Más Allá De Todo
Alice Jones tenía doce años cuando sus padres murieron en un accidente, quedarse sin ellos a esa edad fue muy doloroso para la niña, pero no pudo decir que estuvo nunca sola, su abuela Marie no la había dejado sentir ni un instante la falta de sus progenitores, ella la había amado desde el primer momento que siendo solo un feto en el vientre de su madre llegó a su vida, la amaba tanto como lo habían hecho sus padres antes de fallecer.
Vivir junto a su abuela nunca fue un problema, las dos sabían como mantener su amor lejos de la vista envidiosa de algunos y alimentarlo junto a los que de verdad sentían cariño por ellas.
La abuela Marie era una mujer muy rica, pero la vida le había enseñado que algunos no ven más allá del bolsillo, y eso le había traído muchas decepciones, por lo que llevaba una vida lo más austera posible y en un lugar donde podría mantener oculto su estatus financiero junto a su nieta, la que no se quedaba detrás en cuanto a riqueza, la niña había heredado una verdadera fortuna de sus padres, tanto que muchos de los que se hacían llamar millonarios, no verían nunca sus cuentas llegar hasta los números que cargaba la de la chiquilla.
Al morir su hija y su yerno la abuela Marie decidió que lo mejor era dejar su Francia querida, donde había conocido y vivido su único amor con su esposo y padre de su hija, donde había sido tan feliz con su familia y donde había llorado mucho al ver como sus seres queridos la iban dejando poco a poco, así que apostó por irse a Inglaterra. Allí no vivirían en la capital, pero no estarían muy lejos de la gran urbe, ella quería seguir pasando por alguien corriente como hasta ahora, sobre todo por la niña, lo menos que necesitaba Alice era una explosión de buitres a su lado intentando meter las garras en su dinero y llevándose consigo la inocencia de su pequeña princesa, y con el accidente de sus hijos, esa pantalla de que eran solamente una familia acomodada se tambaleaba en el país donde habían vivido siempre.
Ya todo estaba decidido, Alice no era una pequeña niña tonta e ingenua, su abuela le había explicado lo que ellas eran y lo que iban a aparentar y la niña lo había comprendido perfectamente, así que sin más preámbulos la semana siguiente se mudarían de la casa que había conocido desde que llegó al mundo.
La nueva casa no estaba en el barrio más lujoso de aquella gran ciudad ni mucho menos, pero estaba ubicada en un lugar en el que algunos matarían por vivir, no era una lujosa mansión, ni ellas necesitaban que lo fuera, pero era una gran casa con todas las comodidades, incluida piscina y un gran terreno al fondo que los antiguos dueños usaban para dar fiestas, pero que ellas se encargarían de convertir en un gran sembrado de rosas y otras flores además de construir un pequeño lago que les sirviera para descansar en su orilla mientras ven algún que otro pato en él.
Abuela y nieta ya tenían todo planificación desde antes de salir de Francia y aunque les molestara un poco que los cambios que pensaban hacer lo harían con ellas viviendo ya en la nueva casa, no era algo que las dejara estresadas, al final casi todos eran en la parte trasera del lugar y en ocasiones ellas ni siquiera verían a los trabajadores, solamente si querían hacer algún cambio en lo que estaban construyendo.
Poco tiempo duró toda la transformación que tendría la nueva morada para que quedara como habían planificado aquellas dos y que satisfechas con todo lo que habían mandado a hacer ya comenzaran a disfrutarlo. La abuela pasaba los días sembrando hermosas flores y como todavía no era época de clases la niña la acompañaba en el trabajo, y después se quedaban un rato tiradas bajo un árbol, a la orilla de su pequeño lago, viendo ir y venir patos a refrescarse.
Para cuando fueron a comenzar las clases, la niña fue inscrita en el mejor colegio del lugar, la educación de la pequeña si no era tema de discusión, por pasar desapercibidas la abuela no iba a arriesgar el futuro de su nieta, así que hicieron ver como que la madrina de la niña se encargaba de realizar los pagos pertinentes al centro educativo.
Aquel era un colegio muy prestigioso, de el que habían salido cerebros brillantes en los negocios o médicos prestigiosos en su campo, pero por supuesto, todos ricos, incluso desde antes de nacer, chicos y chicas que en su vida la preocupación más grande que habían tenido era cuál era el color se usaría en el próximo verano, pero nunca habían tenido a un alumno que para poder estudiar allí dependiera de la caridad de un familiar, eso la dirección de la escuela nunca lo había permitido, pero gracias a la gran contribución que había hecho aquel familiar a las arcas del colegio, pues habían hecho de la vista gorda, solamente habían puesto como requisito que la chica tenía que ser algo más que brillante, lo cual no era ningún problema.
