Una boda Express

Definitivamente Kai es un ser magistral, su apasionada manera de tomarme es alucinante. Conoce cada parte de mi cuerpo, sabe como volverme loca.

Me desperté en la qué ahora era nuestra habitación. Kai estaba en el balcón, lo sentía inquieto, preocupado.

Lucia: Buenos días

Lo abrace por la espalda. Kai me sujeto y en un solo movimiento me sento en el balcón. Ahora estaba yo con las piernas abiertas y él en el medio.

Kai: Buenos días.

Sus besos me envolvían en una llama intensa.

Lucia: ¿Te preocupa esta noche verdad?

Kai: Si, antes no tenía la necesidad de estar con nadie, temo que cuando me transforme, te busque.

Lucia: No te preocupes, yo estaré bien.

Kai: Diría que te marches lo más lejos que puedas pero será inútil, yo te encontraría.

Lucia: Estaremos bien.

El día lo pasamos juntos, aunque él diga que no tiene corazón, que no me ama, en mi interior siento que el solo se miente. Lo que hace por mi solo lo hace un hombre que ama.

Quise revisar todo el castillo ya tenía el permiso de Kai. Quiero saber todo lo qué hay en este lugar. Encontré al señor Vasile, ya que lo veía tenía una misión para el

Lucia: Señor Vasile buen día, necesito un favor.

Vasile: Claro Majestad, que ordena.

Lucia: Necesito enviar un mensaje urgente a Zenda. ¿Me podría ayudar?

Vasile: Por supuesto, entrégueme la carta y yo la envío hoy mismo.

Lucia: ¿Cuánto tardará el llegar a Zenda?

Vasile: Una semana.

Lucia: Bien, nos da tiempo de ir y volver de nuestro viaje.

Le pedí que pasara por la biblioteca en una hora, debía ser muy detallada en esa carta.

Me senté tome una pluma y tinta. Mi corazón estaba acelerado sabía que podía desencadenar algo más grande.

“Saludos Juana y Ares de Zenda, soy Lucia, así no más pues no tengo un título como tal, actualmente me encuentro en el castillo del rey Kai, su amado hijo, no conozco la historia de él, solo se que él culpable de cualquier acto impropio realizado por el rey es culpa de la oscuridad. He sido testigo cuando pierde el control, no sé cómo pero siento que él está librando una lucha interna. Su hijo no es malo, es el ser más noble y puro que he conocido. Puedo jurarle a ustedes que yo lo amo, aunque la tradición dice que el destino asigna la elegida, la cual llega siendo pura, pero ese no es mi caso. Estaré con él hasta el tiempo que se me permita, quiero ayudarlo, él no recuerda nada de su vida. Solo tiene un recuerdo que lo torturado, su corazón está roto desde el día que lastimo a su padre, es por eso que no desea verlos, no es por que no los ame, por el contrario ustedes son todo para el. Él atribuye que la oscuridad sale cuando está en presencia de un Zenda. Yo creo que se apodera de él solo cuando su corazón está inquieto. El dolor es el que habla por el. Me gustaría que me buscaran, deseo hablar con ustedes. Esta carta tardará una semana en llegar a sus manos. Desde el día octavo los estaré esperando en el puerto San Sebastián, allí estaré cada día rezando por nuestro encuentro. Con el corazón en la mano ruego por su ayuda”

Vasile llegó Justo a tiempo, le entregue la carta y se marchó.

Lucia: Ojalá me ayuden…

Decidí quedarme un poco más en la biblioteca, la mujer ahora de mis pesadillas estaba presente.

Lucia: Querida Camila…

Camila: Vine a disculparme contigo.

Lucia: ¿Ah si? ¿Por que ?

Camila: Entendí que no tienes la culpa.

Lucia: Vaya…

Mientras Camila hablaba apretaba su falda, eso solo me decía que le costaba decir sus palabras, no era una mujer sincera.

Camila: Quiero que sigamos siendo unidas, sabes que puedes contar conmigo para lo que sea.

Lucia: Que bueno que lo digas, me dolía mucho no tener a mi amiga a mi lado.

Camila se acercó y me abrazó, me sentí como si me diera él beso de judas.

Camila: ¿Puedo hacer algo por ti? ¿Te traigo algo?

Lucia: No por ahora, te lo agradezco. Me quedare leyendo un par de horas más.

Camila: Entonces estarás aquí por mucho tiempo…

Lucia: Si.

Camila se retiró, yo salí detrás de ella sin que me viera, me escondí detrás de una columna, ella hablaba con un guardia. Los dos se marcharon, decidí esperar un poco más.

Unos minutos después vi entrar al padre de Alice a la biblioteca, no está solo habían más de 5 hombres con el. Después salió furioso, lo escuché hablar.

