Cristian Borracho

Rouse

-Rouse- me llama Cristian. -Rouse, Ábreme la puerta- y sigue tocando como loco, porque ésta vez cerré con llave. -¡Qué abras la maldita puerta, coño!-, exclama. Y yo sólo puedo aferrarme a las sábanas y seguir gimiendo por el llanto. -Rouse, sino me abres la puerta en éste instante te juro que la voy a tirar abajo-, sentencia.

-Pero ¿Qué es lo que sucede aquí, joven Hassan?- escucho a Clara.

-Rouse se encerró y no quiere abrirme- le dice a Clara.

-Bueno, deme un segundo-, y ya sé que ella está abriendo la puerta con el centenario de llaves que tiene colgando de la cintura. Escucho el Click. -Listo- termina por decir.

-Rouse- Cristian prácticamente corre para acercarse a mí pero yo huyo de él por impulso echándome para atrás, -Rouse, no huyas de mí, por favor-, y le veo realmente dolido por lo que acaba de ver.

-¡Aléjate de mí!- digo llorando, -Todo lo que haces es humillarme, hacer llorar, ¡Aléjate!- y vuelvo a romper a llorar. -¿Por qué me odias?- y lo miro a los ojos.

-No te odio, Rouse...- y le veo afectado realmente en este momento, ¿Acaso estará fingiendo? -Sólo que me afectas de verdad, no sé cómo explicarte que no me había sentido así por nadie en toda mi vida- y busca mi mirada.

-No entiendo a lo que te estás refiriendo, Cristian. Siempre me confundes, me elevas y luego me dejas contra el piso ¿Cómo crees que debo responder a eso?- le digo realmente dolida, y lo miro como si él estuviera intentando resolver una ecuación matemática.

-Yo tampoco lo entiendo, Rouse. No entiendo qué es lo que me sucede contigo pero tengo miedo porque eres la única persona que está logrando pasar el muro que he construido. Cuando abrí los ojos hoy y no te encontré me llene de angustia, no pude trabajar, no pude disfrutar de la comida- y continúa:

-Cuando supe que habías ido a trabajar me molesté porque el día anterior te veías enferma ¿Y ahora usabas tu esfuerzo para ir a trabajar? No puede ser que esté tan loco sólo por preocuparme por ti y tu bienestar- y yo me lo quedo mirando... ¿Así que era eso? ¿Preocupación cargada de ansiedad?

-Pero eso no te da derecho a humillarme de esa forma- le dije molesta, y con eso logré parar mi llanto.

-Me humillaste, prácticamente me dijiste que estaba por debajo de ti ¿Cómo puedes decirme eso? Claramente es un recordatorio de dónde vengo y las limitaciones que tengo ¡Pero eso no quiere decir que yo sea una inservible!- le digo directamente, y él se queda como reaccionando.

-No pensé que te lo fueras a tomar tan personal-, es todo lo que dice.

-Pues fue personal, Cristian, fue muy personal- y ya la verdad estaba cansada de ésta conversación. Pero noto que él se levanta de la cama.

-Rouse-, empieza a caminar hacia la puerta. -Lo siento, no quise hacerte llorar- y tiene la cabeza abajo. Y yo suspiro profundo.

-¿A dónde vas?-, le pregunto.

-Voy afuera- me responde, saliendo de la habitación.

Veo la hora y faltan 30 minutos para las 8 de la noche, así que voy a buscar mi medicina para tomarla, abro el cajón y las tomo con esfuerzo.

Decido volver a acurrucarme en la cobija. ¡Ay Cristian! ¿Cómo es que un hombre puede tener tantas facetas? eres capaz de darme paz, pero también de hacerme llorar, ¿Qué me está pasando contigo? ¿Por qué no puedo simplemente mandarte a la mierda? ¡Ya no quiero llorar! ¡Me lastimas y me hieres! ¿Qué quieres de mí?

Es que sinceramente no lo entiendo, ¿Acaso no soy suficiente para tí? Ni yo misma me entiendo, ¿Por qué estoy en este juego de tira y afloja?

Porque le quieres. Me dice mi fuero interno...

¿Realmente te quiero Cristian? Pero algo interrumpe mis pensamientos, un sonido de un cristal rompiéndose, y yo bajo de la cama para saber la causa del sonido, bajo las escaleras y ahí lo veo, en el sofá, se le cayó la botella de Whisky que tenía en la mano y se ve como si estuviera borracho.

-Rouse, perdóname Rouse- lo escucho decir ebrio. Y es todo lo que necesito para confirmar lo que mi fuero interno me dijo. Así que termino de acercarme.

-Cristian, levántate- Le digo muy determinada.

-¿Por qué, Rouse? Lo que hago es herirte- me dice con la lengua enredada por la borrachera.

-Ven, vamos arriba para que vayamos a dormir-, y al decir eso, es como si en su mente algo hubiera hecho Click. -Vamos, ayúdame a levantarte- y pongo su pesado brazo al rededor de mis hombros y lo levanto un poco, él hace un esfuerzo de subir las escaleras y casi cae al suelo.

-¿Por qué eres tan buena conmigo, Rouse?- me pregunta, y quizás no se acuerde de nada mañana, quizás haga una laguna mental y mañana vuelva a ser el mismo, pero justo ahora me necesita para salir de su miseria.

-Porque te quiero- Es todo lo que respondo y él hace silencio.

Termino de abrir la puerta de mi habitación y lo acerco a la cama, prácticamente él se lanza y yo lo miro, parece un completo niño en éste momento y por un segundo mi corazón se llena de ternura.

Yo subo sus pies a la cama y le quito los zapatos, le pongo la almohada detrás de la cabeza y doy la vuelta a la habitación para subir a mi lado de la cama, me acerco a él para abrazarlo pero él se baja un poco y ahora es Cristian el que me abraza, y yo sólo puedo acariciar su pelo con mi mano.

Y quisiera que nos quedemos así, con la magia y silencio de la noche. ¡Ay Cristian! realmente sí te quiero, y te lo dije con la esperanza de que mañana no recuerdes nada... Pero debo reconocer que atesoro éste momento, aunque en la mañana vuelvas a ser el mismo de siempre, quiero tener en mis memorias éste recuerdo para siempre.

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