Cap. 11. Se fue.

Estamos de nuevo en Moscú, dónde la historia es la misma, veo a Alexandre mirarme con tristeza, aunque vamos al mismo lugar, cada uno se va en diferentes autos.

Su mirada me perturba, pero no aquella llena de lujuria, no, esa llena de tristeza, llena de preguntas, de saber que va a suceder entre nosotros, de ahora en adelante, como el mismo me lo dijo anoche.

«No te puedo exigir un espacio en tu corazón» a lo mejor con palabras no lo hace, pero lo grita con cada beso, cada caricia.

Llegó a la mansión, es obvio que mi querido esposo no está, tampoco la prima consentida, me estoy bajando del auto cuando llega Alex.

—Svetlana, espera—Camina deprisa para acercarse, miro a todos lados, creo que yo misma me voy a delatar.

—Dime, ¿qué sucede?

—¿Podemos vernos más tarde?—Trata de susurrar, pero la voz le sale más ronca que de lo normal, lo que hace que todo mi ser se estremezca.

—No lo sé, déjame ver cómo hago y te aviso, por favor no te acerques mucho—Siento que está muy cerca, no es que me moleste, es que me pone muy nerviosa.

—Bien, espero por ti—pasa, por un lado, directo a la mansión, puedo ver en el piso de arriba a Nathalie, siento que me está espiando, ¿Será que sospecha algo?

Al entrar a la habitación, me quito los tacones, y comienzo a soltar los botones de mi camisa, no puedo evitar imaginar que son las manos de Alex las que están haciéndolo.

Es más, no dejo de pensar en lo que él causa en mí, es como si tuviera algo que me atrae mágicamente.

Después que estoy desnuda entro al baño, y tomo una rica y sabrosa ducha.

Después que me he puesto un pijama porque no creo salir, no por lo menos mientras se me ocurre algo para verme con Alex.

Estoy acostada viendo una serie turca en mi teléfono celular, tenía días que no la veía, ya que Alex no me dejaba, na, a quien engaño, era yo quien no dejaba a Alex tranquilo ni un segundo.

—¿Amor, llegaste?—Entra Viktor, lo ignoro—¿hace mucho llegaste?

—Sí.

—¿Estás cansada?—Me pregunta mientras se suelta la corbata, ¿por qué me pregunta eso?

—Solo un poco, ¿por qué?

—Es que tengo un cóctel, arréglate para que me acompañes.

—¡No quiero!—Le digo sin apartar la vista del teléfono, él me mira incrédulo.

—¿qué dijiste?

—¡Que no quiero!—Le repito.

—Svetlana, eres mi esposa, debes acompañarme a este tipo de evento—dejo el teléfono aun lado y me siento.

—¡Si de deberes como esposos vamos a hablar!—Me cruzó de brazos.

—¿A qué te refieres?—Frunce el ceño.

—No te hagas el desentendido, sabes muy bien a qué me refiero, a qué tenemos un año de casados y eso obviando el de noviazgo, no me has hecho el amor ni la primera vez—Me levanto de la cama.

—Svetlana, sabes muy bien que eso no es porque yo no quiera, yo te amo.

—Me importa un carajo, el motivo que sea, aquí el único que sale ganando, eres tú, tienes una esposa, tienes una amante—Me mira perplejo, ni se imagina que lo sé todo—Tienes tu vida perfecta, pero la tonta de Svetlana que se muera, la pobre no tiene derecho a nada.

—¿Qué te ocurre?, ¿por qué me hablas así?—Se ve afectado.

—¡Por qué me cansé!—me acerco a él—¡Me cansé que siempre tengo que entenderte!, y a mí quien carajos me entiende.

—Cariño, yo te entiendo, si para compensarte te he dejado seguir como aeromoza, sabiendo que siendo mi esposa no tienes por qué hacerlo.

—No me digas, ahora es para compensar tu culpa, muy bien.

—¡No seguirás volando!—me grita, no sabe qué hacer para detenerme.

—¿Qué harás?

—¡Te voy a despedir!—dice cómo último recurso, estoy tan molesta.

—Muy bien, te aseguro que la Airmoscù estará feliz de tenerme trabajando para ellos—Digo satisfecha.

—¿No serías capaz?—Todavía lo duda.

—Solo mira lo que hago—Me meto en el vestidor, busco un jean, unos zapatos y un suéter.

Cuando salgo vestida, con una pequeña maleta en las manos, me mira sorprendido.

—¿Qué haces?

—¡Me voy!

—No te puedes ir, Svetlana por favor, vamos a hablar.

