Pasado, presente y futuro

Brandon Belmonte

Soy el hombre que dirige la importante empresa de confecciones en Cuero más grande del país.

Tengo 35 años y llevo un poco más de dos años divorciado de mi antigua pareja, con quien estuve casi cuatro años en una "relación" por intereses obligatorios.

En resumen, hace cinco años mi padre, Eduardo Belmonte, era dueño absoluto y descubrió que el contador junto al agente de modelos nos robaron varios millones y prácticamente, nos llevaron a la ruina. La indumentaria, al igual que el calzado y los accesorios que estaban creándose eran de muy baja calidad, porque hasta de eso se habían ocupado los hombres, convenciendo a otros, por supuesto.

Los Puig son una familia dedicada a la moda, tanto la madre de Irina, como el padre, quien fue modelo masculino y más tarde Juez en certámenes de Belleza; ellos habían logrado una fama nunca antes vista y coincidieron en conocerse con mis padres, quienes confiaron en ellos y largaron la sopa del problemon, ganándose así una oferta difícil de desaprovechar porque "mataban dos pájaros de un tiro" Primero, salvaban la empresa y segundo, aseguraban a su hijo en un matrimonio, ya que mi situación sentimental era mala y para ellos, mi orientación sexual era dudosa. ¡Sí, mis padres creían que era Gay porque nunca me veían rodeado de mujeres!.

Cuando me contaron esa locura, pegué el grito en el cielo porque no me gusta hacer cosas siendo obligado, como a la mayoría de las personas, pero debí hacerlo.

Me presentaron a Dilia Puig, una mujer que en ese entonces tenía aproximadamente 30 años, con bonitos ojos, no lo niego, pero no era de mi preferencia.

Intente convencerme de que solo sucedía por la empresa y luego saldría bien librado de todo, pero tenían una cláusula clave, el matrimonio debía superar los tres años y solo así se invertiría para sacar a flote el negocio.

Pocos meses después de que ambas partes se puso de acuerdo, cambiaron a la novia, ya no sería Dilia, sino su hermana menor por dos años, Irina.

Debo confesar que tampoco era el tipo de mujer con el que tendría algo, pero no me interesaba quien firmaría el estúpido papel, solo deseaba que pasaran esos tres años para salvar nuestro patrimonio.

Con todo listo y firmado, tuvimos que vivir juntos en una Mansión que los Puig nos regalaron, obvio, para mantenernos vigilados, con empleados que ellos pagaban, etc.

La supuesta noche de bodas, sus propios padres querían humillarla pidiendo muestra de que habíamos consumado el matrimonio y ahí entendí por qué el cambio, Irina era virgen.

Algunos meses después, nos enredamos por causa del estrés que nos causaba su familia... Iban solamente a visitarnos para tener la estúpida prueba y se la dimos, consumamos ese erróneo matrimonio.

Cuando ella empezó a salir, me alegré, yo no quería saber de su vida y tampoco le contaba de la mía. Poco después la vi llegar con un hombre al que presentó como su mejor amigo y para mí era obvio que tenían algo, cosa que no me molestaba.

Al llegar el primer año, sus padres organizaron una cena para festejar íntimamente, exclusivo para nosotros dos, pero no debí confiar, ahí nos drogaron y terminamos en la cama, por segunda vez.

La tercera fue en el cumpleaños de su padre, donde hizo una fiesta y nos obligó a compartir habitación, algo que nunca habíamos hecho. Fueron dos días seguidos en el que mi cuerpo reaccionó solo y ella cumplió por puro gusto, nadie la obligaba, o era la situación de donde nos encontrábamos.

Para el tercer año ya estaba más cercano a Irina, era una buena mujer y empecé a tener detalles bonitos con ella, flores, osos de peluche, bombones; en fin, cosas humildes porque no tenía demasiado dinero.

Quería intentar al menos estar más presente en su vida, pero me di cuenta de que seguía con su amigo. En ese entonces yo ya pisaba los 32 años y quería tener hijos, pero que Irina no fuera la madre, sino adoptar, darle la oportunidad a una belleza de sentir el cariño que se les fue negada.

Volvimos a enredarnos por quinta y sin saberlo, última vez. Y le comuniqué mi idea de adoptar a la que se negó completamente. No pensaba ayudarme y para eso era muy necesario porque en un matrimonio deben firmar ambas partes como responsables del menor, pero no teniendo ese apoyo, decidí alquilar un vientre y por ciertas circunstancias, no lo hice.

Creí querer a Irina, pero solo fue un cariño retorcido de amistad por una convivencia en común, nada más.

El día que ambos quisimos divorciarnos, me llamaron del hospital para avisarme que debía asistir a cuidarla porque no se podían encargar las enfermeras de turno, como "esposo" asistí y me informaron que ella se había practicado un aborto y había tenido demasiada perdida de sangre y por eso debían hacerle transferencia, además de vigilancia por si desea dañarse a sí misma. Claro que me había sorprendido con la noticia, pero como excelente CEO logré disimularla, lo peor eran las miradas de todos los trabajadores, hasta llegué a escuchar un rumor sobre lo sucedido, ella abortó a "mi hijo" y a mí me tocaba cuidarla, era una "desalmada". Aunque no me estresaría en aclarar nada, ya que eso nos hubiese perjudicado.

Cuando Despertó, hablamos y acordamos lo necesario, los tres años habían pasado y podíamos ser libres.

Al momento de firmar, su familia puso varias trabas que demoraron el resultado.

Durante dos años me fui a Australia y luego volví para ocupar el lugar que por herencia me pertenecía, ser presidente de la empresa.

Estábamos ingresando al edificio con mi padre, el abogado y mi primo, cuando veo a una muy hermosa mujer que con solo su mirada, me hizo estremecer.

Luego intercambió unas palabras con mis familiares dándome a entender que era divorciada y madre soltera. Su voz era delicada y su sonrisa muy genuina, al igual que un nombre muy bonito, Marisol.

Una preciosa Reyna que quería en mi vida.

Se postuló para ser mi secretaria y me alegré en lo más profundo, por supuesto que si reunía lo necesario, iba a contratarla.

Ese mismo día, conocí al amor platónico de mi primo y a la hija de esa Bella mujer, inicie la entrevista para saber de ella y no disimule mi interés, cosa que a ella la lleno de curiosidad y preguntó por mi vida, aunque muy sutil.

Deseaba tocarla y mi mente planeo mil escenarios, pero nunca uno mejor que el ascensor. Corría con el riesgo de que me acusase de depravado, pero me salvé.

Una cosa, sumo otra, hasta que las oportunidades estaban a mi favor y me acerqué a ella, por trabajo, por una gala, por reuniones, y hasta que por fin, ella dio el paso e inició un beso para descontrolarme.

Me encanta su cara, me fascina su piel, pero sus piernas, me ponen a delirar porque las imagino al rededor de mi cadera, de mi cintura o hasta apoyadas en mis hombros. Pienso lo bien que se debe sentir uno perdiéndose entre ellas para hidratarme de su humedad, cada día.

Me enamoré a primera vista y me vuelvo un pervertido a su lado, aunque noto que no le molesta, ya que hemos hecho el amor.

Prometí ganarme su corazón así como a la preciosa de su hija, porque sé que sino ella me va a alejar.

"Tío" me llama la pequeña Bella, y ya ha decidido a quien quiere de padre, espero al menos estar entre las opciones, o tocará convencerla, y que mejor momento que este. Aquí y ahora, estamos solos en mi oficina y podremos hablar con tranquilidad.

Las quiero a ambas en mi futuro, madre e hija, me han conquistado.

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