PROLOGO

EPOCA ACTUAL.

La gran mansión era hermosa, ella siempre la vio así desde el día que llegó, se casó enamorada sin imaginar la clase de persona que era su esposo, serio, seco, carente de cualquier emoción, malhumorado, arrogante, soberbio, ególatra, narcisista, poco amable, injusto, cruel, muy violento y explosivo si lo hacían enojar y tal parece que esa era su especialidad, la golpeaba pero aprendió a maquillarse bien para que su familia no se diera cuenta; antes de eso ella era alegre, feliz, expresiva, generosa, justa y llena de amigos dada su profesión como pediatra con especialidad en cardio y también una carrera de fisioterapeuta.

No podía creer que después de luchar con su matrimonio hoy llegará a su fin, se cansó no solo de lidiar con sus innumerables amantes de cama, sino que tenía que escuchar esos encuentros pues las llevaba a su casa, la humillaba a tal grado que una noche estando ebrio llegó con una mujer pública, continuamente le decía que ella no era lo suficiente mujer para satisfacerlo, y la que más le pesaba era Cristina Estefanes a quién jamás dejó y la paso por la humillación de tener que aceptar que su esposo le dijera que ella era su mujer ahora mismo estaba con ella, siempre ella; que desde que la conoció no tuvo vergüenza de pasear por lugares públicos del brazo de su marido.

Trató de entenderlo y ayudarlo en los 2 años que duro su infierno con él, le dio igual cuando le pidió el divorcio, ahora estaba por irse solo con lo que trajo de casa de sus padres, todo lo demás lo dejó ahí, la gente de servicio salió a despedir a su señora pues la amaban siempre les dio un trato digno, estaba viendo por última vez su alcoba cuando toco Manuel el mayordomo.

Manuel: ¿Puedo pasar señora?

Mónica: Pase Manuel.

Manuel: Ya está todo listo y sus maletas están en la camioneta como lo ordenó.

Salen de la alcoba y van bajando las escaleras.

Mónica: Gracias, Manuel.

Manuel: La vamos a extrañar señora.

Mónica: Y yo a ustedes Manuel créame.

Gladis: Señora, le hice sus postres favoritos y unos bocadillos para el camino.

Mónica: Gracias Gladis, eres muy amable y gracias por todo y no llores mujer.

Lupita: No se vaya mi señora.

Mónica: No puedo quedarme aunque quisiera, pero gracias a todos por sus favores.

Felipa: Señora no se olvide de nosotros.

Mónica: No lo haré lo prometo.

Tomas: Tome señora, son sus rosas favoritas y por usted no me importó dejar sin flores el jardín.

Mónica: Ya no me hable de usted don Tomas si no quiere que me agarre a llorar de tristeza, gracias, de verdad gracias a todos por todo lo que hicieron por mí desde que llegue aquí, los llevo en mi corazón, no los olvidaré vamos Manuel.

Subí a la camioneta y vi por el retrovisor como todos me decían adiós mientras lloraban, me coloqué los auriculares y puse una canción que me dolía pues era parte de mi historia.