Capítulo 11 REGALO PARTICULAR

...MARIELA MELLER...

Los días siguieron pasando y el estrés aumentando en mi. Mi jefa nos tenía a todos trabajando muchísimo y ella estaba vuelta un manojo de nervios que vivía llamando a mil personas, maldiciendo y por momentos hasta llorando de rabia o impotencia; pasaba por mil emociones en la mañana solamente.

Si la jefa estaba estresada, nosotros como empleados aún más, no podría ser diferente. Mis horarios de llegada a casa eran cada vez más extraños, pasé de trabajar 8 horas a 12 y a veces más; pero si esperaba estar en paz al llegar me equivocaba. Alejandro no dejaba de insistir, tal parece que una de sus tantas cualidades era no saber aceptar un no como respuesta, mucho menos ser rechazado.

Habíamos estado juntos tanto tiempo, que creía que por eso yo aún debía de estar a sus pies y a su completa disposición para cuando así lo quisiera, se equivocaba. Si creía que yo después de haberlo esperado tanto tiempo iba a volver a caer en lo mismo podría seguir esperando tranquilo. Los recuerdos de todas las veces que no llegó sin siquiera avisarme, ni tampoco de cada vez que venía cuando él así lo decidiera y yo tenía que estar dispuesta a todo lo que él ordenara, no se iban. El resentimiento que siento por eso, el rencor, hace que no sea capaz de perdonarlo.

Sus regalos siguieron llegando, flores, chocolates, desayunos y hasta perfumes que no eran ni similares a los que uso normalmente. Con tantos detalles solo reafirmaba más mi deseo de tenerlo lejos.

Debí ver a mi doctor con toda la vergüenza del mundo, comprendí que quedarme callada era algo muy acertado. Disfruté hasta ir a una consulta médica porque mi jefa me agotaba las energías corriendo de aquí para allá.

-¿Cómo te has estado sintiendo?- preguntó anotando cosas en su planilla

-Solo cansada, mucho trabajo, fuera de eso bien- respondí suspirando

Aveces pensaba seriamente en renunciar, pero con todas las cuentas no podía darme ese lujo. Aceptar un contrato con Alejandro sería hasta mi salvación pero también una condena; así que prefería seguir soportando y manteniendo una energía positiva al respecto, así como también la fe de que todo se resolvería y yo volvería a ser una trabajadora más, no una esclava.

-¿Tu ex ha seguido molestando?- volví a suspirar pensando en los nuevos obsequios junto a los pesados repartidores

Muchos repartidores iban y golpeaban mi puerta hasta que les abría para hacerme firmar las planillas que traían como constancia de que había recibido el envío. Había algunos muy buenos y otros que seguro cobraban más para fastidiarme.

-Sigue mandando cosas, los que son pesados son los que llevan esos paquetes

-Comprendo, espero que pronto deje de insistir- yo esperaba lo mismo

(.........)

Así el tiempo pasó para mí y dos semanas después comencé a dejar mi currículum por todas partes. En la empresa hicieron un recorte de personal para reducir gastos, yo no fui despedida pero ahora me sentía mucho más agotada y había perdido las esperanzas de que superáramos esta crisis.

Mejor era prevenir e ir viendo las posibilidades, aunque comencé a desanimarme porque nadie me llamaba. Siempre era lo mismo "Muchas gracias, nosotros nos comunicaremos en caso de ser elegida" pero eso jamás pasaba.

Solo había un sitio donde siempre contrataban personal, lo dejaría como último recurso si no conseguía nada antes y me despedían. Sabía que así la paga seguramente era muy buena, aunque los horarios bastante malos.

Ángeles bebió ir al hospital una tardecita porque estaba sintiendo algunos dolores y eso tanto a ella como a Jacob los había preocupado mucho, tenían miedo de que mi ahijado decidiera adelantar su llegada. Después de que Tiziano la revisara determinó que lo que había sentido era algo normal, de lo cual no tenía que preocuparse.

Ella y Jacob se fueron a casa tranquilos y Tiziano se tomó la molestia de llevarme a casa. Habría resultado mejor que no hiciera eso, decidí invitarlo a comer a modo de agradecimiento, era lo mínimo que podría hacer por él.

Cuando llegamos a casa, en la puerta había un regalo para mí. Tomé la caja en mis manos y la llevé dentro, la tarjeta era obviamente de Alejandro y solamente decía que esperaba que lo disfrute.

-Gustos particulares tiene tu ex- fue lo que me dijo y vi que había abierto el obsequio

-Esto ya es el colmo, olvida esto- me sentía aún más avergonzada que nunca, la vergüenza que pasé en su apartamento fue mínima en comparación

-No tienes que sentirte mal, no debí de revisar algo privado, el error fue mío- Aunque tenía un poco de razón, Alejandro no debía enviarme este tipo de cosas, sabiendo que cualquier persona podría verlas

Había un vino, un juguetito, pintura corporal comestible, una braga de dulce y hasta un pincel. Alejandro estaba completamente loco y ahora mi médico podría estar pensando cualquier cosa de mi. Peor habría resultado que en el obsequio hubiese esposas, látigos y más accesorios de ese estilo, por lo menos esa parte de mi vida estaba resguardada, aunque el momento tan vergonzoso nadie podría quitarmelo.