Que hombre tan atrevido

Traté de dormir después de esa llamada. Minutos después llegó un mensaje, pensé que era de nuevo el señor Garza, pero me sorprendió cuando vi que el mensaje era de Daniel y decía "Buenas noches, descansa, te amo". Después de ver ese mensaje, todo mi humor cambió. Sigo sin creer que somos novios porque, ahora que tengo momentos de felicidad, me encuentro con este loco.

Cerré los ojos pensando en todo lo que me divertí con Dani y, por fin, me quedé dormida. Sonó el despertador y era tiempo de apurarme para ir al trabajo. Me sentía intranquila porque no sabía si el señor Garza por fin entendería o si Daniel haría caso de no hacer nada si yo no se lo pedía. Conocía perfectamente el carácter de Daniel y que, detrás de esa cara dulce, al enojarse, salía un león defendiendo lo que era suyo. Salí de mi departamento y, al abrir la puerta, Dani ya estaba ahí parado con una rosa. Se veía tan guapo que no sé cuánto tiempo me quedé observando su rostro y él empezó a reír y se sonrojó.

Daniel -¿Te gustó mucho? (sonriendo)

Alexa -Claro, sí, si no, ¿por qué acepté ser tu novia?

Su rostro se sonrojaba como de costumbre. Después de un tiempo, llegamos a la oficina. Antes de entrar, le hice prometer de nuevo que no causaría ningún problema si yo no estaba de acuerdo. Él asintió con la cabeza, pero no estaba totalmente segura de si lo cumpliría. Me dirigí a la oficina y el señor Garza ya se encontraba en su escritorio. Decidí caminar y preguntar si se le ofrecía algo de tomar. Pensé que hoy estaría muy molesto, pero su reacción fue totalmente lo contrario. Se veía serio y con una voz tan fría como el hielo me dijo:

Gael -Ya no te molestaré más. No soy del tipo que le gusta rogar a una mujer, así que haz tu trabajo y retírate por hoy. No quiero verte.

Me sorprendió con sus palabras, pero me alegré de saber que quizás había entendido y ya no me molestaría más. Desde ese día, no me topé con él. Me di cuenta de que me estaba evitando, pero creo que fue lo mejor, ya que así no me sentía preocupada. Así pasó un mes y cada vez que trataba de hablar con el señor Garza de cosas del trabajo, su asistente Yair me decía que se encontraba de viaje o que estaba ocupado en alguna junta y que todo lo que necesitara, infórmale al señor Gael. Él se lo informaría en cuanto tuviera tiempo. Dejé de insistir después de una semana. Quizás ya no necesitaba que fuera su asistente y quizás yo podría regresar a mi puesto y todo regresaría a la normalidad. Al mismo tiempo, ese mes pude disfrutar muchos momentos junto a Daniel y pronto se acercaba la fecha de mi cumpleaños. Eso me hacía más feliz, porque esta vez tenía un novio con quien celebrarlo.

Al otro día, me encontraba haciendo mis cosas como de costumbre. Ya era tarde y yo seguía trabajando. Quería dejar todo listo para mañana y Daniel se había adelantado porque había surgido un problema familiar y hoy no podría acompañarme como de costumbre. Entré a la oficina del señor Garza sin tocar la puerta. Ya era tarde, quizás ya no estaba. Dejé unos archivos en su escritorio y, de repente, escuché una voz.

Gael -¿Qué haces aquí? ¿Por qué aún no te has ido?

Alexa -Disculpe, solo pasé a dejar unos papeles que había olvidado. Me retiro.

Traté de salir, pero él puso su mano en la puerta para no dejarme pasar.

Gael -¿Eres feliz? (preguntó)

Alexa -Sí, pero ¿por qué lo pregunta?

Al estar cerca de él, me percaté de que olía a alcohol y, al mirarlo más de cerca, se veía demacrado, aún ni así dejaba de ser guapo.

Gael -Olvídalo, ya te puedes retirar.

Quitó su mano y entró hasta llegar a un sofá. Caminé, pero después de unos pasos, me detuve. Quería irme, pero algo en mí me decía que no podía dejarlo en ese estado. No sabía qué le pasaba, pero se veía realmente mal. Regresé y vi que se había recostado en el sofá. Sus manos tapaban su rostro. Entonces, sin dudar, dije:

Alexa -¿Le puedo ayudar en algo? (pregunté)

Gael -No (gritó enojado). Te dije que te fueras. No quiero ver a nadie, y menos a ti.

Alexa -No tiene que ser grosero. Fui una tonta por preocuparme. Solo quería ayudarlo. (respondí)

Tal vez tomé una mala decisión al querer ayudarlo. Me despedí. Ya no quería molestarlo más. Cuando de repente me dijo:

Gael -Espera, ya que estás preocupada por mí, me gustaría preguntarte algo.

Alexa -¿Y qué es lo que quiere preguntar?

Gael -Quiero que me expliques qué es lo que no te gusta de mí.

Me quedé sorprendida. No sabía qué decir. Todavía no se daba por vencido. Me quedé pensando en qué decir y, después de unos minutos, le respondí:

Alexa -No es que no me guste. Es apuesto y un hombre muy rico, pero yo no pertenezco a su mundo. Y, si quiere que sea sincera, hemos tenido varios malentendidos además de que yo estoy saliendo con alguien.

Él se quedó en silencio, pero de pronto se paró del sofá, caminó y se puso enfrente de mí. Se veía tan cansado, pero seguía viéndose guapísimo. Me quedé parada sin hacer nada y me dijo:

Gael -No soy la clase de persona que se disculpa por hacer algo malo. Sé que me equivoqué contigo. Te confundí con otra mujer que solía acosarme. Jamás supe de quién se trataba, y en todo este mes que no te vi, me topé con ella en una reunión de negocios y, por fin, la pude atrapar, porque ella misma me confesó todo lo que había hecho para que pudiera fijarme en ella. Pero su plan fracasó porque yo la había confundido contigo. Así que trato de explicar lo que siente por mí, y supe que había cometido un error y no sabía cómo disculparme porque jamás lo he hecho.

Alexa -Entonces, ¿se disculpará?

Gael -Sí, quiero ofrecerte una disculpa.

No pude dejar escapar una risa. Jamás pensé que mi jefe algún día se disculpara. Un hombre que era tan prepotente me costaba creerlo.

Gael -¿Por qué te ríes? ¿Acaso te estás burlando de mí? (contestó enojado)

Alexa - Ahora soy yo quien se disculpa, pero no puedo creer que me pida una disculpa. Pero está bien, la aceptaré. Así que si eso es todo lo que tiene que decir, me retiro y espero que podamos olvidar los malentendidos y tener una buena relación como empleada suya.

Me di la vuelta para salir, pero cuando intenté hacerlo, Gael me tomó del brazo y me giró hacia él, y para acabar, sus labios tocaron los míos. Me agarró tan fuerte que no podía respirar. Segundos después me soltó, pero intenté abofetearlo. "¡Qué hombre tan atrevido!", le grité.

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Comments

Maria Rosa Grisinco

Maria Rosa Grisinco

Esto se pone mejor y mejor.

2025-02-24

0

Lilia Muñoz

Lilia Muñoz

me gusta el jefe para ella lo encuentro muy apasionado y creo que ella sería más feliz con dami su relación es muy tranquila no hay pasión

2025-02-24

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