Las idioteces se pagan caro

...Byron....

¿Embarazada? No, ella no puede estar embarazada de él. Se suponía que yo sería el padre de sus hijos. ¿Cómo pudo meterse con el?

— Byron, ¿no nos piensas felicitar? — Preguntó el Imbécil de Liam, tenía una enorme sonrisa de suficiencia en el rostro. Yo por otro lado no podía estar feliz. No puedo imaginar a Fabiola embarazada de él.

— Amor. Amor. — Violeta me llamó un par de veces. Pero fui incapaz de responderle.

— Tengo que irme. Te veo en casa. — Salí del estudio sin poder ver atrás. Unos minutos después estaba en un bar, el alcohol no parecía tener sabor, el dolor en mi pecho se hacía cada vez más grande. Imaginar a Fabiola con una panza de embarazada es doloroso.

— ¿Byron que hace aquí? — Adalet apareció justo en el momento menos indicado. No deseo que se burlé de mi.

— Vete por favor, ahora no puedo soportar tus tonterías.

— ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tomando?

— ¿Te importa?

— Claro que me importa, eres mi hermano.

— Ja. — Reí con ironía. — Tu nunca me has querido cómo hermano, siempre me has detestado, deja de fingir que te importa lo que me pasa.

— Byron se que tú y yo no somos un ejemplo de hermandad. Pero me preocupas. Nunca te había visto con una expresión tan...

— ¿Tan miserable? — Completé su pregunta.

— Si. — Dijo ella con algo de pesar.

— Tu amiguita está embarazada. Eso es lo que me pasa.

— ¿Fabiola está embarazada?

— ¿Has tenido otra amiga aparte de ella?

— Haber. — Ella pareció enojarse. — ¿Estás asi por qué ella está embarazada?

— En pocas palabras me dices que exageró. ¿Cierto? Nunca has sido buena consolando personas, mejor vete de aquí.

— No. Es importante que yo te diga esto.

— Ya se lo que me vas a decir. Tú fuiste el que se alejó de ella. Tú tienes la culpa, tú eres el que provocó está situación, incluso dirás qué merezco lo que me está pasando.

— Creó que no es necesario decirte lo que ya sabes. Byron no quiero herir más tu corazón, pero hace cuatro años intenté advertirte que ésto podía pasar, te pregunté si ibas a soportar verla con alguien más. ¿Y dime qué respondiste tú?

— Dije que encontraría alguien y la amaría.

— Pensé que lo habías hecho.

— Desde que regrese supiste que no era así. Sabes que no amo a Violetta. — La sabelotodo de mi hermana siempre tiene razón.

— Yo quería evitar esté momento. Eres mi hermano, y aunque no lo creas me duele verte sufrir. Pero son las cosas que tú provocaste. — Ella se sentó a mi lado y pidió un tequila. Ni siquiera sabía que ella tomaba. En otro momento le hubiera preguntado, pero ahora no me interesa nada. — Si la seguías queriendo, ¿por qué no la perdonaste cuando te busco en Italia? — Preguntó Adalet algo enojada. Pero yo no sabía a qué se refería.

— ¿De que hablas? — Pregunté sorprendido.

— Ahora te haces el desmemoriado.

— Adalet dime de qué hablas. ¿Fabiola me buscó en Italia?

— Si.

— ¿Cuándo?

— No recuerdo con exactitud.

— Adalet has memoria. ¿Cuándo fue eso? — La tomé de los hombros.

— Creo que al año de que te fuiste. No estoy muy segura.

— ¿Enserio me buscó en Italia?

— ¿No sabías?

— No.

— ¿Cómo? ¿Tú y ella no hablaron esa vez?

— No. Ni siquiera sabía de ese viaje. ¿Ella quería arreglar las cosas conmigo? ¿A eso fue? Dime por favor.

— Si. Ella tenia la esperanza de que la perdonarás. Pero regresó más rota que antes.

Solté los hombros de Adalet, y empecé a hacer memoria, recordé el día que alguien me buscaba, fui al campo de béisbol. Tal vez no era Violeta. Tal vez ese día era Fabi.

— Llévame a la empresa de los Styles.

— ¿Para que?

— Tengo que resolver algo.

— ¿Así cómo estás? — Estoy algo borracho, pero nada del otro mundo.

— Si. Así.

— No pienso hacerlo.

— Te lo ruego. Si de verdad me quieres un poquito llévame. — Viéndome en éste estado ella no se negó. Me llevó a la empresa y me dejó en la oficina de Fabiola.

— Te esperaré aquí. — Ella se sentó en un sillón.

— Está bien. — Toqué la puerta, ya que la secretaria ni estaba para anunciar mi presencia. Fabiola no tardó en abrir la puerta.

— ¿Byron? ¿Qué haces aquí?

— Tenemos que hablar. — Entre y me senté. Estaba algo borracho por lo que mantenerme de pie era cansado.

— ¿Ahora que qui...?

— ¿Es verdad que me buscaste en Italia?

— Eso paso hace mucho tiempo.

— ¿Si fuiste?

— Si Te busqué, y un chica de cabello rojo dijo que te esperará en el campo de béisbol, ella te pasaría mi recado.

— ¿Fuiste?

— Si. Y ambos sabemos que pasó ahí. No me quedaron ganas de hablar contigo.

— Fabi... Yo... Si tú me hubieras...

— No. No me digas que si yo hubiera hablado las cosas serian distintas. Por qué se bien que no es así. Tú me odias por ser hija de Gael. Odias a mi padre, y yo lo amo. Y nunca te pondré por encima de el. Por qué tú no me pusiste antes que a tu familia.

— ¿Y a Liam? ¿A él si lo pondrías encima?

— No tengo necesidad de hacer eso. Menos ahora.

— ¿Ahora que estás embarazada? — Ella guardó silencio.

— Vete. Estás algo pasado de copas.

— ¿Sabes cómo se llama la chica de cabello rojo?— Tenía una leve sospecha, puede ser la hermana de Violeta. Ella pudo ser la responsable de que Fabiola viera lo que vió.

— No. Y no me interesa conocer su nombre. Ni revivir el pasado. La vida siguió, las cosas fluyeron, y ahora cada quien está con la persona indicada.

— ¿Estás segura de que Liam es el indicado?

— Con Liam tengo algo que nunca tuve contigo.

— ¿Hablas del bebé?

— No.

— ¿Entonces que.? ¿Qué es eso que tienes con el, y no tuviste conmigo.?

— Un amor de verdad. Un amor completo y no algo a medias. A él no le importa quién es mi padre, se siente orgulloso de presentarme cómo Fabiola Styles. Nunca se avergonzó de mi. Se alejó cuándo debió alejarse. Y estubo cuándo más lo necesite. En cada acción que realiza me demuestra lo mucho que me ama. Cosa que tú no supiste hacer.

— Lo siento. Fui un idiota.

— Y las idioteces se pagan caro. Deberías irte.

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