Sistema de Riqueza del Yerno Despreciado

Capítulo 9

"¡Hola! ¿Ya terminaste de cocinar?" llamó Lena, ya sentada en la mesa del comedor con sus dos hijos.

"Sí, ¿dónde está? Me muero de hambre, ¡y el viaje al mercado tomó tanto tiempo! Es tan frustrante," gruñó Carin, cruzando los brazos con irritación.

La comida está lista," anunció Charzo mientras servía la comida, reservando una porción para su esposa colocándola en un pequeño recipiente con tapa.

"¿Es extraño que no se quejen?" Charzo se preguntó en silencio.

De hecho, estaban callados mientras comían. Tal vez era porque la comida era realmente deliciosa.

"Mamá, ¿no es inusual que la basura haya cocinado algo sabroso? Si es así, deberíamos dejarlo hacer las compras," susurró Carry.

Lena no respondió, su silencio indicaba que tal vez estuviera de acuerdo.

"De acuerdo, a partir de ahora, tú harás las compras. Pero no quiero escuchar nada al respecto. Debes llegar directo a casa y no demorarte, o si llegas tarde, no te perdonaré," declaró Lena, sin mirar a Charzo.

"¡Sí!" exclamó Charzo, aunque suavemente.

"Jejeje, de esta manera puedo divertirme allá afuera," Charzo sonrió en la cocina, saltando alegremente.

"¡Apresúrate y limpia la mesa, no quiero ver ni un solo grano de arroz en ella!" ordenó Lena. Charzo, aún sonriendo, ordenó la mesa y comenzó a lavar los platos.

Después, se fue a su habitación con la ropa que había comprado anteriormente.

Dentro de su habitación, Charzo envolvió la ropa cuidadosamente como un regalo. Desde la última vez que había dado un regalo había sido en su boda, cuando había regalado un anillo de oro, que se había vendido debido a dificultades financieras.

"Llegué," dijo Clara mientras se quitaba las sandalias, luciendo muy cansada mientras se dirigía a su habitación.

"Oye, querida, ¿estás de vuelta? ¿Quieres comer algo?" preguntó Charzo.

"Sí, por favor. ¿Puedes hacerme un té helado también?" solicitó Clara.

"Un momento, lo traeré," Charzo se apresuró a la cocina, pero para su sorpresa encontró a Carin allí.

Lo que lo dejó sin palabras fue ver la comida que había guardado en el pequeño recipiente ahora en manos de Carin, completamente devorada.

"¿Por qué lo comiste? Era para Clara," dijo Charzo, molesto.

"¿Quién te dijo que lo dejara aquí, pensé que nadie lo quería," respondió Carin indiferentemente mientras arrojaba el plato al fregadero antes de retirarse a su habitación.

Frustrado como estaba, Charzo simplemente lo dejó pasar. Cocinó otras dos porciones y luego preparó el té helado.

"¿Por qué está tardando tanto?" preguntó Clara, un poco molesta.

"¿Qué más podía hacer? Carin se comió la comida que había preparado, así que tuve que cocinar de nuevo. Vamos a comer," dijo Charzo, tomando una cuchara para alimentar a Clara.