Episodio 7: Blanco

^^^Mimi De angelis.^^^

Di un respiro antes de darme la vuelta y fingir que la presencia de mi hermano no me afecta como lo hace. Oh mi Dios, no es justo que la familia De angelis tenga miembros tan hermosos.

Tampoco es justo que sus ojos grises me recuerden a las nubes en temporada de invierno, mi estación del año favorita.

—¿Entonces?.—Llevo mis manos hacia mi espalda y le sonrío a Isa.

—¿Entonces qué?

Resoplo.—¿Cómo me veo?

—Como si el vestido estuviera a un segundo de estallar para mostrar tus pechos.

Le frunzo el ceño.—No estallará y no hables de mis pechos como si fuera una monstruosidad. Olvídalo, de todos modos voy a comprar el vestido.

—Como quieras.—Isa se da la media vuelta y sale del vestidor para darme privacidad.

...Es un idiota, siempre lo es....

Ni siquiera sé por qué quería recibir un halago de su parte cuando las únicas veces que ha dicho algo positivo sobre mí es por mi arte. Mi arte, cierto, estoy aquí porque no he conseguido terminar ni un solo dibujo o pintura después de la Academia.

Mi último cuadro fue un éxito y estuvo bien valorado por la galería de arte. Lo vendí a un buen precio, pero eso ocurrió después de mi cumpleaños y lo pinté con todas mis emociones enfocadas únicamente en mi rabia con Isa por no visitarme. Después de eso no he logrado hacer nada.

Estoy en un bloqueo y sé que es culpa de mi hermano mayor porque aunque él no lo sabe, es mi numen. Mi gran fuente de inspiración.

—Estoy lista.—Le aviso cuando salgo del vestuario con un vestido de seda blanco sin diseño y con una cinta gris alrededor de la cintura.

Es lindo, me gustó porque me recuerda a un lienzo en blanco y puedo imaginarme manchando este vestido con tantos colores como sean posibles.

—¿Cómo me veo con este?.—Le pregunto dando una sola vuelta para que pueda verlo al completo.

—Luces linda y pura.—Responde y yo sonrío.—Justo como tu hermana mayor. Tal vez debería comprar uno igual para ella.

—Si lo haces te mataré.—Le advierto.—Antonella tiene a su propia persona para que le compre todos los vestidos que quiera. Pero al diablo con este vestido, no quiero verme ni pura ni linda. No soy ninguna de las dos.

Me giro para volver al vestidor y quitarme esta tontería, pero Isa sostiene mi brazo y me gira hacia su dirección.

—¿Cuál es tu problema?.—Otra vez, tiene ese ceño fruncido por mí. Genial, realmente es maravilloso como puedo sacarlo tan fácil de sus casillas.

—Mi problema es que siempre tiendes a dejarme en segundo plano. Este vestido es para mí. Lo estás comprando para mí y de alguna manera lograste dejarme de lado porque ahora quieres comprar uno igual para nuestra hermana.—Tiro de mi brazo para salir de su agarre.—Por una vez en la vida quiero tener tu completa atención. Yo soy quien vive lejos de todos ustedes y ahora que estoy aquí no quiero sentirme excluida. Quiero sentirme aceptada y amada, pero sigues con ese maldito ceño fruncido desde que bajé del jodido avión y juro que quiero golpearte por fruncirlo aún más ahora.

Doy un largo respiro.—Así que, Isa.—Digo con amargura.—Vas a comprarle un vestido a mi hermana en otro momento porque ahora, justo ahora este es mi momento y no quiero compartirlo con nadie. Si crees que soy egoísta, está bien porque admito serlo y no me importa. Tampoco quiero lucir linda o pura, porque no lo soy.

—¿Y qué eres?.—Pregunta.

—Soy una artista.—Afirmo.—Una artista que le gusta llamar la atención y una muy egoísta que quiere estar en primer lugar antes que cualquier cosa.

—También eres una charlatana y narcisista que le gusta quedarse con la última palabra.—Agrega él.

—Ajá.—Acepto.—Sí tienes un problema con eso deberías decírmelo, así podré quedarme en casa de Antonella en lugar de la tuya porque en los siguientes 31 días no te haré la vida fácil.

—Siempre fuiste la más problemática.—Sus ojos grises recorren mi cuerpo con el vestido que llega a tres centímetros arriba de mis rodillas y con tirantes tan delgados que prácticamente dejan mis hombros desnudos.—No te quites el vestido.

—¿Por qué? ¿Por qué me hace ver linda y pura?

—Porque te representa. Ambos son como un lienzo en blanco listos para mancharse. Este vestido y tú llaman al caos.

Entonces sonrío porque eso lo hace el vestido perfecto. Mi corazón corre a toda velocidad porque solamente Isa podría decir lo que justamente deseaba oír.

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