Las clases comenzaron y aunque Alice sabía que se encontraría en aquel colegio con más de un reto, no pensó que fuera tan mal recibida por el solo hecho de que creyeran que ella no tenía tanto dinero como ellos, muchos de los chicos la acosaban y otros simplemente la evitaban como si ella fuera la peste, incluso algunos profesores habían observado las cosas que ocurrían y no intervenían y toda aquella situación, aunque a ella le daba un poco de gracia pensando en que si supieran quien era ella no la tratarían así, no dejaba de afectarle dándose cuenta como de podrido estaba el mundo en el que irremediablemente tenía que desenvolverse.
La niña no le había contado nada a su abuela de en que se había convertido su vida en aquellos meses de colegio, y cada vez que la señora le preguntaba como iban las cosas le decía que bien, pero para Marie no pasaba desapercibido el desgano que tenía su nieta a la hora de salir de la casa rumbo a la escuela, y como la pequeña no decía nada, decidió tomar sus propias medidas en el caso y llamó a la institución dando a conocer el nombre que había usado para entregar la gran suma de dinero que donó al colegio.
- Buenos días colegio San Jorge ¿ En que puedo ayudarle?- escuchó la voz de la secretaria del director del otro lado del teléfono.
- Buenos días señorita, soy la señora Petit, quisiera hablar con el director.- la mujer nada más escuchar aquel apellido se deshizo en formalidades.
- Señora Petit, es un honor que nos llame, en un momento le comunico con el director, no cuelgue, solamente le aviso y paso su llamada.
- Gracias- le contestó y seguidamente escuchó una música de espera, pero que duró sólo segundos, al momento tuvo la contestación del hombre.
- Señora Petit, que agradable noticia que usted nos llame, si hay algo en lo que la pueda ayudar, solamente dígalo y en este colegio estaremos a sus ordenes.
- No se preocupe, no necesito tanto, sólo es una cosa, he notado un cambio de humor en mi ahijada, y no quiero pensar que se deba a que no está teniendo un trato adecuado en su colegio. - el hombre titubeo un poco antes de contestar.
- Señora, no sé si la niña le ha comentado algo, pero usted debe comprender, esto es un colegio prestigioso y ella es diferente.
- ¿Diferente cómo?- la sangre comenzó a hervir en las venas de la abuela, pero mantuvo una calma total- ¿Por que tiene un coeficiente de inteligencia mayor que el de cualquiera de los riquillos de ahí aunque sus padres tengan más dinero que agua tiene el Támesis?
- Es que comprenda, todos los alumnos de esta escuela están acostumbrados a codearse con otro tipo de gente.- intentaba justificar sus palabras el director.
- Sí, me imagino que no cualquiera tiene una madrina que dona medio millón de euros al colegio de su ahijada, ellos no están ni siquiera cerca de codearse con personas así.- esta vez sí se sintió el sarcasmo en la voz de la abuela- Pero no se preocupe, habrá algún otro colegio que acepte a mi pequeña en su matrícula y que la traten como ella se merece, lo que sí necesitaré es que me devuelva mi contribución, haga un presupuesto del gasto de estos meses y lo demás lo pasa a la misma cuenta de la que lo recibió. - la mujer habría pagado por ver la cara del director cuando le dijo aquello.
- Espere, no nos precipitemos, todo se puede aclarar, yo le juro que lo que sea que haya sucedido no volverá a pasar. - por la voz el hombre estaba casi suplicando.
- Esperaré entonces a ver si hay algún cambio, además.- dijo haciendo una pausa- No creo que a usted le interese darle explicaciones a la comisión de educación del colegio de como es que alguien con su salario se puede dar el lujo de ser incluido en una lista de espera para la compra de un Aston Martin. Hasta luego director- y sin esperar respuesta terminó la llamada.
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Comments
Victoria Wintecker
❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️
2024-05-10
4
Betty manzur padilla
un comiendo hermoso esperemos que continúe así
2024-03-18
4
Francisquitag
Excelente inicio autora 👏 cautivando a tu público desde los primeros capítulos ✨️
2024-01-15
4