Prólogo

El cuerpo de Elaheh yace en mis brazos. Mi esposa estaba agonizando, y no podía hacer nada, estábamos solos a miles de kilómetros del pueblo más cercano, la estaba perdiendo sin poder hacer nada, no podía moverla, porqué comprometería más su salud, era frustrante verla perder tanta sangre sin poder hacer nada para evitar su sufrimiento.

Baldur: ¡ Elaheh, no me dejes! Quédate conmigo, mi reina de hielo, soy tu mas fiel devoto, seré tu sirviente de por vida, solo... quédate a mi lado ¿si?. – Mi desesperación era inmensa, la impotencia corría por mis venas.

Elaheh: Sa... sabes que no será así, El coff, coff... El cuento no tendrá un final feliz, si existe una vida después de esta, en esa si te voy amar sin restricción alguna.

Baldur: No hables por favor, tienes que ser fuerte.– Mis lágrimas comenzaban a bañar mi rostro, quería ser fuerte, pero todo esto me estaba sobrepasando.

Elaheh: shh, si no hubiera estado tan rota... me hubiera enamorado perdidamente de ti, mi caballero de flamante armadura coff, coff.

Ella me miraba con tanto anheló, que me estaba partiendo en mil pedazos en ese momento.

Baldur : ¡ Te amo Elaheh, yo te amo ! y con eso es suficiente, espera un poco si... mi amor resiste unos minutos más, ya vienen por nosotros.

Elaheh : Baldur, mi bello Baldur, se feliz.

Baldur : !!!Joder!!! no te despidas de mi, Elaheh, no te lo perdonaré nunca. ¡ Sin ti, nunca seré feliz!

Elaheh : Ya no me queda tiempo coff... y lo sabes, la bala perforó órganos importantes, cuídate mi Baldur, mi bello Baldur.

Ella me sonrió, y por primera vez en la vida, vi una sonrisa genuina, no había ni una pizca de sarcasmo en sus hermosos labios.

La vi cerrar sus ojos lentamente, un gran vacío se alojó en mi pecho, el dolor quemaba mi corazón, acababa de perder a mi amada Elaheh.

Baldur : ¡¡¡POR QUEEE!!! por que tuve que llegar tarde.

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Estoy dejando la última rosa blanca en su tumba, acarició su lápida con dolor, ya no hay motivos para continuar sin ella, ella era mayor inspiración, ¿ cómo, me repondré a tu perdida?

Hace tres años me case con Elaheh Harper; ella me ofreció casarnos por medio de una alianza comercial, no me pareció descabellada la idea, no quería casarme con una mujer que lo único que hiciera es preocuparse por su apariencia.

Mis padres no tenían el más mínimo poder en las decisiones que tomaba, era el hijo exiliado, aquel que no complació todos sus caprichos. Tiempo después vinieron "por qué me extrañaban", gracias a mi frívola esposa pude deshacerme de ellos con facilidad, no se qué hubiera hecho sin ella. A lo mejor, los hubiera mandado a un asilo.

Elaheh Harper era una reconocida empresaria, los dos éramos socios, teníamos una muy buena relación de trabajo.

Al mes de la propuesta, estábamos celebrando nuestra boda por todo lo alto, ahora era mi esposa y la respetaría como jure hacerlo en el altar.

Una vez casados nuestra convivencia era relativamente buena hablábamos de negocio, estrategias, rutas comerciales era una mujer brillante ¡eso me fascinaba de ella!

Comencé a tener sentimientos encontrados por mi ahora impresionante esposa. Una mujer digna de admirar.

Aquí estoy como un imbécil, observando sus fotografías, encerrarme en su despacho, fue la mejor opción para que Fernando, no me saque arrastras. El es un buen tipo, nuestro mayordomo, aquel que me aconsejaba como ser un buen esposo.

La curiosidad que sentí por ese sobre negro, que casi pasa desapercibido ante mi vista, fue colosal.

Al abrir dichoso sobre, me sentí contrariado, era información acerca de la difunta madre de mi Elaheh, difunta porque Elaheh la mató.

Mi mandíbula se tenso al leer toda la información. Elaheh había sido lastimada por su propia madre.

Con razón la mató, Acabo de encontrar el motivo del comportamiento frío y desinteresado de mi difunta esposa.

Elaheh Harper

Baldur Forbes

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