CAMERON (CAP. 2)

Nos sentamos en el borde ancho de la pileta, mientras hablamos.

* ¡Ah! Eres la sucesora de los Lovett. Yo soy el sucesor de los Meehan. Mucho gusto.

Estira la mano y espera pacientemente hasta que se la estrecho. Siento un ligero calor en las mejillas y pienso que me resfriaré.

- Al fin, alguien que entiende lo tontas que son estas fiestas, pero ¿por qué no te gusta? Pareces lo suficientemente grande para tener de qué hablar con ellos.

* Ni tanto, tengo 12. Desde los 5 años me hacían venir a esta tontera. Felizmente, a los 7 convencí a mi padre de mandarme a un internado y le decía que no podía regresar. Este año fue exclusivamente para traerme con él, porque se enteró que este año los Lovett llevarían a su princesa. En pocas palabras, debes hacerte responsable de mi miseria.

- Soy demasiado joven para responsabilizarme de una persona. Además, fui obligada a venir. Ya estuvieron postergando por mucho tiempo mi visita a esta fiesta. Igual, espero ganar algo que siempre quise. Hice un trato con mis padres.

* No importa la edad, si debes ser responsable, sé responsable. ¿Qué les pediste?.

Me mira muy curioso.

- Tengo 8, pero tienes razón. Seré responsable, porque pedí por una hermana. Seré la mejor hermana mayor, la cuidaré mucho, ya verás.

Y así nos hicimos amigos.

1 AÑO DESPUÉS

CAMERON 9 AÑOS

Después de muchos años, mis padres me dieron lo que tanto pedí: una hermanita, Arlene. La única diferencia entre nosotras, son los ojos. Mientras los míos son verdes, los de ella son un hermoso tono avellana; mas dorado que verde.

Estoy de camino a esa fiesta sin sentido, pero al menos sé que me divertiré. Apenas llegamos, me voy a la pileta y ahí está Martín. Las tres familias no se mantienen en comunicación, salvo en la fiesta. Entonces, nos vemos y hablamos 1 vez al año.

En nuestro primer encuentro, descubrí que es 4 años mayor que yo. No es que importe mucho, somos niños y solo podremos ser amigos.

* Hey, Cherry.

Me acerco y le doy con el puño en el hombro. Se queja mientras soba el area golpeada, pero sonríe.

Desde que puedo recordar, siempre me han llamado por diversos apodos gracias a mi cabello. Me gusta el que él me dio, pero no debo hacérselo saber.

- Hola, Martín. ¡Mira!

Le muestro una foto de mi hermanita, mientras tengo una sonrisa enorme.

- No hay niña más bonita, ¿verdad?

Al no recibir respuesta, alzo la mirada y veo que me mira detenidamente.

* La niña más bonita.

Luego dirige la mirada al agua, con las mejillas rojas.

* Entonces, ahora eres una hermana mayor. Me gustaría tener hermanos, también. Lástima que mi padre solo se dedique al trabajo.

Baja la mirada y se ve triste. Estiro mi mano y la pongo encima de la suya.

- Sé que no nos conocemos mucho y por mas que haya pasado un año, nos hemos visto dos veces; pero no estás solo. Soy tu amiga y aquí estoy.

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