capitulo 15: “deberes matrimoniales"

El primer baile había acabado, no solo los demás se pusieron a conversar, otros se fueron por un momento del salón del banquete para hablar, esos eran Isaac y Giselle.

— Giselle... Ahora que estamos solo, ¿Que era lo que me querías comentar?

— yo... Es relacionado a... Nuestra noche de boda.

— ¿Eh?...— tomo de sorpresa al príncipe—... ¿Nuestra noche juntos?... Aún no se, tal vez tú querrías pasar la noche en cuarto separados, ya que no debes estar acostumbrada a esto.

— así es, pero...— dice ella aún más nerviosa, pero nada la detiene— ya somos marido y mujer, ¿No debemos cumplir nuestro deberes maritales?... Verás, me gustaría comenzar a cumplir como tu esposa.

Isaac saca una mueca de asombro, no esperaba a que ella deseara eso, sin embargo, éste toma seriedad en el asunto, agarrando la mano de Giselle y la jalan hacia él, luego, apreta más la cintura de ella contra su cuerpo y aclara lo siguiente.

— tienes razón— afirmó él, con determinación— cumpliré el papel de un buen esposo, y lo haré tan bien que te sentirás la mujer más feliz por ello.

— se que lo harás, Isaac... Porque yo también lo haré por ti... Además.

Giselle se coloca en puntillas para besarlo firmemente en los labios, fue rápido pero dejó ruborizado a Isaac por ello. Luego ella aclara con una sonrisa.

— me debías un beso, tuve que ir a buscarlo...— el príncipe nomás saca una sonrisa pícara.

— lo sabía. Sabía que si me besabas iba a querer más. Supongo que tendremos que seguir con esto...— Isaac vuelve a carga a Giselle pero está vez para llevársela a la habitación que estaba predestinada para ellos.

Aunque la fiesta era de los recién casados, nadie se preocuparía por su salida, de todas formas era una noche alegre y los demás estaban ocupados en lo suyo.

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Como era de esperarse, Isaac quería más que un simple beso, y con la acción que hizo Giselle, únicamente motivó más al hombre para hacer el acto.

Nada más en una habitación con pocas luces prendidas, Giselle solamente tenía el camisón ligero del vestido, mientras que Isaac se había quitado parte de su ropa, quedando únicamente a camisa abierta y su pantalón casi a quitar. Aún así, los besos no paraban y eran más que apasionantes por la espera.

Isaac se separa solo para acariciar a la chica.

— realmente había deseado hacer esto. Desde que supe que me había interesado en ti. No quería faltarte al respeto, y hasta que no supiera si de verdad me querías contigo, no había hecho algún movimiento para que no me odiarás.

— has sido muy caballeroso conmigo, un hombre de verdad que me había dejado encantada en el momento desde que nos conocimos. Tampoco me rendí cuando me pediste solo ser amigos.

— al principio pensé así, creí que eras una mujer tímida, pero ahora veo que me equivoqué, que tú no me querías solo como amigo... Dime Giselle...— tomo la barbilla de aquella chica—... Dime qué es lo que quieres que seas para tí...— pidió él, con esos ojos llamativos que brillaban con algo de malicia.

— quiero que seas mi todo...— tomó ella el rostro de Isaac con tanta delicadeza...— mi compañero, amante... Alguien con quien pueda contar. Y así, como yo pido eso, quiero que tú también me digas que es lo que quieres que yo sea para ti.

Suavizando esos ojos carmesí, Isaac dice sinceramente.

— Giselle... Quiero que también seas mi todo...— besó éste dulcemente, luego, se levanta de la cama y es cuando Giselle pregunta.

— ¿Que ocurre?

— nada, solo déjame quitarme la camisa, será rápido.

Pues para la vista de Giselle, lo rápido se le hizo lento al ver todo el cuerpo de aquel hombre, como cada músculo estaba bien tonificado. He ahí donde las descripción del libro no la decepcionó, prácticamente Giselle veía a este hombre como un dios que fue juzgado solamente por sus hermosos ojos carmesí.

Ella se muerde el labio y agradece al destino por haber reencarnado en esta extra, su vida pasada no era la gran cosa y de mal iba a peor, pero por obra de ese destino, acabó aquí. Sin embargo, piensan aprovechar todo lo que está nueva vida le puede ofrecer, comenzado con él.

Isaac se subió encima de ella, solo con la prenda del pantalón puesto, besándola nuevamente, luego, lentamente sus labios se deslizaba en su cuello, y con sus manos le quitaba el camisón para así tener una buena vista de ella, los senos de aquella dama era de un tamaño perfecto. Giselle saca un pequeño jadeo al sentir uno de su pezones ser mordido con suavidad. Con calma, él la complacía en esos placeres hasta descender a su punto donde el placer dominaba.

— Aaah~... Isaac. No te detengas...— suplicó ella, con las palabras entre cortadas. Acariciando los cabellos de él mientras seguía en lo suyo.

Un pequeño rato después, al sentir que las piernas de Giselle temblaba, éste se detuvo un momento, y nuevamente subió a su frente, ella aún respiraba un poco agitada, aún así, Giselle lo besa, y en el momento de separarse, Isaac tomó la mano de ella y la bajo hasta esa parte de él. Giselle se sobresaltó, pues sintió su virilidad endurecida dentro de su pantalón, además, el tamaño, no sabría cómo describirlo, tragó saliva y piensa que mañana tendrás dificultad para caminar pero no piensa parar ahora.

Luego, él susurro al oído de la dama mordiéndolo un poco.

— seré lo más suave que pueda...— dijo Isaac, que a la vez se quitaba el pantalón que le hacía estorbo en estos momentos.

Giselle se aferró ante él y de igual manera le murmuró con una sonrisa.

— no te contengas... Seamos uno en estas noches, no paremos hasta que veamos el sol del amanecer... Solo quiero ser querida por ti, a tu manera.

Isaac la abrazó, enterrando su cabeza en el cuello de ella, antes de hacerla suya por completo, solo contempló este momento, ya que nadie lo ha hecho sentir de esa manera tan única.

Después, aquel hombre sujeto la cintura de Giselle y con un movimiento suave se une a ella en un lento va y ven, donde la joven lo abrazaba con sus manos y piernas y con cada movimiento de caderas, Giselle gemía con gusto, arañandolo para desquitarse un poco del dolor al placer, claramente él también jadeaba y su voz ronca erizaba la piel de ella.

Ninguno de los dos se retenía en su apasionado acto. Isaac cumplirá ese deseo de hacerlo hasta el amanecer, pues no era un hombre que se agotaba fácil, no, no luego de conocer a la mujer que lo hace sentir como un hombre querido y no como alguien repudiado por la sociedad. Ella lo quiere pese a saber sobre esa leyenda.

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