Pistas

El café decidió tomarse unos días de luto, debido al fallecimiento del señor Thomas, el cual era uno de sus clientes que más frecuentaba. Mientras esperaba que todo volviera a una normalidad "Moderada" me quedé en casa.

–Es increíble lo que le ocurrió a Thomas –dijo mi abuela cuando avivaba un poco el fuego de la chimenea.

– Aquí la pregunta es ¿Que fue lo que lo atacó? –opiné.

–Un oso grizzly tal vez – dijo mi madre.

–No hay osos en estas montañas, yo sospecho que pudo haber sido –comentó mi abuela con misterio– Pero mejor me lo guardo o dirán que estoy loca.

–¡Ay mamá, ya vas a empezar con tus historias de terror! –

–¡Que lo cuente! –Exclame contradiciendo a mi madre.

–Bien, ya que tengo el apoyo de mi nieta lo contaré – Comentó enorgullecía– Está historia me la contó mi madrastra. Cuando llegó aquí como refugiada debido al desastre en Astalon, fueron ubicados en caravanas cerca del bosque para luego reubicarlos.

Tomo un pequeño respiró y continuo.

–Los primero habitantes de esta ciudad comenzaron a esparcir el rumor de una leyenda –

El relato comenzaba a tornarse interesante, así que, me aproxime hacia su asiento.

–Antes de que la leyenda se esparciera, mi madrastra fue advertida que por nada del mundo saliera de noche y que tampoco se fuese a separar del grupo –Continuo– Pues se decía que un monstruo acechaba y devoraba a quien estuviera desprevenido. He aquí la leyenda del Wendigo.

–¿Wendigo? –pregunte curiosa.

–Si, una criatura alta y espectral cuya humanidad fue castigada por comer carne humana –relato.

–Osea que antes era una persona y como castigo por comer carne humana se transformó en esa ¿Cosa? –Aclare.

–Exacto, la leyenda también dice que es un cambia pieles –agrego– Puede disfrazarse de cualquier persona y pasar desapercibido.

–Es imposible que un monstruo así allá asesinado al señor Thomas –Interrumpió mi madre.

–Escuche decir que hallaron el cuerpo sin ningún órgano –Contradijo mi abuela– ¿Que animal salvaje hace algo así? ¡Dime uno Mildred!

–Hasta no verlo, no creerlo –debatió mi progenitora– Además mi abuela era una persona que no estaba bien de la cabeza. Recuerdas cuando decía que había perdido a su hija en Astalon y en los registros jamás hubo evidencia de una tal Samantha Walas ¡Hasta hubo una temporada que empezó a llamarte Sam, mamá!

–¡Pues yo si le creo que tuvo una hija llamada Sam! –Protestó.

Yo rodeé los ojos, luego de haber sido una entretenida plática se convirtió en una discusión de ¿Quién tiene la razón?

Las dejé a las dos en su ola de debate y me encerré en mi santuario. Caminé hacia mi pequeño escritorio y de uno de los cajones saqué el periódico a un doblado del señor Thomas.

Suspiré y lo abrí delicadamente odiando rápidamente la información allí plasmada; sin embargo, algo captó mi atención. En una de las esquinas se hallaba un escrito a bolígrafo y hecho con un mal pulso.

«Siento que me están vigilando desde hace rato»

«Algo o alguien me sigue, esto va a acabar mal. presiento qué viene mi fin»

Después de eso solo había algunas manchas de sangre. Quedé impactada ante semejante revelación, entonces sí se trataba de un asesinato y no de ningún animal salvaje. Esto debía saberse ¿Pero como? si entregaba dicha evidencia me interrogarían de nuevo y peor me cuestionarían por haber agarrado el periódico y no haberlo entregado a las autoridades.

De pronto el sonido alarmante de mi teléfono me sacó de mis pensamientos.

–¿Que tal Pitufina? – Era la voz de Josh tras la bocina.

–Hola ¿Como has estado? ¿Por qué no has ido al trabajo? No te he visto en varios días –

–El resfrío, tu sabes cómo me pone el invierno –Admitio.

–A si... ya me imagino –respondi aún con el pensamiento puesto en la evidencia que acababa de hallar.

–¿Sucede algo? –Cuestiono como si lo adivinara todo.

No sabía sí comentárselo, pero era mi mejor amigo, el cual le tenía muchísima confianza.

–Encontre algo, una pieza clave que puede ayudar con la muerte del señor Thomas– revelé.

–¿En serio? ¿Que fue lo que hallaste? –

–Un escrito del señor Thomas en donde informa que alguien lo observaba y lo estaba siguiendo, quizás el mismo día en que murió –

–¡Oh vaya! ¿Y que piensas hacer? –

–Eso no lo sé –Admiti– ¿Y si piensan que estoy involucrada con el asesinato nada más porque oculte el periódico?

–Escuchame Mel, por nada del mundo lo entregues, por el momento guárdalo –Recomendo– Porque tienes razón, puede ser que te inculpen eso, ya veremos cómo resolvemos este lío.

Una segunda opinión, justo lo que necesitaba. Tome el periódico y lo guarde en lo más profundo del cajón, no me sentía cien por ciento segura de lo que estaba haciendo, pero no me quedaba otra opción.

La noche llegó y me fui a dormir tratando de no pensar en tantas cosas. Antes aseguré bien la ventana para que el frío no se colara y como una pequeña oruga me perdí entre las cálidas sabanas dobles. Cuando todo quedó a oscuras el sueño me invadió y no supe nada más, hasta qué un fuerte crujido de algo rompiéndose me hizo saltar del susto.

Mire hacia los lados, y no era aquí. Entonces decidí salir para ver qué tanto mi madre como mi abuela estuviesen bien. Mi progenitora salió de su dormitorio igual de consternada que yo, así que las dos, pegamos una carrera hacia mi abuela.

Al abrir la puerta nos dimos cuenta de que esta se hallaba tirada en el suelo con su lámpara partida a la mitad en su mano. Temblaba, parecía de alguna manera estar en shock. Mamá la rodeó con su brazo y yo también hice la imite, al mismo tiempo que por el miedo se aferraba a nosotras.

–¡Pero que fue lo que pasó!:–Exclamo mi madre alarmada.

–Estuvo aquí... Lo vi ¡Lo vi con mis propios ojos! –respondio ella asustada.

–¿Quien abuela? ¿Quien estuvo aquí? –Pregunte brindándole calma con mi abrazo.

–El Wendigo –Aclaro ella finalmente.

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