Capítulo 2

Habían pasado dos años y Charzo seguía residiendo en la casa de los padres de Clara. Además, había asumido el papel de ayudante allí.

Como de costumbre, Charzo tenía que preparar el desayuno para todos, a pesar de que los dos hermanos mayores de Clara estaban desempleados y se quedaban en casa, pero toda la carga de las tareas domésticas, desde cocinar, barrer, trapear, limpiar todos los baños, cuidar el jardín, lavar la ropa, lavar los platos, y así sucesivamente, recaía sobre Charzo para que él las completara.

Afortunadamente, Clara había encontrado un trabajo modesto que apenas cubría sus comidas juntos, pero aún no podían permitirse pagar su propio lugar.

Forzados por su situación financiera, se quedaron demasiado tiempo en la casa de sus padres. Por supuesto, Charzo constantemente enfrentaba burlas, siendo regañado todos los días por no conseguir empleo. ¿Cómo podría hacerlo cuando las interminables tareas domésticas le impedían ir a buscar trabajo?

Esa mañana, Charzo preparó el desayuno como siempre lo hacía y sirvió la comida en la mesa. Lena probó la comida de Charzo y de repente la escupió directamente en su rostro. Charzo quedó atónito ante la comida cubierta de saliva, encontrándola completamente repugnante.

"¡Cof, cof! ¡¿Qué tipo de comida es esta?!" gritó Lena, tomando un pañuelo para limpiarse la boca.

"Llevas viviendo aquí tanto tiempo y todavía cocinas horriblemente. ¡Esperas quedarte aquí gratis! ¿O hiciste deliberadamente esta comida asquerosa? ¡¿Estás tratando de matarme con una comida tan terrible como tú?! ¡Ahora, come esto!" regañó Lena, arrojando la comida al suelo.

"Perdóname, suegra, cocinaré de nuevo", dijo Charzo, recogiendo la comida del suelo para desecharla.

"¡Cómelo ahora! ¡No permitiré que se desperdicie comida!" comandó Lena, con los ojos abiertos de furia.

Charzo miró tristemente la comida en el plato.

"¡Si no la comes, me divorciaré de Clara!" amenazó una vez más. Tal vez podría soportar los insultos dirigidos hacia él, pero el pensamiento de separarse de su esposa era insoportable. La suegra solo era abusiva cuando Clara estaba trabajando. Por el bien de su esposa, Charzo estaba dispuesto a soportar cualquier humillación.

Charzo tomó la comida y la comió, mientras ellos observaban con satisfacción y sonrisas burlonas.

"No sé qué vio Clara en ti para casarse con un pedazo de basura como tú; eres feo, pobre y estúpido", dijo Carry, la segunda hermana mayor de Clara.

Supongo que está esperando su momento, y una vez que se aburra, simplemente arrojará a este idiota", agregó Carin.

"Deberías ser consciente de tu lugar; vivir en la casa de otra persona significa hacer trabajo adecuado. No solo quedarse sin contribuir en nada. Mira ahora, ¡mi hija tiene que trabajar! ¿No te avergüenzas de ser un hombre así? Claramente, como un hombre despreciable e inculto, ¿quién querría emplearte? ¡Nunca he deseado reconocerte como mi yerno!" lecturó Lena, mirando a Charzo que inclinó la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas, comiendo la comida desechada.

Charzo era consciente de que les imponía y sentía que no tenía más opción que tolerar su maltrato.

"Después de lavar los platos, limpia la casa, lava la ropa, barre y trapea. No quiero que mi ropa sea lavada en la máquina, debe lavarse a mano y estar impecable, ¡recuerda eso!" demandó Lena con ojos feroces.

Charzo asintió.

Todo esto sucedía, por supuesto, cuando Clara no estaba en casa, ya que ella ya había salido temprano para trabajar.

Charzo limpiaba los platos en la mesa, mientras sus suegros traían varias canastas de ropa sucia.

"Lava toda esta ropa limpiamente, ¡o tendrás que repetir el proceso!" dijo Lena, mirando fijamente a Charzo.

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Con el paso de los días y los meses, Charzo continuaba siendo tratado duramente por sus suegros. Había intentado buscar trabajo, pero el éxito le eludía.

Para empeorar las cosas, su matrimonio de dos años aún no había sido bendecido con hijos, y la culpa recaía en Charzo.

"No puedo soportar ver a ese despojo viviendo aquí por más tiempo, debo hacer algo al respecto", dijo Lena pensativamente.

"¿Qué estás considerando?", preguntó el padre de Clara.

"Lo detesto intensamente. Quiero hacer algo para que él abandone esta casa y deje a Clara en paz. De esta manera, no parecerá como si lo hubiéramos expulsado. ¡Los vecinos siempre hablan de él y me da vergüenza! Él no puede quedarse aquí por más tiempo", dijo Lena, fijando su mirada en la ventana con malicia.

"Haz lo que quieras, no te instruiré ni te impediré; busca una solución por ti misma. Yo me voy a ver mi serie favorita", dijo el padre de Clara, acomodándose frente al televisor.

"Hm... he pensado en una idea aún más brillante; lo haré pasar por un tonto, así puedo oprimirlo diariamente", murmuró Lena con una sonrisa maliciosa.

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