Descubiertos.

Franco.

Lo que acaba de pasar en mi oficina me ha dejado perplejo, ver a mi princesa comportarse de esa manera tan segura y hasta un poco perversa me hace sentir satisfecho, pues sé que ha cambiado mucho su carácter y su autoestima, casi me da un infarto cuando entraron todos a la oficina, no quería que la vieran en esas condiciones. Pero ella no paró en ningún momento en vez de eso me veía y se reía yo no podía controlar lo que estaba sintiendo, me puse un poco en su lugar cuando la torturo o la castigo con placer, creo que hasta se estaba vengando, mis amigos hoy más que nunca estaban intensos, no se querían ir de la oficina y yo no veía el momento de que lo hicieran para poder estar a placer con mi bella, el hecho de saber que puso en su lugar al imbécil de Sebastián me lleno de orgullo, pero también me enfureció saber que ese estúpido la había besado y me las va a pagar bella es mía y solo conmigo se puede besar.

Cuando vi que por fin los entrometidos salieron de mi oficina empecé a disfrutar de aquel tan maravilloso placer que me daba mi princesa, luego que se levantara y me viera con tanta superioridad y seguridad, eso fue como un afrodisíaco para mí, la pegué hacia mi cuerpo y le quité toda su ropa la puse de espaldas con el pecho en el escritorio y disfruté de cada parte de su cuerpo, los gemidos de bella no se hacían esperar es entregada tan pasional y tan sensual que no hay rastro de esa chiquilla temerosa aunque a veces sale a relucir, pero luego como que se autorregaña y vuelve a ser esa mujer segura que me tiene loco.

Lo único que quiero es que sea mi esposa, la madre de mis hijos, mi mujer para toda la vida, es de esas mujeres que valen mucho la pena y que gracias a Dios tuvo al imbécil de Sebastián para dejarla ir a mis brazos, y me alegra demasiado de no haberla dejado ir con Rodrigo, o con Max aquella noche o con cualquier otro imbécil, es que desde que la vi supe que esa mujer era para mí y no solo por el espectacular sino por esa mirada que me hipnotizó desde el primer momento en que la vi ella es una diosa y es toda mía.

Al terminar nuestro maravilloso encuentro salimos como si nada tomados de la mano muerta de la risa y en la puerta se encontraban tres pequeños chismosos sí Max Rodrigo y espera estaban de brazos cruzados aguantando la risa, Esteban no soportó más y habló.

Esteban: Ya decía yo que algo tenía están pasados de perversos.

La cara de mi amada se tornó de rojo carmín y yo quería asesinar a Esteban por hacerle pasar ese bochorno a mi princesa.

Rodrigo: me encanta de esa manera que tienes de trabajar Franco, así cualquiera hace su trabajo feliz.

Max: ya chica Isa está apenada déjenla tranquila.

Esteban: pero hace rato me estaba tan sonrojada esa pequeña traviesa.

La cara de mi bella Al escuchar eso que se explotó la abracé y enterró su cara en mi cuello mientras yo le daba un golpe en el hombro a Esteban, por imprudente ya me las van a pagar, siempre me dañan los mejores momentos o ponen a mi princesa roja como un tomate por sus malos comentarios.

Franco: Ya chicos basta no me quieren ver furioso, ahora vayan a trabajar.

Esteban: Ya nos vamos, pero ustedes no trabajen tanto que se van a desgastar.

Ellos se reían sin parar, tuve que sacar rápido a mi princesa de ahí o estaba seguro de que le iba a dar algo, ellos se habían dado cuenta, me conocen muy bien y sabían que algo estaba mal conmigo, hace rato gracias a Dios no dijeron nada delante de los demás o ahí sí es verdad que Bella se desmaya.

Al salir de ese lugar la llevé a mi auto y la dejé allí a que me esperara, subí hecho una furia y fue hasta la oficina de Sebastián, donde propiné dos golpes por abusivo y le dejé en claro que no se volviera a acercar a mi novia, o lo iba a matar regresé con mi princesa y fuimos al apartamento donde la consentí toda la tarde como la reina que es.

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