CAPÍTULO 18

Abdiel maldijo a sus adentro y arrojó la credencial de servicio de Draco al piso,

Estaba furioso, se sentía frustrado, ¿Por qué era tan difícil de entender, que él no quería lastimar a nadie?, era su vida, su vida y él quería vivirla solo, nadie tenía derecho a juzgarlo o a criticar su decisión, Abdiel golpeó la pared, una y otra vez, él odiaba su destino, él odiaba vivir con temor, él odiaba esa maldita profecía, tal vez, si no se la hubiesen dicho, tal vez ya hubiese muerto y estuviese descansando y no viviendo a media vida, no malviviendo como un prófugo de la justicia y dependiendo de un objeto hecho por el hombre, tal vez todo era mentira, tal vez, aún no era su hora, tal vez podía vivir sin el amuleto, pero él no era lo suficientemente valiente para averiguarlo, por eso se negaba a enamorarse ya destruir el corazón de una mujer, sobre todo porque sabía que él la amaba y que moriría atormentado por dejarla sola.

Él estaba resignado a morir, cuando el amuleto se le perdiera o simplemente se destruyera y él solo tenía como último deseo, poder dejar a sus dos hermanas con su familia formada, rodeada de amor, para que tuvieran el consuelo necesario para sobrellevar su partida y ya había cumplido casi todo su deseo,

Pero la muerte de su cuñado D'Angelo, lo había hecho retroceder, ahora debía suplicar unos años más de vida, para que el corazón de su hermana Adila sanara y volviera a abrirse al amor, por eso se negaba a extender su agonía, por eso se negaba a amar, el amor es infinito y él no soportaría tener que irse y dejar a su mujer, a su amada sufrir por su partida y ni imaginar tener a un hijo, si el amor que sentía, por sus cuatro secuaces era tan grande que daría su vida por cualquiera de ellos, no podía imaginarse el amor que sentiría por un hijo propio, oh no y nada más de pensar en dejarlo solito, pequeño e indefenso y con una madre con el corazón roto, nada mas de pensar eso, se rompía su corazón, se ahogaba su pecho e inundaba sus ojos de lágrimas, ese dolor era tan fuerte para él, que el miedo lo embargaba, así que definitivamente, debía quedarse y mantenerse solo, esa era su decisión final.

Mientras tanto, Adele llegó a su hogar y sus padres la recibieron con mucha alegría, Adele se sentía en casa y estaba feliz de ver a sus padres tan unidos y cariñosos como siempre

Ella hubiese dado todo, por envejecer así al lado de su nerd, pero ya él era parte de su pasado, ella después de saludar a su padre, tomo su pequeña valija y subió a su antigua habitación, todo estaba tal como ella lo recordaba, pero estaba todo limpio y ordenado, así que ella solo soltó su valija y se metió al baño para darse una ducha, mientras su madre le preparaba una deliciosa cena de bienvenida

Adele peinó su cabello y lo dejó suelto, se vistió con un vestido negro sin mangas y ceñido al cuerpo, le quedaba algo corto, pero ¿qué demonios importaba?, solo estarían sus padres y ella, así que no tenía ninguna importancia,

Ella llegó a la mesa y se sorprendió al ver a un hombre muy guapo frente a ella, ese hombre no era un desconocido, pero se sorprendió al ver que, ella ya no sentía incomodidad al verlo,

Pero después de verlo, de espalda por unos segundos, ella se dio cuenta, de que era el miedo de que la obligaran a casarse con él, lo que lo hacía tan desagradable ante sus ojos, pero ahora ese miedo había sido suprimido, por el hecho de que ya ella, estaba supuestamente comprometida con el doctor John, así que el que estaba sentado frente a ella, era un hombre maduro, pero muy guapo, podía decirse que hasta interesante, un digno Suggar Daddy, como le dirían en Miami

__ Buenas noches _ dijo ella y el hombre se puso de pie y caminó hasta ella, para tomarle la mano y darle un beso en el dorso, aparte de ayudarla a mover la silla para sentarse

__ Buenas noches, señorita, es un deleite para mis ojos, poder apreciar su belleza _ le dijo el hombre con un tono de voz muy seductor

__ Muchas gracias, _le dijo ella tratando de responder a su caballerosidad

__ Hija, Arno vino a traerme unos documentos y lo invité a que se quedara a cenar, espero que no te moleste_ le dijo su padre nervioso de que ella fuese a malinterpretar esa visita como una imposición

__ No padre, no te preocupes, el señor Fisher es tu mano derecha y por tanto, es bienvenido en esta casa, _ le dijo ella mirando los ojos de borrego enamorado que el hombre tenía clavados en ella

__ Muchas gracias, me tranquilizan sus palabras, le confieso que estaba algo nervioso, pensando que podía llegar a importunar con mi repentina presencia y me disculpo, por no haber traído algún presente para usted, pero en realidad desconocía que estuviese aquí

Adele solo sonrió y entró en un monólogo mental

"Oh por Dios, pero que galante, creo que estoy enamorada de esas palabras llenas de caballerosidad y admiración, lástima que no salen de la boca que amo y deseo"

Adele soltó un largo suspiro y siguió con la conversación, sin poder dejar de ver el hombre frente a ella, pues él siempre se había confesado enamorado de ella, pero ella apenas tenía quince años y el veintinueve y por eso, a ella le pareció aberrante y malicioso, pero ahora que ella tenía casi veinte y él tenía treinta y cinco, a ella ahora, no le parecía tan inapropiado, definitivamente que la diferencia de edad, es relativa a la madurez de las personas involucradas

Arno se portó como todo un caballero, ellos después de cenar fueron al jardín, para tomar una copa de vino y conversaron gustosamente, ella no podía evitar sentirse halagada por las atenciones de ese hombre, esa mirada de admiración qué él posaba sobre ella la hacía elevar su autoestima hasta el cielo,

Y aunque ella, no quisiera reconocerlo en realidad John nunca la trato así y el nerd menos, definitivamente ella se llegó a plantear que tal vez, la idea de haberse casado con ese hombre frente a ella, no hubiese sido tan desagradable después de todo, pero el señor destino siempre ha sido caprichoso y ella fue a enamorarse de quien no la valora, ni la aprecia, todo lo contrario.

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