Una bella Mentirosa 2

(Alex)

Al ver a la pequeña belleza llorar, siento un deseo incontrolable en mí de abrazarla y consolarla; con sutileza y ternura me acerco a ella y le digo.

—Pequeña, porque lloras... Ven acá, Cara mía.

La envuelvo con mis brazos, su cabeza queda perfectamente en mi pecho, tenerla así, hace que un sentimiento que jamás en la vida había experimentado, se apodere por completo de mi corazón y de todo lo que soy.

Esto es totalmente nuevo para mí.

Con una ternura que desconozco, que yo podía tener, le sigo hablando.

Cara mía, Yo estoy aquí, pequeña, —Sigo rodeándola en mis brazos, y susurrandole, llora pequeña, llorar ayuda.

Después de un momento en el que disfruto de su exquisita fragancia y sentir está electricidad en mí por tenerla abrazada.

La Preciosa Mujer que dice llamarse, Elizabeth, se separa de mí.

—Gracias de verdad — Me dice con palabras dulces y muy sinceras.

—De nada pequeña, aquí estoy, y aquí están mis brazos, cuando tu quieras, o cuando los nesecites.

Te puedo invitar a almorzar, conozco un lugar por aquí cerca donde hacen una pasta super deliciosa.

—Esta bien, pero solamente tengo 1 hora para hacerlo.

—De acuerdo pequeña; en el restaurante donde te llevare soy cliente Vip y se que si se los pidos nos atenderán rápido.

—OK Alex, veamos que tan rápido nos atienden.—Me dice, en forma inocente, como una niña coqueta.

—Puedes llamarme Bruno, todos me llaman así.—Le digo con tranquilidad.

—Pues, a mí me gusta más Alex, así que deja que todos los demás te llamen Bruno, Yo te diré Alex o Anacleto, tú decides. —Me dice en forma coqueta y riéndose.

Yo quedo impactado, al escucharla, que de nuevo, me llamó Alex, y lejos de sentirme triste, siento, tranquilidad, siento paz.

Mi Madre desde pequeño, me dijo Alex, para mi Padre siempre fui, Alessandro, que en realidad vienen a ser mi nombre en idiomas diferentes.

Pero cuando ellos murieron, no soportaba que me llamaran de ninguna de esas dos formas, por que pensaba en ellos, en lo mucho que me dolía que ya no estuvieran conmigo, fue entonses que decidí que usaría mi primer nombre, como mi abuelo paterno Bruno Villavicencio, y desde hace 12 años así me llama toda la gente de mi mundo.

Pero viene esta mujer y cambia todo, me llama Alex y me suena bien. me gusta como lo pronuncia, me gusta su voz, y me gusta como se mueven sus labios al decirlo, en realidad me gusta esta mujer, como nunca antes me a gustado alguien más.

—Llegamos, Pequeña.—Le digo señalandole el lugar que está, a unas dos cuadras de donde estábamos.

Ella solo se queda observando y sonríe.

—Señor Villavicencio. Bienvenido.—Me saluda, un empleado del restaurante.

Por favor, nos puedes dar la mejor mesa y atendernos, lo más rápido que puedas.

—Claro que si, Sr.—Me dice el joven con amabilidad, guiándonos a la mesa que ocupo todos los dias, en este lugar; ya que aquí es donde almuerzo de lunes a viernes.

En seguida nos traen el menú, la Pequeña lo toma, pero no lo abre, me observa a mi.

—Alex, que me recomiendas.—Me dice con una sonrisa dulce.

—Bueno, Yo te recomendaré mi favorita.

Es la pasta Alfredo, con camarones, es extremadamente deliciosa, y me gusta mucho como la hacen aquí, pero...

—¿Pero qué Alex?—Me pregunta, con curiosidad.

—Pero nadie la ha podido preparar como lo hacía mi Madre.

Sabes esta es la pasta Favorita de mi Madre, ella se llamaba Alejandra; y hoy hace doce años que murió junto con mi Padre.

Murieron en un accidente automovilístico; después de almorzar iré a estar un tiempo con ellos al cementerio, te invitaría, pero quizá no te agrade ir a un lugar así.

Veo, a la Pequeña suspirar profundo, y sus ojos se abrillantan, como si quisiera llorar de nuevo.

