MARTIN/CAMERON (CAP. 20)

Layla se recupera y habla con voz ahogada.

-* ¿A qué vino eso, perras?.

-** Claro, ahora nosotras somos las perras. Te recuerdo que nos botaste antes de la graduación. Luego pides que hagamos de niñeras de tu familia, y por último tuvimos que salvarles el culo.

La rubia si que tiene voz potente.

- Puta, no estás sola. Podías hacer lo que tenías que hacer sin hacernos a un lado. Te debemos mucho, déjanos pagarte, idiota.

Cameron pone las manos en su cadera.

-* Cállense, estúpidas. No hay deudas entre hermanas. Como si alguna de uds arriesgaría a las demás; las tres estamos cortadas con la misma tijera.

Las veo llorar mientras se abrazan. Cameron se limpia las lágrimas y me mira con fastidio.

- La próxima vez recurre a mí, yo sí puedo protegerte a la primera.

Aprieto las manos y las dejo seguir.

CAMERON

Llegamos a la casa donde se queda Layla y me voy a un cuarto designado para mi.

Llamo a casa, para organizar el regreso de la familia de Layla. Me doy una ducha, me seco el cabello y me pongo un pijama con un pequeño polo en tiras y un short corto con encaje.

Una vez lista, me echo en la cama y me cubro los ojos con el brazo. ¿Qué demonios me pasó? Durante todo el tiempo en la preparatoria y la universidad, no había sentido tanto deseo por tener un cuerpo sobre el mío. Solo bastó una mirada a esos ojos negros que reflejan las estrellas y mi cuerpo ya no me pertenecía.

Mi respiración se empieza a agitar al pensar en lo ocurrido hace unas horas. Imito sus movimientos, pero mi mano es una pobre sustituta. Su mano grande, con dedos gruesos y ásperos, pero con un suave toque. Eso es lo que quiero.

Estoy perdida en mis recuerdos, que no escucho mi puerta abrirse. Voy imaginando que él entra, me baja el short, saca mi mano y la reemplaza por la suya.

* Por lo visto, no soy el único que quiere más.

Abro los ojos al escuchar esa ronca y grave voz. No fue mi imaginación. Me dejó desnuda de la cintura para abajo y pasa su dedo grueso de arriba a abajo por mi entrada, rozando mi clítoris. Se apoya en el codo y con la cara a centímetros de la mía, me habla.

* Cherry, si quieres que mi dedo vuelva a entrar en este lugar apretado y mojado que tienes, debes pedirlo amablemente.

No me deja responder, sus labios tapan los míos y vuelvo a perderme en ese mar de sentimiento. Mi cuerpo, mi corazón se sienten tan calientes... y felices. No puedo recordar la última vez que sentí esto. Hace muchos años eramos niños y no había esta sensación febril de tenerlo unido a mí.

No fue necesario pedírselo, cuando se aleja de mis labios para morder el lobulo de mi oreja, vuelve a meter su dedo en mi.

- Parece que no era necesario pedírtelo... mmm...

* Tal vez tu boca no lo pidió, pero tu cuerpo sí. Escucha como suena. Estás tan mojada que me deslizaría tan suavemente dentro tuyo...

Siento algo más grueso que un dedo jugar con mi entrada.

En lugar de darme miedo, cierro mis tobillos en su trasero y lo empujo hacia mí. El pone resistencia y al sentir mi barrera, retrocede tanto que se cae de la cama.

Me siento, al perder esa abrumadora sensación, y lo veo mirarme con esos hermosos ojos tan abiertos, que debe ser doloroso. Bajo la mirada e inconscientemente busco una almohada para ponerla entre mis piernas. He visto varios penes. Nunca faltó el tipo que se creía el remedio para mi homosexualidad y mostraba sus bienes. Claro, acababan en el hospital por malograr mi vista, pero eso no impedía que siguieran llegando los "valientes".

Volviendo al tema, al gran, enorme y grueso tema; eso me dolerá... Sacudo la cabeza al percatarme de que no hay duda en esa última oración, como si fuera un hecho por ocurrir.

* ¿Fuiste a una escuela y universidad para mujeres? No, incluso si fuera el caso, no habría forma de que... fueras... o seguirías siendo...

- Virgen, sí. Hace un rato hablabas sin problema y ahora se te traba la lengua.

* Incluso me atraías hacia ti. ¿Qué hubiera pasado si iba a lo loco?

Se acerca a mí y me sacude por los hombros.

* La primera vez debe ser especial. Luego de hacer sufrir al tipo por mucho tiempo, antes de darle el honor de ser el primero. Si el bastardo es suertudo, ser el único.

Tal vez cambió físicamente, pero ahí está mi Martín. El chico que siempre fue cuidadoso conmigo, él que me trataba como una amiga, porque nuestra edad y circunstancia no nos daban otra opción.

- Hoy es especial, pude salvar a mi hermana. Hice sufrir al tipo por años, tal vez sea hora de recompensarlo. El único inconveniente es lo último; no creo en el "para siempre", así que solo puedo dar mi primera vez.

* Yo... yo no... no puedo.

Lo observo ponerse su pantalón y escapar por la puerta.

Sí, definitivamente es mi Martín.

Me recuesto y tapo mi cara. Tal vez debí meterme con un tipo al azar, eso me habría dado la realización que estoy buscando.

Escucho que mi puerta se abre suavemente y me levanto sobre mis codos. Ahí está él, nuevamente.

* Soy un bastardo, pero no me puedo ir sin darte lo que inicié.

Se acerca a mi, me agarra la nuca y vuelve a besarme. Dios, este chico, con sus cambios de parecer, me dará tortícolis. Al menos espero que eso no sea lo único que me de.

Siento como saca la almohada de mi lugar oculto y vuelve a jugar en mi entrada con su dedo. Me separo de sus labios para gemir. Sigo sensible.

Pensé que seguiría con sus dedos, pero no. Lo veo bajar por mi cuerpo, dejando besos a su paso. Se detiene entre mis pechos, cubiertos por mi top delgado sin brasier. Les da un suave mordisco que me hace gemir y luego las frota con su lengua.

* Después volveré por uds, pequeños guijarros.

Quiero agarrarlo del cabello para detenerlo en mi pecho, pero no hay donde agarrar. Maldición. Sigue bajando y acomoda su rostro entre mis piernas. Sube la mirada y cuando choca con la mía, saca su legua y lo pasa por mi entrada.

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