Ocho

El adolescente llegó a su casa, cambió su ropa a una más cómoda y corrió a donde su madre que para no variar estaba otra vez en el teléfono para informarle que se iría a la casa de Alice y como ya esperaba, a la mujer no le importó otra cosa que no fuera recordarle que debía llegar antes que su padre.

Jack corrió como poseso calle abajo hasta llegar a la casa de su amiga y entró por el jardín encontrándose en la puerta con Josep,  lo saludó y el joven le indicó que la niña y la abuela estaban en la cocina haciendo algo para recibirlo.

Llegó junto a ellas como mismo lo hizo a la casa, corriendo, y como le había dicho Josep las encontró haciendo unas magdalenas para celebrar el regreso.

La cocina además del olor de lo que se estaba horneando se llenó de abrazos y de te extrañé de ambos lados y para cuando estuvieron las magdalenas fueron hasta el lago a comerlas y a contar como les había ido mientras no estaban juntos,  y tanto fue así, que tuvo que venir la abuela Marie a recordarles que era hora de que Jack se fuera a su casa.

Los días pasaron y comenzaron las clases, y con ellas un tiempo más tranquilo,  al no estar Jessica en el colegio Jack no tenía que preocuparse de que lo acosaran y los otros que molestaban a Alice medio que se habían acostumbrado a la presencia de la chica allí y con eso y las ordenes del director, que seguían siendo las mismas, pues los amigos vivían una época de estudiantes muy relajada.

Y así pasó un curso completo y volvieron las vacaciones, y de nuevo Alice se fue a Francia con su querida supuesta madrina a estar con ella dos meses y Jacob regresó a casa para aunque sea en ese corto tiempo su hermano pequeño sintiera que tenía un familiar que se preocupaba por él.

Y todos los años cuando llegaba esa fecha se repetía la misma rutina, Alice se iba a Francia y Jacob regresaba con su hermano, y para alegría de el ya no tan pequeño Jack,  su amiga y su hermano nunca se habían visto, él seguía sintiendo que el mayor de los Williams se convertiría en un problema para aquella amistad.

Ya los chicos habían cumplido quince años y Jack había logrado mantener a su padre al margen de su amistad,  pero como nada es completo, alguien que quería hacer un negocio con el jefe de la familia Williams,  para congraciarse con él vino con el cuento de todo el tiempo que su hijo pasaba en la casa de aquella señora y su nieta y lo juntos que estaban siempre y cuando el joven llegó a su casa aquella tarde, contando con llegar antes que su padre, ya el estaba allí y de eso se formó una gran discusión que terminó con Jack saliendo de su casa con un gran portazo.

- ¿Jack?- le dijo Alice cuando lo vio otra vez entrando en su habitación, donde no era extraño que aquellos dos estuvieran- ¿Pasó algo?

- Pasó que ya mi padre se enteró que tú existes.- el chico se tiró boca arriba en la cama de su amiga.

- Bueno, tú sabías que eso iba a pasar más tarde o más temprano,  y ya se estaba tardando.¿ Qué te dijo, te prohibió vermos?

- Ojalá lo hubiera hecho, lo que me dijo hizo que me diera cuenta de quién en verdad es mi padre.

-¿Qué te dijo?- le preguntó ella casi con temor por recordarle al chico lo que lo había puesto tan mal.

- Créeme,  no vas a querer saberlo, siento tanta vergüenza ajena que no puedo ni mirarte.

- Dilo Jack,  es mejor escucharlo de ti y no de otro cualquiera,  así ya estaré preparada,  además una opinión de tu padre hacia alguien que él cree inferior no es nunca buena, no te preocupes,  no voy  a desmayarme. - Alice intentó convencer a su amigo para que le contara.

- Dice que no va a interferir en lo nuestro mientras yo siga tranquilo revolcándome contigo hasta que llegue la hora de casarme, que para eso es para lo que sirven las que son como tú- el chico bajó la cabeza y ella apretó los puños en silencio- Y remató su monólogo advirtiéndome que si se te ocurría embarazarte, por qué eso es lo que hacen las de tu clase para atrapar a tontos como yo, él mismo se encargaría de resolver el problema y no me iba a gustar.

- No esperaba menos de él. - le dijo ella con la voz más seca que jamás había tenido.

- Alice,  tú sabes que yo no pienso así,  te lo dije por que si no lo hacía ibas a estar pensando todo el tiempo en eso, perdóname, perdóname,  tú sabes que nada de eso es verdad.- el chico sentado en la cama se desvivía en disculpas por algo que él no había dicho.

- Jack ¿ Tú quieres acostarte conmigo?- le preguntó ella sin verguenza alguna.

- No, estás loca, de dónde sacas eso, tú eres mi amiga, eso no me ha pasado nunca por la mente.

- Entonces no me pidas disculpas por algo que no has pensado siquiera. Eso solo está en la mente retorcida de tu padre y en la de otros tantos como él.

- ¿De verdad no estás enfadada conmigo ?

- No seas tonto Jack,  por qué iba a enfadarme contigo por algo que no dijiste tú.

- Gracias- le dijo a su amiga- Alice y tú ¿ Quieres acostarte conmigo?- le preguntó sin pensar mucho en lo que decía.- ella lo miró un momento y sonrió.

- Todavía no pienso en acostarme con nadie, solamente tengo quince años, y espero que cuando decida hacerlo no me pase por la mente que sea contigo, eres mi amigo y no quisiera que nuestra amistad se manchara con algo como eso, pero sí te pido una cosa,  si alguna vez cambias de idea y piensas en mí de otra forma que no es la que tenemos ahora, quiero ser la primera en enterarme, promételo. - y esa última palabra fue una exigencia.

- Lo prometo- le contestó su amigo- Ahora te quiero pedir algo, puedo quedarme aquí esta noche, te juro que solo será hoy, no quiero ver la cara de mi padre cuando llegue.

- Eso lo hablo con la abuela, ella me dirá y sabes que tendremos que contarle todo para que sepa el por qué de que quieras quedarte aquí.

- Moriré de la vergüenza. - le dijo a su amiga con una mano en la cara.

- Es eso o volver a tu casa ahora, decide.

- Vamos,  espero que la abuela no se enfade conmigo.- le dijo levantándose de la cama.

Con mucha vergüenza Jack se sentó delante de la abuela Marie y le explicó todo y después escuchó todo lo que la mujer tuvo para decirle atentamente y sin hablar, para dar por terminada la conversación autorizando al chico a dormir aquella noche en la casa.

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