —La miré horrorizada

— En todo caso, tendrás que explicar tu vestido blanco — Dijo riendo.

— ¡Ay! ¡Casi me asustas! Este color es el que predomina en el Restaurante PCARM por eso visto así.

— Han dicho que es exquisito— Agarró mi celular y me lo dio — Y que el chef también. — Agregó riendo.

— ¡Mamá! ¿De dónde sacas esas cosas? ¡Si papá te escucha! — La reté

— Tranquila, tu padre lo escuchó junto conmigo porque una de las modelos nos invitó.

— Ah bueno, pero no creo que le agrade, además, supongo que el señor no debe ser muy lindo para que opinen así, tendrían que tener más respeto a sus mayores. — Concluí un poco incómoda por la situación.

— Hija, el "señor" — hace comillas con sus dedos — Tiene al rededor de treinta años, no es ningún viejo. — Alza una ceja esperando mi respuesta.

— Tienes razón, supuse mal. — Acepté.

— Ve a disfrutar las exquisiteces que ese "señor" te puede servir — Dijo riendo y luego me dio un beso en la mejilla para irse.

Mamá sigue siendo igual de bromista que en el pasado, casi ninguno de los grandes ha cambiado a pesar de que nosotros crecimos.

La tía Amanda sigue siendo loca y mandando comentarios algo vergonzosos si tienes algo que ocultar, pero no tanto si hay personas odiosas al rededor.

No quisiera imaginar lo que estaría diciendo si conociese ese supuesto chef y su atractivo. Sería igual o peor que la modelo que invito a mis padres.

...

Salgo de mi habitación y bajo las largas escaleras que separan ambos pisos. Al llegar a la sala, se encuentran mis cinco hermanos juntos.

—¿Qué hacen demonios? — Me acercó a ellos y los interrogó un ratito.

— Pensando una solución — Responde Isaías muy serio.

—¿Solución a qué? — Indagó ya que es de mi interés verlos bien

— La empresa está fabricando mucha indumentaria, pero tenemos pocas modelos. — Resume Bastian.

— Y las agencias no tienen chicas disponibles. Increíblemente, ninguna agencia. ¿No es sospechoso? — Suma Emilio.

— Me ofrecí, pero estaría sola, ¿Tú nos ayudas? — Marina y su sueño... Seguro podrá cumplirse.

— Dos son pocas — Agrega Federico.

— Entiendo, ya que misteriosamente ninguna agencia tiene mujeres para ayudarnos a promocionar la ropa, haremos modelos nuevas. Crearemos una agencia para la empresa Belmonte, ¿Qué dicen? — Di una solución.

—Estaríamos en la misma, todavía necesitamos chicas — Volteó los ojos Emilio.

—Eres serio, pero no tienes neuronas. A veces pienso que los otros tres sacaron la inteligencia que a ti te falta — Me burle y todos reímos.

— ¡Ja ja, chistosa! —Dijo Emilio sarcástico

— ¿Cuántas jovencitas asisten a la Universidad? ¡Milesssss! — Respondí automáticamente. — Por eso, harán una publicidad y solo la repartirán dentro del local estudiantil. El 99% de esas niñas, ya son mayor de edad y muchas quieren ser modelos, o necesitan dinero. Por lo que, harán una prueba y de ahí, contratan a quienes necesiten. Eso sí, obligatorio que sea un contrato con abogado para no tener problemas en el futuro — Brindé la mejor idea que se me pudo ocurrir.

— En realidad, me gusta su propuesta — Aceptó Marina — Muchas de mis amigas quieren modelar, inclusos algunas han ido a entrevistas y no quedan en las agencias.

— Por eso sabrán elegir —Agregué — Algunas no saben modelar en pasarela, pero serían excelentes en las fotos.

— Bueno, podríamos probar suerte— Asintió Bastian.

— Es la única idea que a alguno de los seis se nos ocurrió —Apoyó Isaías

— Fui la única con neuronas, entonces — Me reí — Ya, dejen de pensar tanto... ¿Vamos a almorzar? Debo hacer una crítica, pero los invito a que me acompañen. — Les hice un gesto con la mano y Marina enseguida se levantó

—¿Puedo ir así como estoy? — Preguntó feliz, por lo que asentí. Ella está con un vestido corto, ajustado al cuerpo, de color rosa.

—Iré — Afirmó Emilio y mis hermanos también se levantaron.

— ¡Los Belmonte criticaremos! — Rió Marina.

— Ustedes comerán, pero no tomaré en cuenta su opinión. Todo es según mi paladar. — Aseguré.

— Su refinado paladar, señorita Isabella — Se burló Isaías y todos nos reímos.

Como somos seis, nos dividimos en dos autos, los hombres, por un lado, y las mujeres por otro.

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