CAPITULO III

Ver el vestido que estaba sobre mi cama me trajo a la realidad.

- Vístete, tu padre está muy enojado, no esperaba que le mintieras de esa forma.

- En serio mamá, eso será todo lo que dirás!, me está obligando a casarme con alguien que no conozco, por qué?, Cuáles son las razones para hacerme algo así.

- Eris somos tus padres, no puedes negarte, te hemos dado todo, vida, lujos, techo. no puedes ser desagradecida.

-No, no me casare con un desconocido. yo amo a Mike.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe. mi padre estaba muy enojado. - Ese niño no es nada, comprado con nosotros, no es nadie ante la sociedad, además te casarás por qué estamos en la quiebra y tu boda nos ayudará a que el invierta para sacar la empresa a flote-

-Ja, valiente padre el que me cargo, osea que soy una de tus propiedades, me estás vendiendo! - grite.

-Agradece que no te demuestro quien soy, por qué estamos atrasados, has que se vista ya mujer.

Dijo mirando a mi madre y salio de la habitación.

-Permitiras que me haga esto mamá? - dije mirando a la mujer que me dió la vida.

- No tenemos otra opción, el hombre ya hizo la inversión y si no estás casada para dentro de una semana lo perderemos todo y todo es todo. las casas los coches y la empresa, no quedará nada.

- Mamá, yo tengo una vida por vivir, mi carrera, solo me faltan los finales, además necesito hablar con Mike.

-Olvida a ese chico, tu padre jamás permitira que estén juntos, además tú esposo al parecer es un hombre celoso, no permitirá que ningún otro hombre se te acerque.

Respiré profundo, debo ser más inteligente, si bien la forma en la que hicieron las cosas no es la adecuada. no puedo permitir que mi familia pierda todos sus bienes, sin contar que Erik puede contactar muy fácilmente a Mike, incluso yo lo puedo hacer, solo debo ir a la famosa fiesta y de allí miraré que hacer.

La fiesta de compromiso estuvo muy concurrida, la crema y nata de la sociedad estaba allí. yo solo veía a personas hipócritas. a excepción de mi amiga Lucia quien tenía un hermoso vestido negro.

-Amiga, que haces aquí. - Me miro con preocupación. - Y vestida de esa forma.

-Sabias de esta Fiesta? - la mire con recelo.

-La verdad creí que el novio era Erik, jamás pensé que fueras tu. me he llevado una gran sorpresa.

- No se que pretende mi padre, pero no me pienso casar.

-Dejame decirte que la tienes difícil. Tu prometido es un hombre zorro en los negocios y no da punada sin dedal, si te quiere dejar libre es por qué el así lo decidirá.

El maestro de ceremonia hablo,pidiendo que los novios se acercarán.

Y allí estaba un hombre alto, cabello cenizo ojos negros. Atractivo no se puede negar. Pero me estaba obligando a casarme y yo tenía a alguien en mi corazón.

Fui caminando hasta aquel lugar, mi padre sonreia y yo tenía cara de todo menos de felicidad.

-Maximo, mi hermosa hija Eris, espero puedan llevarse bien. -dijo mi padre sin una pizca de culpa.

-Es un honor conocerla señorita - medio una sonrisa. No puedo negar que este hombre es extremadamente guapo pero no es mi novio, no lo amo.

-Me gustaría hablar a solas con usted Máximo. -Dije dejando a mi padre desconserado.

-Espero que no hagas una locura -dijo en mi oído.

-No te preocupes padre - dije para que me escucharán - Has educado a tu hija muy bien, jamás haría un escándalo. Me acompaña caballero.

El hombre guapo me acompaño a una de las oficinas del salón.

-Que desea hablar conmigo señorita.

-Sere clara, ya que nunca me a gustado andar por las ramas, está unión es idea de mi padre, yo tengo pareja a la cual amo. No me gustaría unirme a usted basada en una mentira. Mi padre me está obligando a ser su esposa. -dije con toda la calma que me caracteriza.

-Mi intensión nunca fue pedir su mano en matrimonio, es más, jamás lo puse como cláusula. Pero al parecer su padre tenía otras intenciones con esto. Hagamos algo, un día antes de la boda podemos firmar un acuerdo, usted y yo, usted puede pedirme lo que desee. Pero mi inversión ya fue hecha, el contrato firmado, no hay forma de retractarme y soy un hombre de palabra. - tenía cara de pocos amigos, la seriedad con la que dijo esas palabras erizo mi piel.

-Estoy de acuerdo.

-No se diga más, me reunire de nuevo con usted el lunes, me dirá sus condiciones y yo las mías, y las firmaremos el día antes de la boda.

El hombre salió de aquella oficina en el umbral extendio su mano, yo la tomé. Caminamos por el salón hasta llegar a la tarima y allí frente a todos se celebró nuestro compromiso.

El anillo que me regaló era hermoso, pero en mi corazón no había alegría alguna.

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