Capitulo 4

Noel solo había estado dos o tres veces en el departamento de Marcus, en el que había vivido marta por quince años, a Marcus no le gustaba que el viera su otro rostro , pero lo había visto bien, y vaya que era un contraste con respecto al pequeño y modesto departamento en el que marta vivía en Madrid.

No era que fuera un lugar sucio y en mal estado. No. Era hermoso , pero era un ejemplo perfecto del fuerte contraste con la vida lujosa que alguna vez tuvo en París.

Noel se sentó en un sofá bastante viejo, frente a una mesita de centro, a la que no pudo evitar ver una fea marca que trataban de ocultar con un pequeño florero con varias rosas. Artificiales, por supuesto.

Marta se sentó en un sillón frente a su invitado con dos tazas de café. Le tendió una a Noel y este la tomó con una sonrisa en su rostro. El silencio inundó la habitación, sólo interrumpido por el soplido que daba Noel al café que marta había dejado hirviendo especialmente para el.

—¿Puedes creerlo, Noel? —, exclamó Marta con frustración. —. Solia vivir en un hermoso apartamento en París, rodeada de lujos y comodidades. Y ahora, mira donde estoy… —y alzó ambos brazos a diferentes lados para dar énfasis, y continuo: —… en este pequeño y pobre departamento.

Y soltó una risa que parecía más una burla a su mala suerte.

Para tratar de distraerse en algo y ya no ver a marta, Noel se llevó la taza a los labios y por accidente se quemo el labio inferior, y dio un pequeño resoplido. Volteo a ver a marta, quien no parecía prestarle atención pero que le dijo:

—Puede que haya dejado el café un poco caliente para ti —se puso de pie y fue a la cocina —. Te traeré un poco de hielo ¿quieres?

Pero antes de que pudiera responder ella ya estaba ahí, con dos cubos de hielo, listos para echarlos a la taza de café de su invitado. Para no ser grosero, Noel los acepto.

El desprecio que ella sentía por Noel no era infundado ni mucho menos, y ambos conocían el por qué. Noel había llegado hace diez años a París desde Nápoles, con el sueño de hacer crecer la fortuna que acababa de heredar. Cosa que había logrado muy bien.

Había llegado a las oficinas de un Marcus que ya era un reconocido asesor financiero que administraba un millonario fondo de inversiones, y aunque al principio Noel quería unir su fortuna al fondo de inversiones, Marcus lo convenció de hacer otra cosa.

Al final terminó iniciando una empresa de reparación de departamentos y de mansiones en la zona rural de París, un negocio que con los contactos en el gobierno que tenía Marcus resultó bastante rentable y provechoso.

En un principio su relación había sido meramente laboral, pero con el paso de las semana Marcus empezó a insinuar otras cosas a Noel. Noel (que solo tenía diecinueve años, y Marcus veintiséis) era gay, y ya había tenido varias parejas durante su adolescencia, y encontraba a Marcus bastante atractivo.

Durante una fiesta a la que fueron juntos a Noel se le pasaron las copas y terminó hablando de lo mucho que extrañaba a su exnovio Giovanni un tipo al que no había visto en años pero del que se acordó precisamente esa noche.

—¡Vaya! ¿Sí que no sabes tomar, verdad? —Le decía Marcus mientras recorrían los pasillo del edificio en el que Noel tenia el departamento que había rentado.

—Si, se —mintió Noel —. Es solo que hace tiempo estoy solo.

Noel tenía su brazo derecho alrededor del cuello de Marcus, y aunque Marcus también había bebido se miraba mucho más cuerdo que Noel, así que cuando Marcus empujó a Noel contra la pared y se puso delante de el tapándose cualquier salida obvia, Noel quedo indefenso.

—¿Hace tiempo que “estas solo”? —Dijo Marcus repitiendo lo que Noel acababa de decirle.

—Si… hace tiempo estoy solo —respondió Noel moviendo su mano por la musculosa espalda de Marcus.

Esperando lo que Noel tanto decía Marcus se acercó a él, lo miró directo a los ojos y atravez de estos Noel le pidió que continuará, este sonrió y se abalanzó sobre sus labio.