—No hay nada de que hablar, quiero el divorcio—parpadea varias veces.

—¿¡El divorcio!?, ¿Estás segura lo que me estás diciendo?

—Muy segura, no aguanto más, Viktor, yo necesito un hombre que esté conmigo para todo.

—¡Solo piensas en eso!—Dice con desespero.

—No me hagas reír, ya no sabes ni lo que dices, me voy y no me vas a detener—intento salir de la habitación, pero me agarra por la cintura.

—Svetlana, yo te amo, por favor no me dejes, tú eres la mujer que yo amo, te juro que no es mi culpa lo que sucede entre nosotros—llora aferrado a mí, me da un poco de pena, pero no puedo soportarlo más.

Viktor Jodchenkov.

Se fue, Svetlana de verdad se fue, la entiendo, claro que lo hago, yo mismo vivo en un infierno por no poder tocarla. Tenerla todos los días conmigo y no poder hacerle el amor, es algo que me enloquece, la amo, siento que ella lo es todo para mí, siento que ella es el amor de mi vida.

No sé, no entiendo qué me sucede, porque no puedo estar con ella, ni con ninguna otra mujer, solo con Tatiana, ¡maldita sea!, desde la primera vez que estuve con ella, me sucede esto, no sé qué sucede, lo he intentado todo, todo, y el día que tanto había temido llegó, Svetlana se cansó de esta vida inmunda que tiene a mi lado y se fue.

Lanzo todo lo que hay en la peinadora, la ropa todo lo lanzó al suelo, estoy desesperado, no la voy a tener nunca, mi esposa, la mujer que quiero no será mía nunca más.

Me siento en el suelo a llorar, no sé qué hacer, lo único que se me ocurre es acabar con mi vida, en este mundo no hay nada más para mí, tengo que estar atado a una mujer que no quiero, solo porque es la única que puede hacer que mi miembro se levante.

Pienso en las mil maneras de acabar conmigo, pero hacerle eso a Svetlana tampoco será justo, pensará que lo hice por qué se fue y se sentirá culpable toda su vida, busco una botella de licor de lo que sea, no me importa, algo fuerte es lo que quiero, algo que queme mi ser y me haga olvidar está vida tan miserable que tengo.

Deseo que mi hermano llegue de su viaje para que se quede a cargo de la empresa, así poder hacer lo que tanto me gusta, y es, estar a 40 000 pies de altura.

Me le pegó a la botella como si de Agua se tratará, siento que me quema la garganta, pero bebo casi la mitad del líquido.

—Svetlana mi amor, perdón, perdón por arruinar tu vida, perdón por ser tan egoísta, pero te amo, te amo mucho.

—¿Qué sucede aquí?—Escucho la voz de Tatiana, y hace que algo dentro de mí se encienda y no es, deseó, no, es ganas de matarla por su culpa, es que todo esto está sucediendo.

—Es tu culpa—hablo con dificultad, ya que el licor está haciendo efecto en mi cuerpo—¿Qué me hiciste?, porque no puedo estar con mi esposa—Me le voy encima, ella me mira asustada.

—¡No sé de qué hablas!, ¿qué tienes Viktor?—Se nota preocupada.

—No te hagas a la estúpida, sé que me hiciste algo, cómo explicó que solo contigo puede reaccionar.

—Viktor mi amor, no sabes lo que dices, yo te amo, nos amamos.

—Yo no te amo, ilusa, solo estoy contigo por placer, yo amo a mi esposa—Sus ojos se llenan de lágrimas—Vete, vete de aquí, la empujó.

—¡Estás ebrio!, no sabes lo que dices—intenta agarrarme, no se lo permito, y tomo todo lo que queda en la botella—deja de tomar, eso te puede hacer daño—intenta otra vez acercarse, me tambaleó, pero logro equilibrarme.

No me toques, vete de aquí, de mi vida, devuélveme las ganas de estar con mi esposa o cualquier otra mujer.

—¡No puedo!— digo—¿no sé de qué hablas?—Sus ojos siguen llenos de lágrimas.

Voy a buscar otra botella, y por más que Tatiana intenta impedirlo no se lo permito.

Después de beber esta botella comienzo a sentirme mal, la respiración se me hace pesada, tengo muchas ganas de vomitar.

—¿Viktor que tienes?—Chilla Tatiana que no se ha ido—¡Estás pálido!, ven vamos al médico—La escucho hablar a lo lejos.

La miro y veo como si se moviera para todos lados, siento frío, no sé ni lo que estoy sintiendo, lo último que escucho es un grito.

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