MARTIN (CAP. 18)

*- No te pediré tus servicios. Quiero que me recomiendes un competidor confiable. Mas alla de lo que puedo sacar de información con mi magia, quiero lealtad y eso no se ve en los archivos.

Tiene razón. Muchas empresas de seguridad siempre se venden al mejor postor y contra esos enemigos, ya le habrían colgado la llamada. Veo mi computador y pienso en lo mucho que me ayudó con la empresa de papá. Es la hora de pagar.

* Me ofendes, no necesitas buscar si ya tienes un acuerdo con Seguridad Han.

*- Martín, eres mi amigo, pero ésta será una misión solo con un ticket de ida al infierno.

* Créeme, lo sé. Por eso mismo, si tienes que ir al infierno, al menos rodeado de amigos hará el viaje divertido.

*- Te lo debo, hermano.

* Ni lo menciones.

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Martín Meehan (*créditos cortes militares) xD

Cameron Lovett (*créditos Katherine McNamara)

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Así, a mis 27 años comenzó una aventura nueva. Una en la que no pensé volver a encontrarme en esta situación. O mejor dicho volver a encontrarme con quien saco mi corazón y lo desechó.

Todo estaba medido y calculado, pero la situación se nos salió de las manos. Sabíamos que eran varios, pero con 10 de nosotros, sería suficiente. No supimos qué pasaba, hasta que cuatro de mis hombres (bajo la cubierta de strippers) eran sacados por la seguridad del hotel. Uno de ellos hablaba en mandarin por su celular. Nos pusieron una trampa. Ahora siendo solo 6, con Cruz y Layla tomados por los enemigos, debíamos dar con un nuevo plan.

Estaba tan concentrado, que no me percaté que alguien a mi espalda buscaba hablarme, hasta que sentí su dedo pinchar mi hombro.

- Oye, dime en qué suite es la reunión, dónde se encuentra Layla.

Debo estar distraído, porque esa voz suena un poco familiar. Me volteó y todo regresa a mí: las conversaciones, los latidos rápidos del corazón, el beso en la mejilla, el collar, las pérdidas y la despedida.

Delante mío está la versión adulta de la niña a quien le entregue mi corazón y sueños de una familia, y mi imaginación no le llega ni a los talones.

Ya no tengo corazón, entonces, ¿qué es lo que tamborilea tanto en mi pecho?. Debe ser porque es hermosa, es más que hermosa, es bellísima. Ese cabello rojo, esos ojos verdes, esa boquita de cereza, ese cuerpo con curvas bien formadas.

Veo el momento en que poco a poco va reconociéndome. Debo admitir que me veo diferente. Mi cuerpo es más grande, tengo el cabello bien corto y llevo una barba corta y prolija. Ella debe haberme reconocido solo por los ojos. Y eso me gusta.

Retrocede y actuo sin pensar. La tomo de la cintura, la pego a mi cuerpo, nos empujo a la habitación mas cercana y cierro la puerta con un pie.

Aprovecho su continuo estado en shock. Agarro su cuello, por debajo de la oreja, y la sostengo mientras castigo sus labios con los mios.

Esto no debe ser así, pasaron 9 años, pero aquí estoy saboreando la boca que aparece siempre en mis sueños.

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