9- Bienvenido Luciano.

Ya estoy a dos semanas de que mi embarazo finalice y pronto tenga en mis brazos a mi bebé, que por cierto es un varoncito, estoy feliz porque a pesar de la manera en que llegue a embarazarme e echo una gran conexión con mi hijo imaginando vagamente el cómo será, claro a sabiendas de que no sé ni como es su padre, solo espero sea igualito a mí.

En la oficina el trabajo es tranquilo a pesar de que Gianni ya no me deja hacer nada, casi todo el trabajo es sentada pero al finalizar mi día sufro de inflamación en mis piernas y pies, pero siempre al llegar la Nona me consiente.

De mi padre no e sabido de él, desde que me salí de su casa, no me interesa más al principio me remordía la conciencia, pero si él no tuvo el corazón de echarme a la calle yo no tengo por qué sentirme mal ni culpable de nada.

Y ese es un tema que aun trabajo, la Nona siempre me dice que tengo que perdonar para seguir avanzando, solo que aun se me complica, ya que aún no sanan las heridas que papá me causó con su indiferencia, así que aún tengo camino por recorrer para poderlo perdonar y poder olvidar para seguir con mi vida...

Me levanto de mi cama y me siento cansada, mi vientre lo siento más pesado de lo normal, camino perezosamente dándome un baño, al salir me pongo un short y una blusa suelta, al bajar está mi tía y la Nona sentadas en el comedor pero no veo a mi primo.

- hola familia, buenos días- asintieron saludándome- tía ¿dónde está Gianni?.

- no a de tardar hija, ¿lo necesitabas?- asentí sentándome para almorzar.

- si tía, Gianni prometió llevarme a visitar a mi madre- asintieron sin volver a hablar.

Comencé a almorzar, pero la verdad con poco me había llenado dejando más de la mitad del plato con comida, lo cual la Nona me regaño, diciéndome que me tenía que alimentar que estaba demasiado flaca, algo que al verme al espejo no lo veo, creo que en estos momentos estoy más rellenita que nunca y teniendo todo tan pronunciado por mi embarazo.

Al levantarme de la mesa la puerta se abrió viendo entrar a mi primo, nos abrazamos y solo saludo de lejos a mi tía y a la Nona, subimos a su auto llevándome al cementerio, el camino se hizo muy rápido hasta llegar, al bajar abrió la cajuela sacando de su interior las flores que le gustaban a mi mamá.

- gracias Gi, por traerme- él solo sonríe mientras caminamos a la tumba de mi mamá.

- sabes que siempre haría lo que sea por ti, Gemma- me entrego las flores mientras él quitaba las anteriores- yo te ayudo, en este momento mi sobrino te lo impedirá.

Asentí sonriente, cuando el término de acomodar las flores y limpiar la lápida me ayudo a sentarme, teniendo un tiempo a solas, sé que mi madre está en otro lugar, pero me hace sentir bien platicar, porque la siento más cerquita de mí aunque ya hace diez años ella partió de este mundo.

Después de estar media hora, Gi me ayudo a levantarme sintiendo un ligero dolor en mi bajo vientre provocando que me quejara.

- prima, ¿estás bien?- asentí caminando hasta su auto.

- sí, estoy bien Gi- él asintió no tan conforme con mi respuesta.

Al llegar a casa me sentía muy fatigada y solo me fui a mi habitación a recostarme.

Pero un dolor muy intenso hizo despertarme en un grito y solo tratar de levantarme, hasta que por la puerta entró Gianni y solo me cargo sacándome de mi habitación, al bajar las escaleras mi tía y la Nona estaban esperándome dirigiéndonos a la salida para subirnos a la camioneta, sabía que íbamos a alta velocidad, pero aun así el camino fue tan eterno por las contracciones, tenía más que entendido que la hora de conocer a mi hijo había llegado.

En urgencias de inmediato me llevaron a sala de partos, donde al ver a las enfermeras y doctores me ponían nerviosa, hasta que sentí la mano de Gianni quien me daba su apoyo tan incondicional como el primer día.

La doctora me indicaba que pujara, hacia todo lo que podía y me pedía, pero mi hijo no salía y ya me sentía cansada, hasta que en la última contracción que fue más fuerte que las anteriores, puje con todas las fuerzas que me quedaban y solo se logró escuchar un gran llanto en toda la sala.

Al ponérmelo sobre mi pecho, mis lágrimas sin más salieron besando su pequeña cabecita y dando gracias a Dios porque estaba bien y por fin lo tenía en mis brazos después de meses anhelar este maravilloso momento.

Gi me beso la frente, hasta que le pidieron que saliera de la sala y minutos después me llevaron a mi habitación donde estaba un enorme ramo y globos.

No tardo mucho para que una enfermera trajera a mi hijo en brazos, me lo acercó para cargarlo y acurrucarlo entre mis brazos, pudiendo apreciar su hermoso rostro, se abrió la puerta y venían mi tía, Gi y la Nona, quienes estaban encantados con mi hijo, mientras la Nona lo tenía cargado viendo que le regalaba las mejores sonrisas para mi bebé, mi tía me habló y solo volteé a verla.

- hija, ¿cómo llamarás a esta preciosura?- me quedé en silencio pensando, sonreí hasta asentir.

- se llamará Luciano, tía- solo sonrieron y mi tía solo me abrazo, pues así se llamaba el abuelo, papá de mi mamá y mi tía.

Las horas pasaron se fueron Gianni y la Nona quedándose mi tía conmigo para ayudarme a cuidar al pequeño Luciano, fue más que difícil el aprender la forma correcta de amamantar pero gracias a la ayuda de mi tía pude hacerlo, al día siguiente nos dieron de alta llegando a casa y teniendo una gran sorpresa de que mi primo decoro mi habitación adecuándola para mi bebé.

Era una pequeña cuna al lado de mi cama, con un montón de juguetes y ropa para mi hijo, solo sonreí acercándome a él para abrazarlo, agradeciéndole todo lo que a echo él y mi tía, al ayudarme, pero tengo una meta que cuando me gradué y tenga un trabajo por mis propios méritos, me iré junto a mi hijo a vivir solos.

Ese es mi anhelo, poder yo mantener a mi hijo sin ayuda de nadie, para demostrarme a mi misma que puedo y sé que lo lograré muy pronto.

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