Diecinueve

Hola Serguéi- escuchó el chico la voz de Nora cuando entró a su habitación de la residencia de la universidad sin tener tiempo ni siquiera de encender la luz y un escalofrío le recorrió la espalda pues le pareció que aquel sonido venía de ultratumba.- ¿Me extrañaste?- le dijo casi burlándose de él y por fin el ruso pudo encender la luz para verle la cara a la chica- Dijiste que volverías y como no lo hiciste vine a buscarte.- el tipo intentó sonreir pero la sonrisa se quedó congelada en su rostro al ver la expresión de psicópata que tenía Nora y entonces supo a que había venido en realidad.

- Sabía que vendrías a por más.- le dijo para intentar ganar tiempo y miró a su espalda para ver si podía escapar de aquel lugar.

- No te aconsejo que corras, al final te voy a alcanzar y va a ser peor, te dije que te estabas equivocando y no me hiciste caso y resulta que después me entero que no era una equivocación,  que sabías muy bien lo que hacías- la chica no había perdido la sonrisa que adornaba su rostro en ningún momento- Y que hasta tu abuela sabe- el chico abrió los ojos como platos- Pobre señora, me hubiera gustado conocerla antes de que muriera, pero parece que no se va a poder.

- No te acerques a mi abuela, te lo advierto.

- ¿ Yo? Pero si serás tú el que haga el trabajo, ya verás que te va a quedar perfecto, y no van a haber quejas, bueno quizás ella sí se queje un poco, pero estoy segura que a ti no te va a importar. Y ahora si me lo permites, te dejo, tú tienes una cita importante y yo no quiero retrasarte.- y Serguéi sintió un fuerte dolor en la nuca que lo hizo perder la conciencia.

Lo próximo que sintió fue despertar amarrado en una silla con un hombre delante.

- Vaya, hasta que al fin despiertas- le dijo Enzo- pensé que iba a tener que estar toda la noche aquí.

- ¿Que quiere, que le repare el daño a su hijita?- se atrevió a decir Serguéi,  al final sabía que si estaba allí era un viaje sin retorno y el italiano apretó los puños para no golpearlo  y en cambio sonrió.

- No, eso sería lo último que querría de alguien como tú para mi hija,  un tipo que para poder estar con una mujer tiene que drogarla es por que algo no le funciona bien. Pero al hacer lo que hiciste adquiriste una deuda y a nosotros quién nos debe algo tiene que pagarlo, y mi mujer tuvo una gran idea para ti.- el mafioso se recostó en su silla y se acomodó- Tú drogaste a nuestra hija y a cambio haremos lo mismo por ti, pero no te preocupes,  no te pondremos tanta como para que tu vida peligre como hiciste con ella. Mi niña estuvo tres horas en una mesa de operaciones,  once horas esperando que la droga saliera de su organismo y cinco horas más inconsciente,  eso suman diecinueve,  pues tu pagarás a día por hora, a partir de este momento vendrá alguien a darte veintiséis centímetros de amor cada tres horas, y te preguntarás por qué cada tres horas,  pues resulta que antes de darte tu dosis de amor te darán una dosis de algo más que va a durar tres horas más o menos en tu organismo y una vez te lo harán sobrio y otra fuera de este mundo, durante diecinueve días,  cuando llegues al día veinte vas a estar tan enganchado a las drogas que vas a hacer lo que sea por una dosis más y entonces te encargaré un trabajito que incluye a tu abuela.

- Estás loco, mi familia me va a buscar.

- No lo creo, sobre todo porque todos los días vas a subir fotos a tus redes sociales con una mujer un poco mayor pasándola de maravilla en el Caribe. - Enzo se levantó de su silla y se arregló la ropa y detrás de él apareció un tipo grande y musculoso sin camisa- Se me olvidó decirte, la primera ronda es bien consciente,  disfrútala- y se giró al tipo a su lado- No le pegues mucho,  no quiero que se desmaye, quiero que lo disfrute, si necesitas ayuda, no dudes en pedirla, algún otro también querrá jugar.- y salió caminando mientras escuchaba los gritos de Serguéi maldiciéndolo a él y a toda su familia.