Padre: Esa perra debe morir hoy. ¡Búsquenla!

Todos se marcharon, así que Camila está con el padre de Alice. ¿Por que me quieren asesinar?

“¿De quien nos escondemos?”

Lucia: ¡Ah! Kai sigue así y morire pronto, ya soy una enferma cardiaca por tu culpa.

Kai: ¿Que hacías?

Lucia: Investigación, al parecer una empleada del castillo está aliada con el padre se Alice, estoy segura que ya tiene precio mi cabeza.

Kai: Nadie puede meterse con mi reina.

Lucia: Una reina dentro del palacio..

Kai: Tiene solución.

Lucia: ¿Que vas hacer?

Kai: Lo que debí hacer hace tiempo, nos casaremos.

Lucia: ¿Hablas enserio?

Kai: Vamos, deseo que me llames esposo.

Kai el sujeto de la mano, escuché que llamó a Bernart, después de unas horas y mucho movimiento me llevo al salón principal, un sacerdote estaba allí, se que moría de miedo pero sabía que si se negaba moriría. Bernart también nos acompañaba. No quería ser una novia tradicional así que decidí usar uno de los vestidos más hermosos que había visto en el armario.

Considero que quedaba Perfecto para nuestra ocasión.

Se que Kai estaba emocionado en verme pues sus ojos expresaban amor. El sacerdote comenzó la ceremonia, juramos amor uno por el otro, se que le costó a Kai decirlo, pero yo estaba segura que él me amaría. Nos dimos el beso, ese que sellaba nuestra unión.

Bernart fue el testigo, él realizó todos los trámites necesarios para que todo el reino se enterrara que hoy el rey tenía reina. Aunque para todos él se había casado con Alice Salvatore. Kai y yo sabíamos la verdad.

Esa tarde se ofreció un banquete en honor a los nuevos esposos, como es de saber Kai no hizo presencia. Yo no quería asistir tampoco, en verdad no conozco a nadie, solo se hacía para dar testimonio de nuestro matrimonio.

Como era de esperar habían todo tipos de murmullos. Ya mi piel era de cuero así que soportaba lo que fuera.

El padre de Alice y la Baronesa llegaron, eran los pavos reales del reino.

Padre: ¡Hija mía! No sabes lo orgullo que estoy de ti, eres nuestra hermosa hija.

Yo lo miraba como si quisiera matarlo aquí mismo.

Baronesa: Mi niña sabes cuánto desee que llegara este día. Todas mis lecciones sacaron fruto ahora eres la reina.

Lucia: ¿Que cosas dicen? Toda la vida me han despreciado y ahora están aquí de hipócritas.

Padre: Alice, es mejor que te calles.

Sentí como me agarró del brazo, este hombre solo a punta de maltrato es que se hace entender por lo visto.

Lucia: ¿Sabe que tocar a la reina sin su permiso merece un castigo? Espero que no extrañe de a mucho esa mano pues ya no la tendrás más.

Padre: ¿Que te pasa niña estupida? Sigue con esa rebeldía y no volverás a ver a tu hija.

“Debo picarle la lengua, el sabe donde está”

Lucia: No se preocupe, ya estoy muy cerca de encontrarla. Alguien me dio el retrato hablado de los hombres que la estaba en el puerto la noche de la desaparición. Y no te imaginas a quien se parece.

Padre: ¡Fue el rey! Él ordenó que la secuestraran y mírate aquí, tú no estás haciendo nada.

Lucia: Claro que si hago mucho, hago que se corra, una y otra vez mientras dice mi nombre. Soy buenísima en eso.

Padre: Eres una perra.

Lucia: ¿No me enviaron para eso?

Padre: Eres igual que tu madre, una calentona.

Lucia: Cuando hablas de mi madre supongo que hablas de la baronesa, por que ella sí es una calentona ya que se revuelca con Lord Varon y en tu propia cama. “Padre”

Baronesa: No es cierto.

Lucia: ¿Ah no? Yo mejor hablo con todos los sirvientes, ellos le contarán muy bien cómo es mi “Madre”

Baronesa: Esposo no puedes creerle.

Padre: Hablaremos en casa. Alice debes matar al rey.

Lucia: ¿Por que?

Padre: Así volverá la niña.

Lucia: Mejor di que si lo asesino, tú me devolverás a Ailyn. Señor Salvatore ya lo sé todo, conozco sus sucios secretos.

Le susurré al oído…

Padre: Hice todo lo posible en mi situación, tu hija era una abominación.

“Está soltando la lengua”

Lucia: ¡Era mi hija! Sangre de mi sangre, ¡tu me la arrebataste!

Padre: Si, pero nacio siendo un mounstro. ¡Agradece que te di otra!