Más cerca

Pensé regresar a mi departamento en taxi pero Akim me dijo que él me llevaría, quise persuadirlo de no hacerlo pero no aceptó un NO por respuesta. Como el caballero que es, volvió a abrirme la puerta del lado del copiloto, luego en se sentó frente al volante. Prendió el stereo del auto y empezó a sonar Blue jazz, música que me gusta demasiado.

-Y dígame Cindy ¿puedo llamarla así? - me preguntó sin apartar la vista del frente, yo me limité a responder con un corto si- muy bien Cindy ¿cómo estuvo su primer día laboral?

-Estuvo muy bien, su hermana es maravillosa señor Lebreu...

-Akim, llámeme por favor Akim, es menos impersonal

-Lo siento, es que como es mi jefe, pensé que le gustaría tal formalidad- respondo dubitativa

Él esboza una sonrisa matadora mientras mantiene aprisionado su labio inferior, yo deseando ser la que se lo muerda. Dios, todo eso es mío y no me lo puedo comer. Es como el postre que veo en la vitrina y no puedo acceder a él porque tengo pocas monedas.

-Esos formalismos los tengo solo con mis empleados de la compañía. Pero no con mis empleados que me interesan- dice y me mira de reojo. Yo solo trago en seco por ese comentario.

Cuando llegamos al edificio donde vivo, él bajó primero y luego me ayudó a bajar. Es impresionante el tamaño de este hombre, yo soy del tamaño de una de sus piernas jajajajajaja ''que rico'', me estremezco de solo pensarme entre sus brazotes.

-¿Tiene frío Cindy? - se acerca un poco más a mí, lo veo quitarse el saco para ponerlo luego sobre mis hombros. Estamos tan cerca que siento el olor de su perfume maderoso y ya, me derrerí por completo

-Gra... gracias por el saco, si tengo frío- le miento descaradamente cuando lo que tengo es tremenda excitación con tan solo su presencia.

Se acerca un poco más e inclina un poco su cabeza, yo levanto la mía quedando a solo escasos centímetros. Si este hombre no se comporta me voy a olvidar que es mi jefe y me le voy a echar encima

-¿Y ya se le está pasando el frío? - su voz se hizo suave, un poco ronca. Tenía sus ojos puestos en mis labios.

-Si... si, ya se está pasando- me relamí los labios viendo yo también sus labios

Alguien gritó mi nombre a mi espalda, cuando volteé a mirar quién era, era nada más y nada menos que mi fastidioso vecino Oliver. Un bueno para nada que vive de su madre, una anciana dulce.