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Unos meses habían pasado ya desde la situación que había empañado la vida de Nora,  y como se lo había dicho a su padre no había dejado que nadie más se acercara a ella, con sus dos amigos y Mattia era suficiente para ella mientras estuviera en Oxford.

- Deberías dejar de mirar tanto y hablarle- le dijo a su sobrino que no quitaba la vista de Alice y Jack que estaban sentados en el balcón del departamento de las chicas.

- No se a qué te refieres- le respondió y la chica se inclinó hacia atrás para mirarlo con una cara de burla.

- Y yo que pensé que eras bien inteligente y resulta que no sabes de que hablo.¿ Tú recuerdas cuantas veces hemos escuchado a mi padre contar sobre el tiempo que Nico perdió mirando a tu madre sin decirle nada?- el joven asintió sin quitar la vista de aquellos dos- Pues tú estás haciendo lo mismo.

- La vida no es tan fácil como tú crees Nora, y si no acepta.

- Si no preguntas no te vas a enterar.

- Tú sabes lo que nosotros somos, y aunque Santino se va a hacer cargo de la familia eso no me excluye de ella, yo soy un Parisi y los Parisi tenemos una vida distinta, no quiero arriesgarme a perder su amistad.

- Y te vas a conformar con eso, si que has cambiado.- le dijo con burla al chico.

- No te rías de mí Nora, tú sabes que yo nunca he tenido una relación seria, y ahora siento que podría ser, pero también siento que todo puede acabar en desastre y eso me frena, no quiero perderlo todo de golpe.

- Pues no lo pienses más, dícelo,  ustedes no son dos extraños y tú no eres el único que mira como si quisieras comerle la boca, tú no le eres indiferente, o eso me parece a mí,  pero si no pruebas no sabrás nunca.

- Creo que mejor me voy, hoy no sé si podré controlarme y no quiero arrepentirme de nada mañana- le dijo a su tía levantándose del sofá y se fue hacia el departamento en el que se encontraba viviendo.

Llegó a su habitación y se sentía como un animal enjaulado,  estaba como un loco desde el primer momento que había puesto un pie en aquella casa y seguía sin atreverse a hablar de lo que llevaba dentro del pecho, salió a la cocina y buscó una botella de whisky que su abuelo le había enviado de regalo, tomó un vaso y se la llevó a su cuarto y allí empezó a beber el sólo para calmar el desasosiego que tenía y que no se imaginaba que un día iba a sentir por nadie.

Miró por la ventana, ya era tarde en la noche y a la botella no le quedaba nada adentro, se restregó el pelo con la mano y se dirigió al baño,  necesitaba refrescar aquel calor que lo quemaba por dentro para ver si lograba salir de la habitación y comer algo, abrió la ducha en la opción fría, dejó que el agua corriera por su ancha y trabajada espalda y bajó su mano derecha para ponerla a hacer algo que hacía mucho tiempo que no hacía pero que ahora lo sentía como una necesidad.

Salió del baño con una toalla en la cintura cuando terminó de gritar como un loco mientras intentaba calmar su exitación, se la quitó, se puso el pantalón de su pijama y fue directo a la cocina y allí se encontró frente a él a la tentación que no lo dejaba dormir en las noches y ya no pudo contenerse más,  caminó rápidamente y en un momento le puso su mano derecha detrás del cuello y le atacó la boca con desespero.

Probó aquella boca que le supo a gloria y siguió el beso hasta que los dos cuerpos comenzaron a sentir que querían llegar más allá,  entonces sintió que se separaban y un puñetazo en el rostro lo hizo volver a la realidad.

- ¿Estás loco? Yo soy un Williams, y los Williams somos hombres pase lo que pase, nunca más te acerques a mi,  escuchaste, nunca más. - le gritó Jack mientras él se quedaba callado y maldiciendo en su mente el haber sido tan tonto como para pensar que alguien criado con tantos prejuicios fuera capaz de corresponder su amor y lo vio salir disparado a su habitación y encerrarse en ella con un portazo.

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