CAPÍTULO. 20 SOY EL CULPABLE

Amira

Realmente no entiendo por qué Adán quiere que este a su lado, si ya me demostró que no siente absolutamente nada por mí, ahora me encuentro en estas cuatro paredes que por más lujosas que sea sigo siendo la misma prisionera de toda la vida, ¿cuál es la diferencia?, creo que ninguna, tanto aquí como allá hay demonios que quieren hacerme la vida imposible, pero cada minuto que pasa siento como mi sangre se va enfriando y no es porque esté muerta si no sencillamente porque en el momento en el que me libere de estas cadenas no tendré contemplación con absolutamente nadie.

Aunque no puedo negar que me duele, sí, me duele muchísimo el engaño que me hizo Adán, porque muy en el fondo estaba no solo ilusionada, realmente me sentía enamorada, encantada, amada por ese hombre que logro despertar en tan poco tiempo unos hermosos sentimientos, con cada detalle, cada flor, cada oso, su insistencia, su elegancia, su tacto, su dulzura a la hora de tratarme, todas esas cosas me cautivaron y caí redondita como una estúpida.

Veo como la puerta se abre y es él con una cara de cansancio que muy pocas veces he visto, no me queda de otra que tomar la fina sabana que cubre mis piernas y llevármela hasta la cabeza, a esta altura no quisiera ni mirarlo porque siento que en cualquier momento se me sale lo salvaje y esa hermosa botella de vidrio llena de agua me sonríe y en mis pensamientos más macabros me tienta a tomarla y tirársela en la cabeza y salir corriendo de aquí, pero luego reacciono y esas estupideces ni pensarlo, no llegaría ni a la esquina, con los centenares de hombres que vi al llegar a esta mansión, pero quien si me las va a pagar es la vieja esa, que no es más que un demonio disfrazado.

– Amira, necesitamos hablar.– dijo Adán mirando a Amira.

Y a este que le pasa, dios mío lo que me faltaba, no solo es un vengador sino que ahora es bipolar, lunático, solo espero que escuches mis plegarias y mi mamá trate de encontrar las maneras de buscarme o yo encontrar las maneras de escapar de aquí.

– Creo que usted señor Yildiz y yo no tenemos absolutamente nada de que hablar, además los jefes no hablan mucho con las empleadas. – soltó Amira con tono de molestia.

– Amira, mírame, si debemos hablar, ¿crees que voy a permitir que la abuela te mande a dormir a una pocilga?, no Amira, sabes yo te amo, pero también sé que soy el culpable de todas estas cosas que estás viviendo, perdóname Amira. – Dijo Adán tratando de acercarse a Amira.

– Pero que descarado eres Adán, dime ¿consumiste algún tipo de droga?, porque estás alucinando sabías – dijo Amira esquivando el contacto con Adán.

– Respetarme Amira, sé que estás molesta. – dijo Adán con tono de molestia.

– Molesta no Adán, sabes ¿por qué?, bien yo te lo diré, Porque te entregue mi pureza, te entregue mi corazón, te serví en bandeja de plata mi amor, mis más puros sentimientos y que hiciste, nada y todo. – dijo Amira con tristeza.

– Como así Amira. – dijo Adán con confusión.

– No hiciste nada para evitar estas cosas y más bien lo hiciste todo para acabar conmigo. – respondió Amira dejando caer algunas lágrimas.

– No digas eso pequeña, yo realmente te amo. – dijo Adán tratando de llevar sus pulgares al rostro de Amira para secar sus lágrimas.

– Pero qué bonita manera de Amar, si esto es amor entonces no quiero imaginarme que seria que me odiaras. – dijo Amira soltando una pequeña risa sarcástica.

– Es en serio, Amira, a veces no sé qué me sucede, me siento confundido, pero nunca dudes de que te amo. – dijo Adán con sus ojos tristes.

– Ya no creo en ti Adán, ya no creo en tu palabra, no eres nadie, sencillamente dame el divorcio si tanto me amas déjame libre.

– Jamás me entiendes, jamás te daré el divorcio, jamás permitiré que seas de otro hombre, eres mía Amira te amo tanto que no permitiré que nada ni nadie te toque yo solamente tengo derecho en ti. – dijo Adán apretando sus puños con fuerza, gesto que asusto a Amira.

– Además, tu padre tendrá que pagar cada una con creces lo que le ha hecho a esta familia. – continúo hablando Adán.

– Y según tú que le hizo papa a tu familia, háblame con sinceridad Adán yo necesito entender que es todo esto que está pasando, porque siento que estoy siendo juzgada sin tener ni razones ni motivos. – dijo Amira de manera retadora, pues de una u otra forma estaba buscando la verdad de todo lo que sucedía.

– No puedo Amira, no puedo decirte toda la verdad, solo quédate tranquila si, no me hagas enfurecer, y pórtate como lo que eres mi esposa. – dijo Adán en un tono tan suave y sutil que lo que daba es miedo.

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Por otro lado, en la mansión Haddad, en la habitación de Ibrahim hermano de Farid, una discusión bastante acalorada se llevaba a cabo.

– Ya estoy cansado Kalila, estoy cansado de que Nabila siempre quiera hacer lo que le da la gana. – grito Ibrahim a su esposa.

– Cálmate amor, sabes muy bien que Nabila solo está empeñada en obtener el amor de Adán, amor que tu estúpida sobrina robo. – dijo Kalila.

– Te estás escuchando mujer, estás igual de demente que tu hija, ahora explícame como demonios se enteró Nabila que Adán y Amira se encontraban en estados Unidos y no solo eso cómo es posible que le hayas cubierto tal sinvergüenzura y dejarla viajar hacia allá. – gritaba Ibrahim mientras caminaba de un lado a otro.

– Es que tú no lo entiendes Ibrahim, por primera vez en toda la vida nuestra hija está enamorada y yo si la apoyo, ella tiene que luchar por ese amor, ese amor que le han arrebatado y nada más y nada menos que Amira. – dijo Kalila alterada.

– Definitivamente, tuve que ser más mano dura contigo y esa niña insensata, yo no sé ni porque peleo contigo si yo mismo soy el culpable de lo que está pasando. – dijo Ibrahim, pero de una manera inesperada tomo por el cuello a Kalila apretándola de manera fuerte.

– y déjame decirte Kalila que si mi padre deja de verme como el buen hijo que soy y por lo contrario no logro obtener el poder de los Haddad yo mismo te matare con mis manos por ni siquiera saber ser madre. – dijo Ibrahim soltando despreciativamente a Kalila mientras esta solo lo miraba de manera horrorizada.

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