El beso fue intenso, y mientras Marcus movía la lengua por los dientes cerrados de Noel, las manos de este último subían hasta llegar al cuello de Marcus y entrelazar sus brazos alrededor del cuerpo de Marcus, y sus manos se hundieron en la espesa cabellera castaña de Marcus. Noel finalmente separo los dientes dejando pasar a su boca la tersa lengua de Marcus profundizando más el beso.

—Que bien se siente ¿no? —Le dijo Marcus a Noel.

Este asintió con la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas. Esperaba más. Pero Marcus se separo de él, dejando a Noel solo.

Con el paso de los días su relación se fue profundizando y un par de semanas después tuvieron relaciones sexuales en la oficina. Todo había ocurrido muy rápido. Marcus le había pedido que fuera para hablar de asuntos importantes.

—Necesito que firmes un par de documentos.

—¿Para que son? —Pregunto Noel, dándoles un vistazo simple a las hojas que Marcus le acababa de dar.

Marcus, que estaba de pie caminando alrededor de la oficina, movió la mano quitándole importancia a lo que acababa de darle.

—Solo son permiso, facturas, contratos de compra… ese tipo de cosas. Ya sabes, papeleo.

Noel asiente mientras se saca una pluma del bolsillo de su saco. Comienza a leer lo que está en los papeles cuando es interrumpido por Marcus que lo rodea con sus brazos y comienza a besar su cuello.

—Anoche tuve sexo con mi esposa —decía Marcus mientras dejaba besos alrededor del cuello de Noel —, y me imaginaba, deseaba que fuera tu.

—¿Enserió? —Dijo Noel con un suspiro mientras movía la cabeza hacia atrás para estar más cerca de Marcus.

—Si… —susurró Marcus y le dejo un beso en el oído, y comenzó a bajar los beso y a aumentar su intensidad lo suficiente como para dejar rojas las partes que besaba.

Con un movimiento rápido lo volteo para quedar frente a él. Noel lo miró directo a sus hermosos ojos azules, que miraban a Noel cono si fuera un animal. Noel un ciervo pequeño he indefenso y a Marcus un lobo salvaje y hambriento, entonces se abalanzó hacia su lengua y lo beso con intensidad y deseo.

Cuando menos recordó tenía los pantalones abajo y a Marcus encima de él penetrándolo y besándolo en cada arte de su rostro, mientras Noel gemía su nombre tanto como podía.

Con el pasar de los meses eso no se detuvo, solo incremento, hasta cumplirse un año. Hasta que un día, una mañana para ser precisos, Marcus llamo por telefono a Noel.

—¿Qué pasa, amor? —Pregunto Noel aún somnoliento.

—No me digas así quieres —respondió Marcus molesto, y después agrego: —. Hubo un problema. Tu compañía está en ruinas.

¿Qué acababa de pasar?, se preguntó Noel. Acababa de decirle que no le digiera mi amor cuando ayer por la mañana el le había dicho amor al oído, mientras lo penetraba ¿Qué carajo pasaba?

Pero Marcus no le dio tiempo para que Noel respondiera.

—Se ha organizado una adquisición hostil por parte de una compañía , propiedad del fondo de ahorros que administro —Dijo Marcus.

Noel se recuperó lo suficiente como para decirle:

—¿Cómo puede ser eso posible? Tu me dijiste… no puedes hacer eso, Marcus. Evítalo.

—Lo siento, hermano. Estas en quiebra —fue lo último que Marcus le dijo antes de cortar la llamada.

Noel tuvo que regresar a Italia donde cayó en una horrible depresión. No sólo había perdido mucho dinero si no que también había perdido al hombre que el creía que amaba. Pero peor aún, ese hombre que el tanto amo, lo había usado para quitarle su dinero. Quería vengarse.

Su depresión duró un años y después de mucha terapia, logro retomar su vida.

Cuando recibió su herencia tomó la gran mayoría del dinero y se fue a Francia, pero había dejado una buena parte de esta en un banco en Nápoles, era en caso de una emergencia, y esa era una muy grande.

Tomo ese dinero y se fue a estados unidos y con lo que sabía sobre el negocio de construcción inició un negocio similar en la ciudad de Nueva York, con ayuda de un amigo suyo. Había recuperado todo lo que había perdido, pero le faltaba algo muy importante: le faltaba vengarse.

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