Disculpa Pequeña, sé que no debería hablarte de temas tan ajenos a Ti, y créeme que jamás lo hago, solo que contigo me sentí en libertad y lo pude hacer, pero no es mi intención, hacerte sentir mal.

—No, no te disculpes por eso Alex, claro que puedes hacerlo, y te puedo entender perfectamente.

Siento mucho lo de tus Padres.

—Gracias, Pequeña.

En ese momento, nos sirven los platos y veo a la Pequeña suspirar, y empezar a comer con lentitud, degusta el primer bocado y sonríe.

Yo me quedo, viéndola embobado.

Esta mujer es realmente cautivadora, todo lo que hace, su personalidad, hasta como degusta la pasta Alfredo, me parece interesante.

Después de unos 45 minutos, en una amena conversación, la Pequeña me dice.

—Gracias Alex, por todo, por ayudarme con el Maleducado.

Por acompañarme al salir de la cafetería, por la deliciosa pasta Alfredo y sobre todo por compartir sobre tus Padres conmigo.—Me dice viendo mis ojos, y continua...

Fue un verdadero placer conocerte...

La Preciosa Mujer se queda viendo mis labios, suspira y sonríe como si estuviera pensando algo.

Yo realmente, estoy hipnotizado por esta chiquilla, hermosa.

Que poco a poco se está acercando a mí...

Con su delicada mano acaricia mi mejilla y con una ternura desmedida, me dice, con una voz tan sensual; acercándose un poco más.

—Haré algo, que jamás en mi vida, he hecho.

Y que nunca pensé hacer.

—Que es lo que harás, Cara mía. —Le digo, con mi voz ronca y suave.

—Esto...

La Pequeña, sé acerca aún más y topa sus Preciosos labios a los míos, hace un poco de presión, y un sutil movimiento con ellos.

Carajooo, esto lo estaba deseando, pero no me espere... que ella lo hiciera.

Santo niño de atoche...

Sus labios, carnosos, son tibios, suaves al extremo, apetecibles, y me están besando ellos a mí.

Y puedo comprobar algo que había pensado, esta mujer es una niña, no tiene experiencia alguna. Lo sé porque aunque es atrevida, su beso es inocente y está claro que no es una experta besando.

Pero este es el mejor beso de toda mi vida, he besado a cientos de mujeres y quizá algunas con tanta experiencia, se sienten arrogantes y altivas al saber lo buenas que son besando.

Pero esta Chiquilla, me está dando el mejor de los besos.

La pequeña abre sus labios con un movimiento inexperto, pero sublime e introduce un poco su lengua, para hacerme degustar el sabor más delicioso que he probado en mi vida entera.

Yo no hago nada más, que dejarme besar por ella, disfrutarla, sentirla, sus labios tiemblan al igual que sus manos que están rodeando mi cara, y este es el momento más hermoso, sublime que he vivido en lo que tengo de existencia, estoy seguro que lo recordaré el resto de mi vida.

Y es que pudiera, devorarle esta deliciosa boca y hacerla gemir con mi experiencia, pudiera hacerla vibrar de placer y hacer que me pida más y mas...pero arruinaría este momento tan mágico, tan tierno, tan insuperable.

Así que lo único que hago es abrir un poco mis labios para sentirla más.

Yo no sé qué pasa conmigo, pero lo que estoy sintiendo dentro de mí no tiene una explicación lógica.

Aquí, sentado en la mesa de un restaurante, estoy sintiendo el placer más extraordinariamente maravilloso, por solo un beso de una preciosa mujer; que no sé ni siquiera su nombre...

Y digo esto porque aunque me dijo llamarse Elizabeth, sé que ha mentido.

Con tanta lentitud, la pequeña se separa de mí, sonríe y me dice.

Siempre te recordaré...

Ahora tengo que irme; adiós Alex...fue un placer conocerte y aunque nunca volvamos a vernos, te recordaré por siempre.

Ella se pone de pie, Yo estoy mudo, de placer, con un bulto enorme en mi entrepierna; hipnotizado con la belleza y dulzura de una mujer, que es muy mala para mentir.

Es sin duda alguna, Una bella Mentirosa.

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